tag:blogger.com,1999:blog-60013770121096220812024-03-06T19:35:24.479-08:00__FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.comBlogger49125tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-12033092157308831702024-01-09T12:43:00.000-08:002024-01-09T12:43:09.692-08:00¿Crisis terminal del Capitalismo?<span style="font-size: medium;">Leonardo Boff <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBPS5_ngO6yon1B7E6AW4LrhvSGbJN3MYJwGeREhXIM2ozMb4Jb4fTbZfP_rTThe6YLmtBQrzoGh3Ja-9p6clw3CvJs6x3gbUbP1EZqWj2Ta9anRt3tEvLYU7jS10ft3lItbsArACTX79AKcDnYM36btNh_Rss09AzCLc81OoiQyyVp34V-lJcOHWgt1I/s360/boff.jpeg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="360" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBPS5_ngO6yon1B7E6AW4LrhvSGbJN3MYJwGeREhXIM2ozMb4Jb4fTbZfP_rTThe6YLmtBQrzoGh3Ja-9p6clw3CvJs6x3gbUbP1EZqWj2Ta9anRt3tEvLYU7jS10ft3lItbsArACTX79AKcDnYM36btNh_Rss09AzCLc81OoiQyyVp34V-lJcOHWgt1I/w200-h133/boff.jpeg" width="200" /></a></div></span><span style="font-size: large;">Vengo sosteniendo que la crisis actual del capitalismo es más que coyuntural y estructural, es </span><span style="font-size: large; text-align: center;">terminal. Dos razones me llevan a esta interpretación. La primera es la siguiente: la crisis es terminal porque todos nosotros, pero particularmente el capitalismo, nos hemos saltado los límites de la tierra. Hemos ocupado, depredando, todo el planeta, deshaciendo su sutil equilibrio y agotando sus bienes y servicios hasta el punto de que no consigue reponer por su cuenta lo que se le ha secuestrado. Ya a mediados del Siglo XIX, Karl Marx escribía proféticamente que la tendencia del capital iba en dirección a la destrucción de sus dos fuentes de riqueza y de reproducción: la naturaleza y el trabajo. Es lo que está ocurriendo. La naturaleza, en efecto, se encuentra sometida a un gran estrés, como nunca antes lo estuvo, por lo menos en el último Siglo.</span><a name='more'></a><div><span style="font-size: medium;">Los fenómenos extremos verificables en todas las regiones y los cambios climáticos, que tienden a un calentamiento global creciente, hablan a favor de la tesis de Marx. ¿Sin naturaleza cómo va a reproducirse el capital? Ha dado con un límite insuperable. El capitalismo precariza o prescinde del trabajo. Existe gran desarrollo sin trabajo. El aparato productivo informatizado y robotizado, produce más y mejor, con casi ningún trabajo. La consecuencia directa es el desempleo estructural. Millones de personas no van a ingresar nunca jamás en el mundo del trabajo, ni siquiera como ejército de reserva. El trabajo, de depender del capital, ha pasado a prescindir de él. En España el desempleo alcanza al 20% de la población general, y al 40% de los jóvenes. En Portugal al 12% del país, y al 30% entre los jóvenes. Esto significa una grave crisis social, como la que asola en este momento a Grecia. Se sacrifica a toda la sociedad, en nombre de una economía, hecha no para atender las demandas humanas sino para pagar la deuda con los bancos y con el sistema financiero. Marx tiene razón: el trabajo explotado ya no es fuente de riqueza. Lo es la máquina. <br />La segunda razón está ligada a la crisis humanitaria que el capitalismo está generando. Antes estaba limitada a los países periféricos. Hoy es global y ha alcanzado a los países centrales. No se puede resolver la cuestión económica desmontando la sociedad. Las víctimas, entrelazadas por nuevas avenidas de comunicación, resisten, se rebelan y amenazan el orden vigente. Cada vez más personas, especialmente jóvenes, no aceptan la lógica perversa de la política económica capitalista: la dictadura de las finanzas, que, vía el mercado, somete a los Estados a sus intereses, y el rentabilismo de los capitales especulativos que circulan de unas bolsas a otras, obteniendo ganancias, sin producir absolutamente nada, a no ser más dinero para sus rentistas. El propio aspecto del capital que creó el veneno es el que lo puede matar: al exigir a los trabajadores una formación técnica cada vez mejor, para estar a la altura del crecimiento acelerado y de la mayor competitividad, creó involuntariamente personas que piensan. Éstas, lentamente van descubriendo la perversidad del sistema que despelleja a las personas, en nombre de una acumulación meramente material, que se muestra sin corazón al exigir más y más eficiencia hasta el punto de llevar a los trabajadores a un estrés profundo, a la desesperación, y en algunos casos, al suicidio, como ocurre en varios países y también en Brasil. Las calles de varios países europeos y árabes, los “indignados” que llenan las plazas de España y de Grecia, son la expresión de una rebelión contra el sistema político vigente a remolque del mercado y de la lógica del capital. Los jóvenes españoles gritan: “No es una crisis, es un robo”. Los ladrones están afincados en Wall Street, en el FMI y en el Banco Central Europeo, es decir, son los sumos sacerdotes del capital globalizado y explotador. Al agravarse la crisis, crecerán en todo le mundo las multitudes que no aguanten más las consecuencias de la superexplotación de sus vidas y de la vida de la Tierra y se rebelen contra este sistema económico que ahora agoniza, no por envejecimiento, sino por la fuerza del veneno y de las contradicciones que ha creado, castigando a la Madre Tierra y afligiendo la vida de sus hijos e hijas. <br /><br />24 de junio de 2011 <br /><br /> </span><div><span style="font-size: medium;"><span style="font-family: Arial, "sans-serif";"></span></span></div><span><span style="font-size: medium;"><!--more--></span></span><span><!--more--></span></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-30402744033533764992023-11-13T03:00:00.000-08:002023-11-13T03:00:38.622-08:00La barbarie: guía del usuario<p class="MsoNormal"><b><span style="font-family: Arial, "sans-serif";"><span style="font-size: large;">Eric Hobsbawm</span></span></b></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: Arial, "sans-serif";"><span style="font-size: medium;">(Historiador británico de origen judío)<b> </b></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZ4-N52R7V8q5KckCAVEKbd72iwjzwkMJj1brofk7G8FK4k1gdBWE6BuOu4RsrofkewFLxQw95Y3JQGluYD21SxKQg-RBbMhJizLQZWJwNK9MZbsd6U5DjUtzKuSdlOWPW2XymUnix598Y4vT2_iEaBldsOgXPNJjdjJ_X4DOqYFROldmgFiYmUE0MsUI/s499/s_mla_v_o_f_132344744_9684.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><b style="text-align: left;"><span style="font-size: 12pt;"> </span></b></a></div></span></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 11pt;"><b> </b></span><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 11pt;">Conferencia en una reunión de
Amnistía en el Sheldonian Theatre de Oxford en 1994. Publicada en New Left
Review</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;">No he dado a mi conferencia el título
de<i> La barbarie: guía del usuario </i>porque desee instruirles sobre cómo ser
bárbaros. Ninguno de nosotros, por desgracia, lo necesita.</span><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;"> </span><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;">La barbarie no es algo como la danza sobre
hielo, una técnica que hay que aprender -a menos que deseen convertirse en
torturadores o especialistas en actividades inhumanas. Es más bien un producto
derivado de la vida en un entorno social e histórico, algo relacionado con un
territorio, como decía Arthur Miller en </span><i style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;">La
muerte de un viajante</i><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;">. El término "</span><i style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;">astuto</i><span style="font-family: Arial, "sans-serif"; font-size: 12pt;">"
(street-wise) expresa lo que quiero decir mejor que ninguno porque indica cómo
es la actual adaptación de la gente que vive en una sociedad sin las reglas de
la civilización. Entendiendo esta expresión, todos nos hemos adaptado a una
sociedad que es, para los estándares de nuestros padres o abuelos -e incluso
para alguien tan viejo como yo-, incivilizada. Nos hemos acostumbrado a ella. Y
no quiero decir que no experimentemos un shock por algunas cosas que pasan. Al
contrario, sentirnos sacudidos por algo inusualmente desagradable de vez en
cuando es parte de la experiencia. Ayuda a encubrir cómo nos hemos acostumbrado
a una normalidad que nuestros padres considerarían vivir en condiciones
inhumanas. Tengo la esperanza de que mi guía del usuario ayude a entender cómo
se ha llegado a esta situación.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ES; mso-no-proof: yes;">El argumento central de esta
conferencia es que, luego de 150 años de declive, la barbarie se ha
incrementado en la mayor parte del siglo XX, sin signos de que este incremento
haya llegado a su fin. En este contexto, entiendo que la palabra
"barbarie" tiene dos significados. En primer término, el desglose y
la ruptura de los sistemas de reglas y comportamientos morales a través de los
cuales las sociedades regulan las relaciones entre sus miembros y, en un contexto
mayor, entre sus miembros y los de otras sociedades. En segundo lugar, para ser
más específico, la inversión de de lo que podríamos llamar el proyecto de la
Ilustración del siglo XVIII, a saber, el establecimiento de un sistema <i>universal</i> cuyas reglas y estándares de
comportamiento moral encarnados en las instituciones de estados dedicados al
progreso racional de la humanidad: a la Vida, Libertad y la Búsqueda de la
Felicidad, a la Igualdad, Libertad y Fraternidad o a lo que sea. Ambos aspectos
están teniendo lugar y refuerzan sus efectos negativos en nuestras vidas. La
relación de mi tema con los derechos humanos debería ser obvia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ES; mso-no-proof: yes;">Permítanme aclarar la primer forma de
barbarización, que es lo que pasa cuando el control tradicional desaparece.
Michael Ignatieff, en su reciente libro <i>Blood
and Belonging</i> señala la diferencia entre los pistoleros de la guerrilla
kurda en 1993 y la de los puestos de control bosnios. Con gran percepción
constata que en la sociedad sin estado de Kurdistán cada niño cercano a la
adolescencia consigue un arma. Llevarla quiere decir que ha dejado de ser un
niño y debe ser tratado como un hombre. "<i>El acento del significado, por lo tanto, refuerza la responsabilidad,
la sobriedad, el sentido trágico".</i> Las armas son disparadas cuando es
necesario hacerlo. Por el contrario, la mayoría de europeos desde 1945, incluidos los
balcánicos, han vivido en sociedades donde el estado disfruta del monopolio de
la violencia legítima. A medida que los estados se derrumbaban, lo hacía ese
monopolio. "<i>Para algunos jóvenes
europeos, el caos que vino como resultado (el colapso)... ofreció la
oportunidad de acceder a un erótico paraíso donde todo está permitido. De ahí
la semisexual, semipornográfica cultura armada de los puestos de control. Para
los jóvenes había una irresistible carga erótica en llevar armas letales en sus
manos y usarlas para aterrorizar a los indefensos". (1)<o:p></o:p></i></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ES; mso-no-proof: yes;">Sospecho que una buena parte de las
atrocidades cometidas ahora en las guerras civiles de tres continentes reflejan
esta clase de ruptura, con las características propias del mundo de la última
parte del siglo XX. Pero espero decir sobre esto algunas palabras más adelante.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span></span></p><a name='more'></a><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ES; mso-no-proof: yes;">En cuanto a la segunda forma de
barbarización, desearía declarar un interés. Creo que algunas de las pocas
cosas que se interponen entre nosotros y el acelerado descenso a las tinieblas
son los valores heredados de la Ilustración del siglo XVIII. Este no es un
pensamiento moderno en este momento, cuando la Ilustración puede ser rechazada
como algo superficial, intelectualmente ingenuo o una conspiración de hombres
blancos con peluca ya muertos que posibilitaron la fundación intelectual del
imperialismo occidental. Esto puede ser cierto o no, pero es el único
fundamento para todas las aspiraciones de construir sociedades adecuadas a
todos los humanos en cualquier lugar del planeta Tierra, y por la afirmación y
defensa de sus derechos como personas. En cualquier caso, el progreso de la
civilidad que tuvo lugar desde el siglo XVIII hasta el temprano XX fue logrado
de forma abrumadora o enteramente bajo la influencia de la Ilustración por
gobernantes, "<i>absolutistas
ilustrados</i>" como seguimos llamándolos ante los estudiantes de
historia, por revolucionarios o reformistas, liberales, socialistas y
comunistas, todos ellos pertenecientes a la misma familia intelectual. No lo
lograron sus críticos. Esa era, en la que el progreso no se suponía meramente
material y moral, pero en realidad lo era, ha llegado a su fin. Pero el único
criterio que nos permite juzgar el descenso a la barbarie en lugar de
limitarnos a dejar constancia del mismo, es la vieja racionalidad de la
Ilustración.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ES; mso-no-proof: yes;">Permítanme ilustrarles sobre el ancho
de la brecha entre el período anterior a 1914 y el nuestro. No me detendré en
el hecho de que es probable que nosotros, que hemos vivido inhumanidades más
grandes, nos sintamos menos escandalizados por las modestas injusticias que
sacudieron el siglo XIX. Por poner un par de ejemplos, un simple error de la
justicia en Francia (el caso Dreyfus) o veinte manifestantes encerrados por el
ejército alemán por una noche en un pueblo de Alsacia (el incidente de Zabern
en 1913). Lo que quiero recordarles son las pautas de conducta. Clausewitz,
escribiendo sobre las guerras napoleónicas, daba por supuesto que las fuerzas
armadas de los estados civilizados no mataban a los prisioneros de guerra ni
devastaban los países. Las guerras recientes en las que Gran Bretaña participó
-las islas Malvinas (Falklands) y la guerra del Golfo- sugieren que esto ya no
puede darse por garantido. Agrego, citando la undécima edición de la <i>Enciclopedia Británica: </i>"la guerra
civilizada, según nos dicen los libros de texto, se limita, dentro de lo
posible, a incapacitar las fuerzas armadas del enemigo; de otra forma la guerra
continuaría hasta el exterminio de uno de los bandos (...) Es por esa buena
razón -y aquí la enciclopedia cita a Vattel, un abogado internacional de la
noble Ilustración del siglo diecinueve- que esta práctica se ha convertido en
costumbre en Europa y en todos los sitios. Antes de 1914, la visión de que las
guerras se hacían contra combatientes y no contra no combatientes era
compartida por rebeldes y revolucionarios. El programa de Russian Narodnaya
Volya, el grupo que mató al zar Alejandro II, decía explícitamente "que
los individuos y grupos que no participaban en su lucha contra el gobierno
serían tratados como neutrales y sus personas y bienes se consideraban
inviolables". (2) Por ese tiempo, Frederick Engels condenaba a los Irish
Fenians (con quienes simpatizaba) por colocar una bomba en Westminster Hall
poniendo en riesgo a los viandantes inocentes. La guerra, como la sentía un
revolucionario con experiencia en la lucha armada como él, debía librarse entre
combatientes y no contra civiles. Hoy estas limitaciones no son reconocidas por
revolucionarios, terroristas, ni por los gobiernos en guerra. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-language: ES; mso-no-proof: yes;">Sugeriré ahora una breve cronología
de esta cuesta abajo en la pendiente hacia la barbarie. Sus principales etapas
son cuatro: La Primera Guerra Mundial, el período de crisis mundial desde el
derrumbamiento de 1917-20 hasta el de 1944-47, las cuatro décadas de la Guerra
Fría y, finalmente, el derrumbamiento general de la civilización como la
conocemos en muchas partes del mundo en los ochenta y desde entonces. Hay una
continuidad obvia entre las primeras etapas. En cada una de ellas se
aprendieron las anteriores lecciones de inhumanidad del hombre para el otro
hombre, que se convirtieron en las bases de los nuevos avances de la barbarie.
No hay una conexión lineal entre entre la tercera y cuarta etapa. El
derrumbamiento de los 80 y 90´s no se debe a las acciones de los humanos que
toman decisiones a los que podría reconocerse como bárbaros, como el proyecto
de Hitler o el terror de Stalin, lunáticos como los argumentos justificando la
carrera hacia la guerra nuclear, o todo a la vez, como la Revolución Cultural
de Mao. Es debido al hecho de que quienes toman decisiones ya no saben qué
hacer con un mundo que ni ellos ni nosotros podemos controlar y que la
explosiva transformación de la sociedad y la economía desde 1950 produjo un
derrumbamiento y una perturbación sin precedentes de las reglas que gobiernan
el comportamiento de las sociedades humanas. La tercera y cuarta etapa se
superponen e interactúan. Hoy las sociedades humanas se derrumban, pero en unas
circunstancias en que las pautas de conducta pública permanecen en el nivel al
que se vieron reducidas a causa de los anteriores períodos de avance de la
barbarie. De momento no muestran signos de recuperarse de nuevo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;"><o:p> </o:p></p><span class="fullpost">
</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-86456394206344752732023-07-10T03:30:00.004-07:002023-07-10T03:35:10.178-07:00<br /><br /><span style="font-size: large;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigY6p25pX79kWil7WHU8qLsJZ0y-FodVXIIb6oNiZUMoiuK8-hWbuuyNof0x5W4vWmb8F7Tz6H-LOHn25EICgdTlq9sDhtqSe3H4yCnacSark76BvwlkoQhEaT5G129zRyW5It0xH13UfkKt2OcnfaTEkGHLjf_4G0SqOBbMxM0gDoK2y2dqK__hlQ8IE/s2071/MALABIA%20-%20postal%20separata%20Suplemento%20-%20Michelena.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1382" data-original-width="2071" height="429" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigY6p25pX79kWil7WHU8qLsJZ0y-FodVXIIb6oNiZUMoiuK8-hWbuuyNof0x5W4vWmb8F7Tz6H-LOHn25EICgdTlq9sDhtqSe3H4yCnacSark76BvwlkoQhEaT5G129zRyW5It0xH13UfkKt2OcnfaTEkGHLjf_4G0SqOBbMxM0gDoK2y2dqK__hlQ8IE/w640-h429/MALABIA%20-%20postal%20separata%20Suplemento%20-%20Michelena.png" width="640" /></a></div><br /><b><br /></b></span><div><b style="font-size: x-large;">Nexo, Destabanda y Cuadernos de Granaldea</b></div><div><b><br />TRES MOJONES DE UN PROYECTO CULTURAL DURANTE LA DICTADURA URUGUAYA</b> (un aporte testimonial) <br /><br /><br />Me voy a ubicar, desde el comienzo, en el lugar del implicado. Porque fui parte de la peripecia cultural que comenzó con Nexo, siguió con Destabanda y culminó en los Cuadernos de Granaldea. Pero sinteticemos primero el escenario de aquel entonces. <br />El denominado, por el régimen cívico-militar uruguayo, “Año de la Orientalidad” (1975), se caracterizó por una gran purga en la enseñanza, desde el nivel de Primaria a la Universidad; comenzó con el semanario Marcha clausurado definitivamente (en noviembre del 74). Unos meses más tarde se prohibió el accionar cultural de Teatro El Galpón, en un marco de feroz represión de militantes políticos, gremiales o simplemente sociales y culturales. La censura de libros, publicaciones, películas, obras de teatro y letras de canciones, se volvió pan de cada día. <br />Tal fue el contexto en el cual apareció la revista Nexo. <br /><br /> <br /><b>Un Nexo polémico </b><br /><br /> <br />Los que la hicimos éramos veinteañeros, y llegamos al proyecto luego de experiencias similares poco antes del Golpe: Roberto Mascaró, dirigiendo la revista de poesía Son (1971-72, cuatro números), y en mi caso la dirección de la revista literaria El pez digital (1971, único número) y la participación en el consejo de redacción de Opus (1971, dos números). No fue, entonces, la típica primera publicación. Pudimos llegar a Nexo aprovechando lo que nos habían aportado aquellas iniciales experiencias. <br />Nuestro modelo fue, y en eso no resultamos nada originales, la revista Crisis que se publicaba en Buenos Aires y circulaba también en Montevideo, una publicación que marcó un perfil renovador (lo que se reflejó en el diseño de las carátulas, la diagramación y en algunas secciones). A pesar de nuestra desmedida admiración por Crisis, logramos no obstante esbozar un proyecto propio, ajustado a la modestia de los medios que disponíamos (todo se hacía a pulmón, y el dinero salió de nuestro bolsillo y de algunos pocos avisadores entre los que se contaban las casi únicas editoriales de la época, Banda Oriental y Arca). Para quienes conocieron Crisis, vale aclarar que no la emulamos en el formato. Nexo tuvo un tamaño de libro grande o cuaderno; las carátulas de cada entrega se caracterizaron por colores (Nro. 1 naranja; Nro. 2 azul), y en la misma aparecían –igual que en la argentina- los títulos principales. La impresión se hacía en CBA, la offset de Antonio Dabezies, responsable de un alto porcentaje de las ediciones alternativas en los años de facto. No tenía colores en sus páginas, pero sí ilustraciones en blanco y negro (alguna foto, pero sobre todo dibujos de artistas plásticos –que se integraron al grupo- como Miguel Malfatto y Beatriz Gulla). <br /></div><span><a name='more'></a></span><div>En aquella redacción ambulante –que circuló de café en café, del Sorocabana de la plaza Cagancha a Los Inmortales de la plaza Matriz, y de la confitería La Liguria en la Unión al Sirocco de 8 de Octubre y Manuel Albo- teníamos ideas claras sobre qué íbamos a hacer. Sabíamos que, ante la ausencia a esa altura evidente de medios de prensa que se contrapusieran al coro monocorde de la prensa grande alineada con la dictadura, la revista iba a ser leída también como vehículo periodístico; de ahí secciones como El toro por las guampas y las dedicadas a las noticias y misceláneas, y también el alcance más general de algunas notas.</div><div>Pero vamos a recordar a algunos de los participantes, que al pasar de los años lograron destaque en diversas áreas de la cultura: Julio Varela –escribió una nota sobre la subcultura rock- se convirtió años después en periodista especializado en divulgación científica. Ana Luisa Valdés, que publicó en la revista su primer cuento con seudónimo (estaba todavía presa en Punta Rieles), más adelante se radicó en Suecia encauzándose como traductora, escritora y periodista. Asistía a aquellas reuniones interminables un jovencísimo Antonio Ladra, que tuvo a partir de los ochenta una carrera periodística notoria. Y en las mismas condiciones lo hacía Luis Pereira, hoy valioso poeta, constante editor del género, gestor e infatigable promotor cultural. Y, last but not least, los ya nombrados al comienzo: Roberto Mascaró, que tenía claro su camino en la poesía, quien es –luego de tres décadas de vivir en Europa- uno de los poetas más significativos fuera de fronteras. Y quien esto escribe; hasta el presente en periodismo cultural (en los últimos años en proyección latinoamericana); fiel a la poesía y también a la narrativa, pero sobre los años ochenta encauzándome en la crónica urbana e histórica y también en el ensayo. <br />La pregunta pertinente puede ser: ¿cómo se formó el grupo, en medio de la cerrazón de aquellos años? El núcleo inicial lo constituimos Roberto, su hermana Gabriela Revel (muy joven, y buena narradora) y yo. Logramos conectar al resto, en la primavera del año 1974, a través de cartas en los medios –El Diario de Noche y El Día; en radio: La 30 y Discodromo Sarandí- donde sintetizábamos la idea y sus objetivos. Fueron muchísimos los jóvenes que se acercaron, pero al final quedaron pocos pues fuimos muy selectivos, y porque otros, que sólo querían ver sus poemas en letras de molde, se cansaron de las eternas discusiones y debates que caracterizaban nuestros encuentros. Por cierto: éramos visitantes asiduos de las editoriales antes mencionadas, y no fue casualidad que en el primer número apareciera un cuento de Milton Fornaro (en ese entonces lector de Arca), y en el segundo una crítica de Heber Raviolo (director de Banda Oriental) sobre novela de Alejo Carpentier. También la conexión con el profesor José Pedro Díaz, que publicó en el Nro. 2 un estudio sobre Las cartas del vidente de Rimbaud junto con una de ellas, llegó por esta frecuentación. <br />Vale la pena detenernos un momento en el clima de aquellas reuniones montevideanas, a veces en cafés y confiterías y otras en mi casa en el Parque Batlle, o en la de la Roberto en La Unión. Era una asamblea incesante, donde se discutían las notas principales, se decidían los títulos, se evaluaba el material literario, y se pensaba incluso la proyección que podía tener la revista. Pero además intercambiábamos libros, notas de prensa, opiniones e ideas; el tema casi exclusivo era lo cultural, con cierto énfasis en las letras, pero con genuino interés en el hecho plástico, el cine, el teatro e incluso la televisión (Mascaró preparó –para el Nro. 1- un interesante ensayo titulado Superman siempre vuelve o el éxito de Kung Fu, referido a la serie que por entonces estaba en el pico de su popularidad). <br />Fueron solamente dos números –Febrero y Junio de 1975- que causaron cierto impacto en el medio. Se vendieron en librerías y algunos quioscos céntricos, e increíblemente se agotaron. No fue tanto el interés o calidad de lo publicado, sino que muchos lectores, sobre todo jóvenes, captaron en Nexo un matiz alternativo y renovador, independiente y crítico, que no era para nada habitual en medio de la atmósfera opresiva y monocorde de entonces. En ambas entregas alternamos textos literarios de algunos colaboradores –Maeve López, Mascaró, René Cabrera- con otros de poetas del pasado reciente como Saúl Pérez Gadea. La nota principal del Nro. 1, de mi autoría, es una evaluación y puesta al día del estado de las cosas, con título significativo: ¿Existe la cultura uruguaya? El equipo de redacción se encargó de las entrevistas a Rubén Yáñez, de El Galpón, y Manuel Martínez Carril, de Cinemateca Uruguaya. El complemento fueron los comentarios teatrales y de libros, las reflexiones y noticias culturales. <br />Es interesante citar textualmente algunos párrafos de algunas de las notas de Nexo. En la recién citada, ¿Existe la cultura uruguaya?, escribí lo siguiente: “El papel que nos toca jugar a los nuevos es muy arduo porque, contestando a la pregunta del título, podemos afirmar que –y recién es posible verlo ahora, a la luz del proceso en que estamos sumergidos- la cultura nacional no existe, hay que hacerla a partir de lo sembrado por la Generación Crítica. Y en otra nota, titulada Cambiar la vida, complementé lo anterior con esta afirmación: “Pero, lo fundamental va a ser estar abiertos al viento del mundo, redescubrir las potencias revulsivas del arte, tener muy en cuenta el cambiar la vida de Rimbaud”. Cabe aclarar que, si bien escribí estas notas, las mismas fueron discutidas, tamizadas, corregidas y avaladas en grupo. <br />La revista tuvo meses después un intento de proyección a Buenos Aires donde llegó a circular el segundo número –en impresión porteña- con dos pliegos encartados conformando un suplemento local. Quien tuvo esa iniciativa fue Maite Somellera, que había participado de nuestras reuniones y luego se radicó en la vecina orilla. Ya en el año 1976, cuando preparábamos la tercera entrega, quien esto escribe –que era Redactor Responsable- se vio obligado a visitar el siniestro Departamento 2 de Inteligencia y Enlace, donde quedó en claro, de forma contundente, la imposibilidad de seguir sosteniendo esa aventura, que no era bien vista por el régimen (que la clausuró, aunque no la consideró merecedora de la difusión pública de la resolución...). <br /><br /><br /><b>Un puente llamado Destabanda </b><br /><br /><br />A finales de 1977 apareció en el ámbito de la tradicional Feria de Libros y Grabados una nueva publicación literaria. Más que de una revista, se trataba de un periódico tabloide de impresión modesta, tipográfica. La dirección estaba en manos de un poeta de Young, por entonces afincado en la capital, Alberto Aiello. A éste yo lo había conocido porque fue uno de los tantos que se acercó a Nexo de manera fugaz. En el nuevo emprendi-miento participaron algunos de los que habían sido colaboradores de aquella, como el promisorio Enrique Martínez Larrechea, y los ya nombrados Luis Pereira, René Cabrera. <br />Destabanda no tuvo aquel carácter democrático, donde el grupo iba armando cada número a partir de la asamblea permanente. Tal vez por características personales de su director, las decisiones editoriales quedaron en pocas manos. Coincidió con su antecesora en la carencia de una sede; las reuniones las realizábamos en cafés, pero también en el taller de la artesana Sara Venturino –en la calle Paysandú, en pleno Centro- quien por amistad nos cedía un espacio para nuestros encuentros. <br />En ese número, con mala diagramación y sin ilustraciones, se publicó una semblanza de Robert Lowell a propósito de su muerte escrita por Roberto Mascaró, acompañada de un texto del poeta evocado. Además de cuentos y poemas de colaboradores. Y apareció un nombre nuevo –el del polemista y polémico Alberto María Triangullare- que iba a tener activo protagonismo años después en Cuadernos de Granaldea, firmando un análisis de la incidencia que habían adquirido en el Montevideo de entonces ciertos pensares irracionalistas y ocultistas, con el sugestivo título de El asalto a la razón, o lo que va de Einstein al gurú Maharj Ji. <br />Aparte de las firmas que se reiteraban, por su línea muy jugada a lo generacional y su postura crítica ante la situación del momento, Destabanda fue en los hechos una continuación de la tarea de militancia cultural que se había planteado dos años antes el equipo de Nexo. Pero hubo un matiz diferenciador, que se puede apreciar con mayor claridad en el Nro. 2 (de 1979): la preocupación preponderante por el interior del país y por la situación de orfandad en que se encontraban sus creadores. No es casual que la redacción se ubicara en Young (departamento de Río Negro); una opción reafirmativa de esa inquietud sin lugar a dudas. La proyección regional estuvo marcada por el recuerdo del poeta entrerriano Juan L. Ortiz –a través de nota y uno de sus poemas- que había fallecido unos meses antes, en 1978. En la segunda entrega se destacan, además, la entrevista de Luis Pereira al escritor Milton Schinca, que conducía en esos momentos el programa Boulevard Sarandí en CX 30 La Radio. Los poemas de Ricardo Prieto, que entonces residía en Buenos Aires, al cual me unía una larga amistad. También poesía de Macunaíma (Atilio Pérez Da Cunha), quien sin participar en Destabanda la siguió de cerca por afinidades y amistad con nosotros. La excesiva discontinuidad le restó incidencia a la revista, que llegó a tener un tercer número –en 1982- poco relacionado con los anteriores salvo en la dirección y algún colaborador. <br /><br /><br /><b>Cuadernos de Granaldea: la culminación de un proyecto </b><br /><br /><br />En esos encuentros –muy deliberativos, al estilo de aquellos que preludiaron Nexo por el 74- surgió la idea de transformar un proyecto cultural del año 1978, los Libros de Granaldea, en una publicación que llevaría el título de Cuadernos de Granaldea. En esto hubo también continuidad: quienes llevamos adelante esa aventura editorial fuimos Mascaró y quien escribe esto. Y el primero sería publicado en Cuadernos, donde aparecieron algunos poemas que integraron más tarde su libro Chatarra/Campos. <br />La revista tuvo cinco entregas y una extraordinaria. La primera en diciembre del 80, cuatro en el año 81, y la última en julio del 82. El formato resultó similar al que había tenido Nexo un lustro antes, y hasta la imprenta (CBA) era la misma. Pero es claro que los tiempos resultaron diferentes y el equipo más experimentado, lo que se reflejó en varios aspectos: no se pretendía seguir un modelo prestigioso (la similitud de Nexo con Crisis), y por el contrario se remarcaba la necesidad de darle un toque original, utilizando dibujos, fotos y composiciones de artistas plásticos (Osvaldo Ferreira, Álvaro Cármenes, Hugo Alíes, hicieron carátulas o ilustraron la publicación). En la temática, el cambio se refleja en la importancia dada al fenómeno –entonces en pleno desarrollo- del Canto Popular, a través de reportajes (a Eduardo Darnauchans), colaboraciones (Leo Masliah), comentarios y referencias. <br />Las páginas de Cuadernos de Granaldea estuvieron abiertas a los escritores notorios de varias generaciones: la poeta Marosa Di Giorgio, el narrador Gley Eyherabide, los poetas Rafael Courtoisie y Rolando Faget, el dramaturgo Ricardo Prieto. Y también a escritores de otras latitudes, como el gran narrador argentino Héctor Tizón, y el enorme poeta Juan Gelman, de quien se publicó un texto en separata (en formato poster). También hubo un esfuerzo de romper la balcanización cultural que –entonces y ahora- nos empobrece, a través de la difusión de dos muestras antológicas de poesía joven: una peruana y otra argentina; en ambos casos: fueron compiladas para Cuadernos de Granaldea, la primera por el poeta argentino-peruano Reynaldo Jiménez, colaborador desde la orilla de enfrente de la revista, y la segunda por quien esto escribe (a partir de envíos desde Buenos Aires). <br />La revista se vendía en librerías, pero también en los recitales de música popular, en eventos organizados por el movimiento cooperativo (en esos años muy pujante), y al llegar diciembre en la Feria de Libros y Grabados (donde tenía su stand). Sin reiterar el fenómeno de Nexo, trascendió igualmente el circuito elitista de las publicaciones literarias y logró proyección hacia públicos más amplios. <br />La parábola que va de Nexo a Cuadernos es sintomática, más allá de sus valores y limitaciones, como modelo de trabajo cultural alternativo en los años de la pasada dictadura. Rescatarla, desde el lugar del participante comprometido, puede ser un modesto aporte para ir recuperando la historia del período en toda su riqueza de matices y gradaciones. Porque no todo esfuerzo opositor fue político partidario, ni en lo cultural fue privativo de lo institucional y/o prestigioso. Y la historia reseñada es un ejemplo. <br /> <br /><br /><b>Alejandro Michelena </b><br /><br /> <br /> <br /><br /> <span class="fullpost">
</span></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-48100017555369851792023-06-09T02:32:00.003-07:002023-06-09T02:37:34.745-07:00American comedians<br /><br /><span style="font-size: medium;"><b>George Carlin</b> (12 de mayo de 1937 - 22 de junio de 2008) fue un comediante, actor, autor y crítico social estadounidense. Era conocido por su comedia negra y sus reflexiones sobre política, psicología, religión y varios temas tabúes. Su monólogo de "siete palabras sucias" fue fundamental para denunciar un caso de corrupción en la Corte Suprema de USA. Considerado como uno de los cómicos más importantes e influyentes de todos los tiempos, un periódico lo calificó de "decano de los comediantes de la contracultura". <br />El primero de los 14 especiales de comedia stand-up de Carlin para HBO se filmó en 1977. Desde finales de la década de 1980, las rutinas de Carlin se centraron en la crítica sociocultural de la sociedad estadounidense. A menudo comentaba sobre cuestiones políticas contemporáneas en los Estados Unidos y satirizaba los excesos de la Cultura de su país.</span><span class="fullpost">
</span><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/5VjPUjhTdrg" width="320" youtube-src-id="5VjPUjhTdrg"></iframe></div><br /><div><br /></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-60801899412517892352022-05-30T10:02:00.000-07:002022-05-30T10:02:20.902-07:00<span class="fullpost">
</span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/t4m0NxuU0sg" width="320" youtube-src-id="t4m0NxuU0sg"></iframe></div><br />FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-67719936575779117382022-05-30T09:54:00.000-07:002022-05-30T09:54:02.915-07:00<span class="fullpost">
</span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipe_9MQJhiJ-WNcDdUc9A86rKwOURrO7-kdFZmYcLKDT43ZaFCLY1LOmGoFG7QhHJhJzd-EjFMlP2ML-XdFMFuAOGIACdO5UoFtZayy9jHUDYyhNvi8Skix8Vjpgi-i0-TsBjR3BofE-PKy0M91Un7k0gH7O1-g4QW8ealGQv4CWtPyL7oDTsoVBSW/s673/huxley.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="384" data-original-width="673" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipe_9MQJhiJ-WNcDdUc9A86rKwOURrO7-kdFZmYcLKDT43ZaFCLY1LOmGoFG7QhHJhJzd-EjFMlP2ML-XdFMFuAOGIACdO5UoFtZayy9jHUDYyhNvi8Skix8Vjpgi-i0-TsBjR3BofE-PKy0M91Un7k0gH7O1-g4QW8ealGQv4CWtPyL7oDTsoVBSW/w400-h229/huxley.jpg" width="400" /></a></div><br />FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-59839255310130002242022-03-23T09:13:00.005-07:002022-09-30T04:13:54.838-07:00Entrevista a Mujica<span style="font-size: large;"><b>Extractos de una entrevista del diario El Mundo a José Mujica en el 2014 <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div></b></span><br /><span style="font-size: medium;"><i>Su nombre suena para el Nobel de la Paz. ¿Se ve ganando este premio?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy_7qLU0rIHqkDd_SUoDzDFc-eJmyT3nwb-jE7SxbekWzu08YdnZXR520jpGPqV07z2FfqUYZGdD7Off0M81meRd4DmtiH4wpMzouWg8NCLIgQfb1SMoVANO_caEVBMEZUAoXvE-eGLKVoEToq8ri18BOTsZkYFiNxh5p6z-JRBe1R18bgC2btyncv/s1600/muji.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1335" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy_7qLU0rIHqkDd_SUoDzDFc-eJmyT3nwb-jE7SxbekWzu08YdnZXR520jpGPqV07z2FfqUYZGdD7Off0M81meRd4DmtiH4wpMzouWg8NCLIgQfb1SMoVANO_caEVBMEZUAoXvE-eGLKVoEToq8ri18BOTsZkYFiNxh5p6z-JRBe1R18bgC2btyncv/s320/muji.jpg" width="267" /></a></div><br /><br /></i><br />No, en absoluto. Yo no puedo ni debo aceptar premios a la paz en las condiciones de este mundo. Se criticó mucho la Guerra Fría y, obviamente, no fueron años dulces; pero fueron mucho más ordenados que el desastre que tenemos hoy en día. Por lo menos antes había teléfonos y los tipos se hablaban, había reglas del juego. Lo de hoy es una locura. Que no me vengan a decir ¡ay la Guerra Fría! porque esto es la guerra caliente. Conflictos en Ucrania, en Libia, en Irak, ni hablemos de Siria, Palestina o África...En esas condiciones el Nobel de la Paz no lo veo.<br /><br /></span><div><span style="font-size: medium;"><i>Habla de conflictos internacionales, ¿teme que pudiera surgir un clima parecido al de la Guerra Fría con lo que está ocurriendo entre Rusia y Ucrania?</i><br /><br /></span></div><div><span style="font-size: medium;">Ni Europa es la misma ni Rusia es la misma. Es mucho más complejo. Pero quienes manejan Europa no deberían manejar tanta tontería y deberían entender los mensajes elementales de la geopolítica. El primero dice: nunca pidas o exijas lo que no te pueden dar y es una provocación a la vieja Rusia en su puerta. Ucrania es un territorio que debería ser puente y lo han querido transformar en una parte definida de Europa. Esto desató al oso de la estepa, que no puede permitirlo. No es que Rusia tenga derecho a apropiarse de Ucrania, es que Ucrania debe ser objetivamente mucho más neutral entre Rusia y Europa para que sea una tierra habitable. De lo contrario, entra en contradicciones muy dolorosas dada la conformación de su población, su historia y su pasado.<br /></span></div><div><span style="font-size: medium;"><span><a name='more'></a></span><i><br /></i></span></div><div><span style="font-size: medium;"><i>Recientemente ha calificado de genocidio las acciones de Israel sobre la Franja de Gaza. ¿Cree que este conflicto terminará algún día?</i><br /><br /></span></div><div><span style="font-size: medium;">Por sí solo no puede terminar, hay una responsabilidad de la comunidad internacional. Si hay una frontera que precisa cascos azules, ésa es la de Gaza; pero Israel no quiere porque lo percibe como un atentado a su soberanía. En lugar de hacer muros, sería más inteligente permitir cascos azules y terminar con el infierno de la guerra y entrar a negociar las condiciones de paz y reconocimiento mutuo. Lo que dice Hamas sobre que Israel tiene que desaparecer del mapa es un disparate, ésa es la lógica del odio. Pero claro, esa espiral militar de unos tirando cohetes a ciegas y los otros bombas, ya sea sobre una escuela o un hospital, no crea más que odio de guerra. Eso es lo más estúpido para encontrar soluciones de carácter político. Estados Unidos podía ahí ser un poco más imperialista. Meter a los rubios entre medias y mandar parar a los dos bandos, pero no le da por ese imperialismo, ése sería un imperialismo bueno.<br /><br /><i>¿Y cómo ve la evolución de Venezuela?</i><br /><br />Es un proceso que debe decantarse por sí mismo y hago votos para que se luche dentro de un sistema de libertades políticas que aseguren los procesos electorales. Creo que hay que ayudar a que las contradicciones se racionalicen y no meter tanto caldo desde afuera, tanto mensaje intervencionista. La provocación en un país como Venezuela no lleva a ningún lado, más bien puede llevar a la intolerancia del propio régimen.<br /><br /><i>¿Cuál es el principal problema de este país?</i><br /><br />Venezuela es un país riquísimo y esa es su mayor condena. El petróleo es como una maldición, tiene una brecha agrícola enorme de importación de alimentos, el coste interno de la energía es increíble, pero pese a todo eso, tiene posibilidades gracias a su gente. Por eso, necesita reencontrarse como sociedad. Pero no hay derecho a meterse en las cosas de Venezuela. Siempre me preguntan: ¿qué piensa de Venezuela y de Cuba?, pero ¿por qué no me preguntan sobre China? No lo hacen porque es una potencia económica muy importante. Hay una tolerancia bárbara con China, pero no con Venezuela y Cuba. ¿Por qué no me pregunta sobre esos señores de Arabia que van con toga y brillantes? Que Dios me libre si a eso se le puede llamar democracia...<br /><br /> <br /></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span><br /> <span class="fullpost">
</span></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-7691036759408221762022-02-26T05:22:00.002-08:002022-02-26T05:22:35.999-08:00Entrevista a Jorge Zabalza<br /><br /><div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjazWJFLJ9qYMgfKe7d8rdixpXgpQ9keYUzRv0XrTs6enbPJOVr0rdgo3pDX13USdkS3IPr4w8IAhoef5gyMZ36bRUM1RRrlWsE_V5z35KZF8VsrPSHF048ZQsj8DSnBLDHEFpPU8ocJ2YmIXfvW1YX8JPObsX37FSonbYMs2c9qo9ELE3oktBU_s1L=s240" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="160" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjazWJFLJ9qYMgfKe7d8rdixpXgpQ9keYUzRv0XrTs6enbPJOVr0rdgo3pDX13USdkS3IPr4w8IAhoef5gyMZ36bRUM1RRrlWsE_V5z35KZF8VsrPSHF048ZQsj8DSnBLDHEFpPU8ocJ2YmIXfvW1YX8JPObsX37FSonbYMs2c9qo9ELE3oktBU_s1L" width="160" /></a></div>Falleció en Montevideo Jorge Zabalza, destacado integrante del movimiento tupamaro uruguayo. En esta entrevista de la revista Hemisferio izquierdo (2017), nos da su visión personal de los acontecimientos en Uruguay desde los años sesenta.<div><br />En el año `71 se crea el FA ¿qué lectura hace en ese momento el MLN de esa creación? <br /><br /><div>En los ‘60 la política no se hacía desde el sillón parlamentario o el bureau institucional. El FA nació con las calles ardiendo de lucha popular, con la represión ensañada, castigando a obreros, estudiantes y vecinos organizados. Desde Maroñas a La Teja y el Cerro se reprodujeron formas de lucha que hoy parecen de otro planeta: liceos y hospitales populares, movimiento para no pagar a UTE, campamentos de desocupados, los ‘peludos’ marchando por todo el país, estudiantes acampando en fábricas ocupadas, comisiones vecinales de apoyo a los obreros en huelga.</div><span><a name='more'></a></span><div>En la lucha se identificaba con claridad al enemigo: las 500 familias dueñas del Uruguay, el capital transnacional, las fuerzas armadas, el poder judicial, la policía que asesinaba militantes, los rompehuelgas, los parapoliciales, la embajada de los EEUU. Decenas de miles dejaron de ser espectadores pasivos y se transformaron en protagonistas activos de la vida política. Formaron el espacio político que rompió con el sistema imperante y reconoció la necesidad de revolucionarlo, que se identificó con la iconografía combativa de la revolución cubana y navegó en la corriente revolucionaria latinoamericana. En ese terreno se multiplicó un nuevo tipo de luchadores, ideológicamente inclinados a la acción directa de masas, que miraban con simpatía la lucha guerrillera y la auto-organización armada. El movimiento guerrillero creció y se desarrolló requerido por esos núcleos convencidos de que su única opción era armarse para luchar. La revolución no era un horizonte sino una cercanía, una posibilidad actual, ¡qué difícil hacerse entender hoy día con los espíritus tan aplacados que se vuelve imposible hablar de revolución! <br />El fin de la pasividad del pueblo fue el fenómeno de carácter más revolucionario de todo el período 1968/73. En la lucha activa las bases sociales se fortalecieron, su espíritu se hizo tan fuerte que logró resistir indemne el terrorismo de Estado y resurgió incontenible en 1983. Fueron esas multitudes insurrectas las que dieron origen al Frente. En realidad, los comités frenteamplistas de 1971 eran apenas una nueva forma de organización de las bases ya movilizadas en los barrios y gremios. El ‘Frente-movimiento’ -con su subjetividad anti-sistema- nació casi espontáneamente, bastante antes que el ‘Frente-coalición’. Su existencia debió ser aceptada a regañadientes por algunos dirigentes que tenían pavor a la auto organización y la autonomía, y luego fue permanentemente ocultada o tergiversada en función de mezquinos y ‘políticamente correctos’ intereses.<br />Se leyeron en clave de asalto al poder las luchas populares, pero esa lectura no se supo traducir a una forma masiva de hacer política armada, no se encontraron formas guerrilleras que pudieran ser adoptadas por el movimiento popular, paso previo y necesario a la insurrección popular. Como la guerra de todo el pueblo en Vietnam, como el pueblo en armas de José Artigas. Era el problema esencial de la revolución en el Uruguay y el MLN (T) se lo planteó desde fines de 1968. No logró resolverlo nunca y, en consecuencia, fracasó en su proyecto político-militar.<br />No todos en el movimiento popular leían la coyuntura de la misma manera que el MLN (T). Había quienes pensaban que la táctica de radicalizar la lucha contra el sistema se salía de los carriles establecidos y se salteaba las etapas del esquema preceptuado por el dogma estalinista. De esa visión tan estructurada surgió la propuesta de avanzar en democracia hacia la democracia avanzada, trabalenguas que resumía la tesis acerca de la posibilidad de acceder al poder por la vía electoral y parlamentaria en acuerdo con una burguesía presumida nacional. El asalto al poder se debía posponer hasta que se dieran condiciones más favorables en el campo internacional, tal vez hasta que la URSS derrotara al imperialismo en la competencia económica. Los afiliados a esta tesis se dedicaron a contener la masificación de las ideas guerrilleras del ‘dos, tres...muchos Vietnam’, que consideraban incompatibles con la coexistencia pacifica con los EEUU. De todas maneras, pese a las tentativas de aplastarla a golpes de ‘unidad, unidad’, la batalla de ideas sobre las formas y métodos de lucha creó un torbellino que atravesó las organizaciones obreras, estudiantiles y vecinales . <br />La brutalidad de Pacheco Areco también provocó el cisma que separó a las dos corrientes históricas del Partido Colorado: por un lado, los herederos de Julio César Grauert se agruparon en torno a Zelmar Michelini y el general Líber Seregni, rompieron con el gobierno autoritario y terminaron creando el Frente del Pueblo y, por el otro, los ‘colorados’ del mismo corte ideológico que Fructuoso Rivera, la ‘Defensa’ en la Guerra Grande, Venancio Flores y Lorenzo Latorre, cerraron filas detrás de Pacheco Areco y los grupos fascistas que lo rondaban. En el Partido Nacional se dio un fenómeno de características similares que alineó la derecha cavernícola alrededor del coronel Mario Aguerrondo -creador de la Logia Tenientes de Artigas en el ejército- y de M. Recaredo Etchegoyen, al tiempo que agrupó los sectores progresistas tras el liderazgo político e ideológico de Wilson Ferreira Aldunate. Engendrado por el pueblo que se movía y luchaba, el Frente Amplio nació gracias al poder de convocatoria de Zelmar y Seregni, cuyas influencias fueron decisivas para la concreción del proyecto.<br />Durante meses la política con armas había desplazado a la política electoral del centro de la atención pública, pero la progresiva militarización de las acciones guerrilleras y el apartarse del entendimiento popular, se tradujo en un fuerte deseo de detener el sacrificio y el derramamiento de sangre. En el imaginario popular la apertura de un camino alternativo a la guerra civil se sintió como un alivio a la tensión. ¿Cómo desconocer esas esperanzas? Era imposible soslayar el fenómeno de indudable carácter popular, que introducía un nuevo actor y determinaba una nueva coyuntura. La oferta de recomponer el país de los amortiguadores de modo que hiciera posible ‘el cambio revolucionario en paz’ canalizó la lucha popular hacia lo electoral y lo parlamentario, viraje decisivo de la subjetividad popular que el MLN (T) contempló al apoyar críticamente el nacimiento del Frente Amplio, pero que desconoció al persistir en la militarización de su accionar político. El desarrollo de la coalición no se detendría, independientemente de la voluntad del MLN (T). Raúl Sendic fue el principal promotor del “apoyo crítico” al FA con el propósito de evitar el aislamiento de la guerrilla tupamara y la caída en posturas sectarias respecto a otras fuerzas de izquierda. Por el contrario, dividir la izquierda y obstaculizar la creación del FA sólo traería desánimo y decepción en el movimiento popular, un clima muy poco propicio para continuar haciendo política con armas.<br />El MLN (T) entendió públicamente que (…) “no creemos, honestamente, que en el Uruguay, hoy, se pueda llegar a la revolución por las elecciones. No es válido trasladar las experiencias de otros países”. Pese a su congénita desconfianza hacia lo electoral, entendió que era bienvenida “la unión de fuerzas populares tan importantes, aunque lamentamos que esta unión se haya dado precisamente con motivo de las elecciones y no antes. (...) Al apoyar al Frente Amplio, entonces, lo hacemos en el entendido de que su tarea principal debe ser la movilización de las masas trabajadoras y de que su labor dentro de las mismas no empieza ni termina con las elecciones (...) La lucha armada y clandestina de los tupamaros no se detiene”. El ‘Movimiento de Independientes 26 de Marzo’ agrupó la consciencia insurgente, que veía las elecciones de 1971 como un paso inevitable camino a la insurrección popular. La lucha armada no se detuvo, es cierto, pero la historia enseña que en adelante predominaron las urnas y el palacio legislativo sobre las formas de acción directa y se adormecieron las ideas de lucha revolucionaria. <br /><br />¿Cuáles son las razones que tiene el MLN a la salida de la dictadura para ingresar al FA?<br /><br />En 1985 las y los liberados buscaron reorganizar su identidad tupamara, más por instinto de supervivencia que tras un programa o proyecto político definido. Por el contrario, la dispersión en las cárceles y el exilio produjo más de una docena de proyectos diferentes, todos ellos aspirantes a hegemonizar la reorganización. Además, el aquelarre aquél de los primeros días fue tironeado por impulsos contradictorios, de un lado el deseo de reincorporarse organizadamente a la vida política, mientras que del otro, el escepticismo congénito de los tupas hacia la democracia formal se resistía a aceptar de buenas a primeras el régimen instalado luego del Club Naval. Deseo y escepticismo fueron determinando oscilaciones en el pensamiento y actitudes de cada liberado y cada liberada.<br />A medias empujados por el movimiento popular y con su impunidad asegurada por el Pacto del Club Naval, los milicos se replegaron ordenadamente a los cuarteles. Desde su atalaya vigilaban y controlaban las fuerzas populares que los habían rechazado en el NO de 1980 y en el Río de Libertad de 1983. Conservaron intactas sus fuerzas, su cadena de mando y su estructura ideológica, sujetando a la tutela militar la ‘democracia a lo Sanguinetti’. Por otra parte, la reconquista de algunas libertades sindicales y populares creaban la sensación de que habría democracia para rato... aunque fuera tutelada. El híbrido político que bosquejamos en 1985, resultaba de la cruza entre el respeto hacia el sentimiento popular de haber reconquistado la democracia y la necesidad de defenderse de los tuteladores. El espanto que causaba la serpiente enroscada en los cuarteles apresuró los acuerdos entre los reorganizadores del MLN (T). La profecía del acto del Franzini sobre la posibilidad cierta de malones cuarteleros no era ninguna locura. Los ‘carapintadas’ se encargarían de confirmarla.<br />La crítica al militarismo del pasado ayudó a concebir la organización del futuro como instrumento para el desarrollo de un movimiento de masas capaz de resistir los malones fascistas que avistábamos en el horizonte. Ya no creíamos en un aparato armado-ombligo del mundo, sino en una revolución que suponía el florecimiento de las ideas de poder popular y que, en 1985, pasaba por la transmisión del alerta a través de la militancia inserta en sindicatos, cooperativas, gremios y organizaciones vecinales. Las experiencias de movilización bajo dictadura y la concepción de poder popular llevaban a confiar en la capacidad de iniciativa y auto-organización de la gente. Raúl Sendic planteó que la unidad debía re-surgir desde las bases sociales, porque “tal vez lo que los dirigentes no consigan lo logremos trabajando desde abajo, pacientemente, codo a codo con hombres y mujeres de diferentes tendencias” (Acto del Franzini, 19/12/1987). Propuso un Frente Grande no para ganar elecciones sino para movilizarse por el programa popular, para distribuir las tierras y mejorar la vida de los trabajadores rurales, para terminar con la banca extranjera y con la sangría de la deuda externa, para un aumento general del salario que traiga el ensanchamiento del mercado interno. Un Frente Grande para unirnos sin exclusiones, pero no para transar, ni para transar con el que transa. ¡Un Frente Grande de imbancables!<br />También fue cierto que, al abrirse las cárceles, zambullimos en el mar de emociones y sentimientos frenteamplistas que sobrevivió el estigma, las persecuciones y el terrorismo. El movimiento popular sentía que las banderas de la reconquista y la esperanza eran tricolores y que el Frente era el lugar hacia donde convergían en masa tanto lo más progresista del país como parte de la militancia que pretendía revoluciones. Además, de la crítica del pasado, la mayoría de los tupamaros habíamos inferido que en el tercer mundo las revoluciones se organizarían en forma de frentes. El Frente Grande contenía y generalizaba el proyecto de cambio popular que representaba electoralmente el Frente Amplio. Estas consideraciones, muy diferentes a las de 1971, llevaron a pasar del apoyo crítico a pensar en la incorporación lisa y llana a la coalición. Aún así, en el debate interno no hubo unanimidades y una minoría del Comité Central consideramos que se debía postergar el pedido de ingreso hasta que el MLN (T) alcanzara el peso social suficiente para hacerse escuchar con atención. En concreto, antes de ingresar se debía consolidar la influencia de las agrupaciones ampliadas en el movimiento social y el desarrollo del frente grande. También era cierto que mucha gente vinculada a los tupamaros ya integraba los comités de base antes de 1985, sin sentir que se opusieran su militancia frenteamplista y la disciplina a ese MLN (T) que ayudaban a reorganizar. Por aclamación se decidió pedir el ingreso el 11 de abril de 1986 en un Palacio Peñarol repleto de militancia tupamara. Fue mayoría la voluntad de ingresar al Frente Amplio pese a ser sumamente críticos de su ya evidente retroceso hacia las políticas conciliadoras.<br />Los meses que transcurrieron entre la ley de impunidad (22/12/86) y el plebiscito del Voto Verde (19/04/89) estuvieron signados por la militancia de los núcleos más activos. Fueron tiempos de agitación del ‘juicio y castigo a los culpables’, de la recolección y de la defensa de las firmas contra la ley de impunidad y, finalmente, de la campaña por el Voto Verde en los primeros meses de 1989. También fue un período álgido de la lucha sindical -Sanguinetti se vanaglorió de no haber perdido ni un conflicto- y de las ocupaciones de tierras para vivir, algunas organizadas, otras espontáneas. La lucha social creó un punto de encuentro para la militancia radical, ya fuera organizada en partidos o actuando individualmente. La confluencia se cruzó con la necesidad de crear un polo ideológico revolucionario para contrarrestar el retroceso general y, en consecuencia, como expresión de lo más radical y combativo surgió el Movimiento de Participación Popular. Quién diría que la radicalidad combativa haya sido el origen de este MPP esclerosado, aparato que respalda ciegamente las medidas más impopulares del progresismo. El calendario electoral apresuró su lanzamiento formal que tuvo lugar el 6 de abril de 1989 y con el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), el Partido Comunista Revolucionario (PCR), el MLN (T) y muchos militantes independientes entre los que se destacaban Helios Sarthou, Carlos M. Gutiérrez, Jorge Durán Mattos, Marcos Abelenda, Daniel Olesker, Juan Chenlo.<br />Recién entonces, luego de la demostración de fuerza que significó la creación del MPP, se logró superar la oposición al ingreso del MLN (T) al Frente Amplio, tanto la pública y transparente de los demócratas cristianos como la opaca y solapada del estalinismo criollo. La lucha contra la impunidad, donde la militancia de base cobró una fundamental importancia, sirvió para disimular las concesiones y retrocesos del Frente Amplio. La desconfianza de Raúl Sendic hacia la conducción frenteamplista se transmitía en forma de Frente Grande, mientras que en otras y otros tupas, esa misma desconfianza tomó forma de polo ideológico revolucionario. Un tercer agrupamiento dentro del MLN(T) ya estaba carburando la idea de subirse al carro de la conciliación de clases y tomar sus riendas, estrategia que se concretó en los años siguientes.<br /><br />¿Cuales son los motivos por los cuales abandonás el FA?<br /><br />Intrincada madeja. No fue una decisión individual. Hubieron varias esquinas sin retorno que luego de dobladas fueron marcando la línea recta del alejamiento. En realidad nos expulsaron del MLN-MPP, cuando la mayoría se había incorporado al retroceso ideológico, cuestión hoy muy evidente por cierto. Al igual que en toda la historia, las diferencias de concepción surgieron en la discusión concreta de los acontecimientos, donde las actitudes de cada uno decían mucho más que su discurso. Los sermones ‘izquierdosos’ se utilizaban -se utilizan- para encubrir hechos que arrimaban los apóstatas a los dueños de todo y, especialmente, a los militares defensores de la impunidad.<br />Conviene empezar por el análisis la marejada de ocupaciones de terrenos de 1988/89, un hecho social definitorio. El encarecimiento del costo de la tierra en las zonas urbanas con mejores servicios, obligó a emigrar a quienes no podían pagar alquileres o las cuotas del banco hipotecario. Muchos se fueron del país, pero otros terminaron repoblando las periferias de las ciudades. Asimismo, esa crisis en los bolsillos con ingresos fijos hizo crecer y reproducirse la venta ambulante: la gente salió en masa a vender lo que podía. Desde el gobierno se exigió que los damnificados por la política económica resolvieran sus angustias en orden, haciendo cola en los mostradores institucionales. En 1990 el pueblo había concretado sus esperanzas logrando que ‘nuestro’ Frente Amplio gobernara Montevideo y, naturalmente, quienes vivían irregularmente en los asentamientos y quienes vendían irregularmente en las veredas, esperaban el inicio de una nueva era, de ‘nuestra’ era. Más a la corta que a la larga pudieron comprobar que la descentralización, la cartera municipal de tierras y el banco de materiales no marchaban rumbo a la formación de un pueblo en condiciones de gobernarse a sí mismo. Que la regularización de la venta callejera era un instrumento de control y recaudación. Que la descentralización no era el traslado de poder a los vecinos sino la mera desconcentración del pizarrón de quinielas. Por el contrario, con la llamada ‘actualización ideológica’ se disfrazaba de izquierda la aplicación del esquema ‘neoliberalismo con asistencialismo social’ que, en los hechos aunque no en las palabras, significaba la institucionalización de un pensamiento antipopular. La represión municipal a los vendedores ambulantes y a los vecinos que ocupaban terrenos fueron gestos para ganarse las simpatías de los poderosos, las intendencias Tabaré-Arana prefiguraron y anticiparon los gobiernos de Tabaré-Mujica-Astori.<br />El Frente Amplio solamente permitía el debate en los organismos de conducción que controlaban Tabaré-Astori; el autoritarismo en la interna no soportaba que las disidencias internas se expresaran muscularmente o votando aparte de la bancada en el parlamento nacional o en el departamental. Estaba prohibido manifestar descontento cuando Tabaré entregaba las llaves de la ciudad al asesino George Bush (padre). Si bien en el MLN-MPP dominaban los sentimientos de solidaridad, las exigencias prácticas alimentaron la idea de jugar al achique: las olas disidentes debían ser pocas, chicas y mansas para no perjudicar la campaña electoral de Tabaré. Como les encantaba ‘estar’ donde se corta el bacalao, la crítica y la lucha de ideas debía ser dada con ‘lealtad’ hacia los socios coaligados, aunque ellos implicara deslealtad hacia las expectativas y las luchas de los trabajadores o de los vecinos organizados. Los sectores más conservadores del Frente debían sentir seguros con el MLN-MPP, precisaban garantías disciplinarias de antemano y, a cambio, le permitirían algunas pataletas para mantener contenta a la gilada. Era la manera en que el Frente Amplio se convertiría en otro partido del orden burgués, totalmente distanciado de los sectores descartados por el capitalismo.<br />Puede parecer aberrante pero, de hecho, el Frente se oponía en lo nacional a las políticas privatizadoras que justificaba en la intendencia montevideana. Fue larga y enconada la lucha para mantener en la esfera estatal pública la propiedad del histórico Hotel y Casino Carrasco. En 1997 provocó la renuncia de Tabaré Vázquez a la presidencia del FA y la excomunión del presidente de la Junta Departamental por haber votado contra el proyecto presentado por Mariano Arana. De todas maneras las privatizaciones se multiplicaron en el ámbito municipal y finalmente, durante el gobierno de Ricardo Erlich, el Carrasco pasó a manos privadas en las cuales vegeta inútilmente. Ambos fenómenos, ocupaciones y privatizaciones municipales, despertaron demonios y fantasmas no sólo en la derecha y, lenta y paulatinamente, amansaron los leones desdentados, que se incorporaron sin escrúpulos a la línea de la contrarreforma agraria y de la pleitesía frente al capital extranjero.<br />El grupo de militantes encabezado notoriamente por Helios Sarthou rechazamos el disciplinamiento de la expresión política. Expresábamos la solidaridad compartiendo calle y palos con los ambulantes y ocupando con los ocupantes, defendiéndolos en los desalojos fuera quien fuera que los desalojaba. Recíprocamente los descartados nos fueron transfiriendo su irritación e intransigencia, fuimos endureciendo el discurso y la actitud que ya venían endurecidas de la lucha por el Voto Verde. A los feligreses más crédulos les incomodaba el ojo crítico y la desobediencia indebida. Nos volvimos ‘asquerosos’. Las privatizaciones municipales sellaron la domesticación final del MLN-MPP que, en consecuencia, como demostración de buena fe, se sintió obligado a expulsar de sus filas la disidencia indomesticable.<br />Personalmente sentí haber fracasado en dos aspectos sustanciales: en primer lugar, en los esfuerzos por crear una organización de asentamientos al estilo FUCVAM y un movimiento que centralizara los reclamos de la venta callejera. La tentativa ratificó que no es posible organizar la lucha social desde las instituciones estatales. En segundo lugar, fracasé en divulgar y convencer del giro a la derecha del MLN-MPP, nadie creía que tamaña hipocresía fuera posible en quienes habían sufrido calabozos por sus ideas revolucionarias. Ambos hechos repercutieron con mucha contundencia en mi ánimo y me hicieron poner en dudas mis capacidades para contribuir a una acumulación de fuerzas con sentido revolucionario. Me dediqué a ganarme la vida como carnicero.<br />Sin embargo, la infidelidad que motivó el divorcio ideológico tuvo lugar el martes 24 agosto de 1994. A consecuencia de las ideas separadas llegaría más tarde el divorcio político-organizativo. Esa mañana el PITCNT declaró paro general y convocó a concentrarse alrededor del Hospital Filtro para manifestar solidaridad con los vascos en huelga de hambre seca. Lacalle los extraditó al estado Español y a la tortura. El transporte aéreo ya había aterrizado en Carrasco. Los ‘radicales’ habíamos mantenido una vigilia en la calle. FUCVAM se sumó al movimiento. Difundieron CX 44 Radio Panamericana y CX 36 Radio Centenario y la concentración se volvió masiva. Ese mediodía la Mesa Política del FA concurrió en pleno. A las cinco exactamente la Republicana arremetió a caballo, apaleando mujeres con bebés, ancianos y niños. La multitud se defendió de la brutalidad represiva. La policía asesinó a Fernando Morroni. Hirió de cuatro balazos en la espalda al enfermero Esteban Massa que asistía en el suelo al lastimado Ruben Sassano. Carlos Font fue internado con pérdida de masa encefálica y Mónica Ramírez con heridas de balas en el vientre. Esa noche fue asesinado Roberto Facal. Quedaron heridos más de 100 manifestantes en la operación represiva, 15 de ellos a balazos. El miércoles 25 de agosto miles acompañaron a Fernando hasta el Cementerio del Norte. Tres ministros del interior progresistas después, no se ha hecho pública ninguna investigación. Los asesinos y los que comandaron la represión continúan impunes.<br />Estalló la polémica. Sacaron los fantasmas de la buhardilla y concentraron sus ataques en los tupamaros para asustar a los pusilánimes. La derecha presionaba para que el progresismo desmontara el agrupamiento radical. Rápidamente, el Frente Amplio adjudicó su derrota electoral de 1994 a los insoportables núcleos radicalizados. En el Comité Central del MLN(T) se esgrimió la tesis de la ‘no violencia activa’ o acción no-violenta. Se argumentó que al enfrentar organizadamente la represión en Jacinto Vera, se había provocado la masacre y que, de alguna manera, la responsabilidad de la muerte de los compañeros recaía sobre nuestros hombros. Para no dar justificativos a la policía y que no se repitieran sus asesinatos, había que renunciar a la estrategia de crear una fuerza militante con espíritu combativo y sustituirla por la de desobediencia civil o resistencia no-violenta. La conducción frenteamplista quedaría satisfecha de esa manera. <br />Dispersa pero activa, la militancia radical había descubierto otros lugares de encuentro: las Comisiones Barriales de lucha por Verdad y Justicia, la columna Cerro-Teja de los primeros de mayo, la batalla contra el artículo 23, el apoyo a las ocupaciones de tierra y a los conflictos obreros del Espinillar, de la construcción, de la bebida, la química y del transporte. Allí fueron haciendo su propia y montaraz historia, conociéndose y descubriendo formas de coordinación horizontal. Los núcleos activos fueron lo suficientemente hábiles para responder a los ataques de la policía sin aislarse de la abigarrada multitud que rodeó el Hospital Filtro. También logró con su militancia que el 63% del electorado rechazara la “minirreforma” el 28 de ese mismo agosto de 1994. Los representaban un senador y los ediles de Montevideo y Trinidad que denunciaban y actuaban con espíritu extraparlamentario. Caminando hacia un horizonte insurreccional, esa dispersa y poco ordenada fuerza militante demostró ser capaz de actuar con efectividad y de golpear coordinadamente. Su fuerza en blancos, colorados, dirigentes frenteamplistas y ex-guerrilleros domesticados, la necesidad de cortar las uñas del gatito antes que se transformara en tigre. <br />Muy influida por el gandhismo-tupamaro, para no provocar la represión, la juventud del MPP intentó suspender la marcha que, en setiembre de 1994, varias organizaciones estaban coordinando al cumplirse un mes de la Masacre de Jacinto Vera. ‘Manos desconocidas’ acercaron a la orgánica MLN-MPP una cassette grabada en una cuchipanda realizada en la guardia republicana, donde el ministro Ángel Gianola arengaba a sus oficiales para que reprimieran a los grupos radicalizados. La cassete fue esgrimida en la discusión como argumento disuasivo contundente. En la interna del MLN (T) estaba en curso un debate sobre de las relaciones con un grupo de oficiales de los servicios de inteligencia militares. Más allá del testimonio personal -participé en dos de las primeras reuniones, como ya he relatado- resultaba evidente que el MLN(T) estaba siendo atacado por una operación de inteligencia que buscaba neutralizar las perspectivas revolucionarias. Además de ‘establecer un teléfono rojo para impedir que nos enfrenten a militares y tupamaros como en el pasado’ no hubo otras explicaciones. De hecho, al vincularse con el núcleo central del aparato represivo, el MLN(T) estaba pasando por arriba del sentimiento de verdad y justicia para los desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado. Se cruzaba el Rubicón de la ética y la moral. La actitud hizo que muchas y muchos se sintieran empujados fuera del MLN, una manera de expresar con los pies la discrepancia. Otros optaron por quedarse, actitud que significaba convalidar con su presencia la concepción conciliadora. <br /><br />¿Cuáles entendés que son las tareas políticas para la etapa y los principales desafíos para el futuro?<br /><br />En los ‘70 debieron recurrir al terrorismo de Estado para aplastar las revoluciones y suministrar la medicina neoliberal a los pueblos. Una vez marchitas las dictaduras en los ‘80, en varias de las comarcas latinoamericanas se alzaron los pueblos contra el consenso de Washington y la revuelta se tradujo en acceso de fuerzas progresistas al gobierno, que llegaron con la promesa de hacer temblar hasta las raíces de los árboles. Hoy día, en el 2017, está claro que sus políticas asistencialistas no hicieron temblar nada, apenas lograron que los pobres consumieran un poco más que antes o, dicho de otra manera, incorporaron los sectores descartados a la sociedad consumista. También incrementaron el salario, aunque su monto no alcanza a cubrir las necesidades materiales, educativas y culturales del asalariado. Está claro que la política económica del progresismo también favoreció un aumento en la concentración del capital y la propiedad de la tierra, que se puede leer como una mayor degradación de la vida democrática. Aumento de salario y asistencialismo social han sido tan inútiles para resolver el fondo de la cuestión social como los vademécums ortodoxos aplicados por los gobiernos anteriores. Protegida por el progresismo, la burguesía prosigue en su carrera por aumentar la tasa de ganancia a costillas del trabajo y, por consiguiente, la lucha de los pueblos asalariados es un eterno recomenzar.<br />En la medida que requiere redistribución del ingreso, el asistencialismo se contrapone a la voracidad insaciable de las élites dominantes. Sólo les sirve el neoliberalismo sin fomentos. Tampoco la ‘agenda social’ del progresismo es compatible con sus estructurados modos de pensar y de sentir, en especial, les caen gruesas la legalización del aborto, la desproscripción de la marihuana, la defensa de la igualdad entre los géneros y el matrimonio igualitario. Pese a los privilegios para los inversores extranjeros, las zonas francas y las exoneraciones varias, las élites sienten que las democracias, mientras están administradas por el progresismo, han dejado de ser instrumentos útiles a sus designios. En consecuencia, decidieron suministrar sin intermediarios la pócima y el retorno de los brujos parece ser el signo de los tiempos. El fenómeno trajo a Donald Trump y sus cómplices de Wall Street y del complejo de industrias armamentísticas, pero también al fascismo a cielo abierto en Europa y acá, en América Latina, a lo más reaccionario de la derecha, por las buenas en algunos casos -Macri, Kuczynski-, por las malas en otros -Temer- y por las peores también, como ocurrió en Haití y Honduras. Sienten el progresismo como una enfermedad de las democracias formales, sea en Europa, en EEUU o en América Latina.<br />Los pueblos defienden pacíficamente sus conquistas y manifiestan su descontento con el cariz que van tomando las cosas: grupos de estadounidenses protestan frente a los portones y las rejas de la Casa Blanca; los mejicanos denuncian masivamente la política de desapariciones y asesinatos del Estado fallido y narcotraficante; los argentinos amagan con reeditar las jornadas de diciembre del 2001 y los chilenos hacen masivas demostraciones contra las medidas neoliberales del progresismo de la Bachelet. Entonces, para conformar lo más reaccionario, algunos de los gobiernos empresariales emiten señales amenazantes y, en otros casos, como el mejicano y el colombiano, pasan a dar palos sin más. Con su apología de la tortura y de Guantánamo, Trump se convierte en abanderado de las ideas fascistas. Lo sigue el gobierno de Méjico, cómplice en las desapariciones de los 43 normalistas y del asesinato de más de cien periodistas al año. También la Bachelet, que ha dejado totalmente al descubierto su naturaleza racista y autoritaria, aunque encabece una fuerza que pretende ser socialista. Mauricio Macri se burla y ataca a los movimientos sindicales, barriales y feministas. ¿De qué paz y democracia hablan en Colombia y Honduras, donde los paramilitares asesinan luchadores que defienden el medio ambiente y a campesinos de origen maya?<br />Una vez más el estamento oligárquico latinoamericano suelta de la correa a sus cancerberos y vuelve posible e inminente la extensión del ejercicio de la violencia institucionalizada contra el movimiento popular. Las organizaciones del pueblo están sabiendo que en la defensa de lo conquistado corren el riesgo cierto de ser ferozmente reprimidos por la policía… ¿De qué manera puede responder el pueblo mapuche atacado sin piedad por la progresista Bachelet luego de más de 500 años de sometimiento? ¿qué pueden hacer los pueblos de origen maya en Chiapas, Guatemala y Honduras? ¿en qué salida electoral y parlamentaria pueden creer los trabajadores agrarios brasileros, perseguidos como en los tiempos de Canudos? ¿cómo pueden enfrentar la matanza los mejicanos? Hoy día, en América Latina, el análisis político está obligado a tener en cuenta que la ofensiva violenta de la clase dominante legitima las posibles respuestas contraviolentas que obtendrá. Los movimientos de masas nunca se dejaron arrear a los ponchazos.<br />Sin embargo, nada permite augurar una pronta salida de la pasividad del pueblo uruguayo. Acá la hegemonía burguesa funciona a las mil maravillas. Fue así en el Uruguay Batllista y lo es hoy, en el Uruguay Progresista, donde las formalidades democráticas continúan contando con una ancha banda de consentimiento. Basta con permitir consejos de salarios aunque los aumentos no recuperen los triangulitos robados, conque ‘Juntos’ regale unos ranchos mal construidos y Tabaré se deje sacar unas ‘selfies’ en los consejos ministeriales de ‘cercanía’, para cooptar a miles de luchadores y transformarlos en revendedoras de espejitos y cuentas de colores. La lentitud para sacudir la melena es consecuencia directa de la acción de ese colchón de clientes políticos y de sus efectos adormecedores sobre la conciencia social.<br />La historia reciente muestra que los sectores reaccionarios tampoco pudieron evitar los efectos de la amortiguación sobre las conductas políticas. Tal vez por esa razón, años de endurecimiento jurídico paulatino y de represión de baja intensidad debieron preceder al ‘68 del ejercicio abierto de la violencia contra el pueblo. Tal vez para satisfacer esas tradiciones amortiguadores, al dar su golpe de Estado el 9 de febrero de 1973 y antes de pasar abiertamente al terrorismo, los mandos militares recurrieron a la triquiñuela de sentar un títere de cartón en el sillón presidencial y permitieron que el parlamento continuara siendo caja de resonancia de quienes resistían el golpe de Estado. La aceptación de las formalidades democráticas y de los mecanismos amortiguadores ha sido una característica de la vida política a la uruguaya. A la hora de caracterizar coyunturas y definir tareas, el desconocimiento del fenómeno puede conducir al onanismo político.<br />Aunque no todos fueran conscientes de las consecuencias de su actitud, los delegados frenteamplistas que aplaudieron de pie las palabras de Huidobro en la polémica con Hugo Cores del Congreso del 2003, estaban ratificando de hecho la vigencia de la ley de caducidad. Cierto, los feligreses habían sido inducidos por un demagogo de gran calibre, pero las manos alzadas dejaron constancia de que estaban dispuestos a tolerar que tiraran los principios por la borda con tal de ganar unos votos más. Tras esa victoria ideológica, los caudillos frenteamplistas no tuvieron más obstáculos para lanzar por elevación, uno tras otro, la serie de misiles que indujeron el actual clima de impunidad. Se estaba ratificando, veinte años después, el acuerdo de impunidad que sobrevolaba o subyacía el Club Naval. El Frente Amplio se unió ‘de facto’ al pacto de silencio de la mafia militar y policial. Inmoral y solapada política simbolizada con la figura de Fernández Huidobro, pero respaldada indudablemente por la tríada Tabaré-Mujica-Astori. No son inocentes aunque los absuelva la credulidad de sus fieles.<br />La primera señal del endurecimiento ocurrió el 10 de abril del 2007, día que el parlamento de mayoría progresista -que no quiso anular la ley de caducidad- transformó en delito penal las ocupaciones de tierras, fuera para vivir o para trabajar. Esta ley pasó desapercibida en general, pero marcó la disposición de los parlamentarios progresistas para aceptar la mano dura que promovía el poder ejecutivo. A diez años de aquel primer paso, Vázquez firmó el decreto que permite, sin previa actuación judicial, la intervención de otros organismos públicos -léase las fuerzas armadas- para apoyar a la policía en la represión de los cortes de ruta o de calles. Los ministros han salido sin mucho pudor a defender con argumentos banales el permiso para el empleo de la violencia institucionalizada contra la ciudadanía. El decreto solamente cae simpático a los inversores extranjeros y a la rosca empresarial criolla.<br />En este marco de endurecimiento paulatino, no hay inocencia en el fortalecimiento desmedido de la policía, que hoy día no tiene nada que envidiar a las fuerzas armadas en equipamiento, organización y entrenamiento. Como algunos pensaban del ejército en los ‘70, una conducción política adecuada podría transformar la policía en partido del desarrollo económico y social. A medida que la policía es más fuerte, las formalidades democráticas se hacen más débiles. En realidad el Frente Amplio se ha transformado en otro partido político del orden, de un orden ajeno y antipopular, cuyo centro ideológico está en Washington D.C. y beneficia principalmente a las élites criollas. No se hable más de agotamiento del progresismo, debe hablarse lisa y llanamente de su incorporación al sistema de dominación capitalista. Es una rendición incondicional.<br />Tras una ingente y porfiada lucha de ideas, los sectores más activos del movimiento popular logran, por momentos, que la gente se libere de sus ligazones ideológicas y salga a protagonizar inesperados picos de lucha social: las marchas del silencio y las que defienden la tierra, el aire y el agua, la pueblada contra el decreto de esencialidad, la enorme manifestación por la igualdad entre los géneros. Sus reivindicaciones teñirán la lucha de clases del futuro: verdad y justicia, medioambiente, antiautoritarismo e igualdad. Se han conformado columnas masivas de pueblo que marchan en comunicación muy estrecha con el activismo de algunos grupos y que se escurren entre los dedos de la amortiguación y la manipulación del progresismo. Tal vez en esta práctica cotidiana se logre concebir formas de organización revolucionaria distintas al partido único de cuadros profesionales férreamente disciplinados.<br />Del cruce entre el movimiento masivo y los sectores activos tal vez pueda nacer una fuerza libre de alienaciones y hegemonías, una marea arrolladora que haga permanente lo episódico y supere lo inmediato proponiéndose la transformación revolucionaria de la sociedad. ¿Será posible que esta militancia auto-liberada, que ha reconquistado la libertad de pensar críticamente y la autonomía para organizarse, sea capaz de fundar el movimiento revolucionario que necesita el pueblo uruguayo? ¿Qué se den maña para mantener su fluida comunicación con las diversas particularidades del mundo social? ¿Qué aprendan a sostener con firmeza sus convicciones revolucionarias sin por ello creerse diferentes o superiores? Tal vez el misterio de la masividad radique precisamente en la forma que los núcleos activos respetan la igualdad de la multitud y se sienten identificados con ella. Lo cierto es que la convocatoria de estos movimientos sociales ha ido creciendo en la misma medida que ha decrecido notoriamente la de los aparatos políticos.<br />En la medida que el Uruguay no es ninguna excepción en América Latina, en la mano dura que agitan los partidos del orden se vislumbra su decisión de ejercer el poder en todas sus formas, la violencia institucional inclusive. Una manera de contribuir al ‘nunca más’ es divulgar el alerta: asoman malones represivos, haya o no gobierno progresista. ¿Es una exageración sectaria o son las perspectivas que indican las señales que está dando el poder político? Al endurecimiento de baja intensidad corresponde crear consciencia sobre la necesidad de auto-defenderse de las agresiones. Claro que, para hacerse comprender por el movimiento social masivo, se debe respetar la idiosincrasia generada por la amortiguación y se vuelve imprescindible encontrar en cada ocasión los métodos y los medios adecuados. La auto-defensa es un acto de justicia popular, aceptado o protagonizado por el pueblo, que debe adecuarse a sus sentimientos y emociones; es la respuesta justa y proporcional al grado y la forma de violencia de la represión institucionalizada. No puede ser tan desproporcionada ni tan avanzada que se desprenda de la comprensión popular. La tarea central parece ser la formación de ese necesario movimiento de masas y sectores activos capaz de resistir y defenderse de las agresiones de las élites burguesas y gobernantes. ¿Difícil? Por supuesto. Todo depende de tener la sabiduría suficiente para tejer las necesarias telarañas.<br /><br /> <br /><br /> <br /><br /><span class="fullpost"></span></div></div></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-75250235466696456192022-01-10T01:56:00.001-08:002022-01-10T01:56:43.145-08:00Cultura Posmoderna<span class="fullpost">
</span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/NmAbTg9V2i8" width="320" youtube-src-id="NmAbTg9V2i8"></iframe></div><br />FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-5039494561002018052021-12-05T04:42:00.000-08:002021-12-05T04:42:05.847-08:00Guerra cultural en Francia: el universalismo recula ante la identidad<a href="https://www.publico.es/author/eugenio-garcia-gascon">EUGENIO GARCÍA GASCÓN</a> (Abril 2021)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZc8fnW01gyUrPDdAD2Sj55o14DlppBDO7QXoF-eKfCiOMfFbzxhbghC2LT9HjIyiSdeHIaeMXD0p8-LKQQjXyBnmbTyF4788wRJhoMXDXa8Ci2AQOuBRdNbHc4w9wrTB1KxhTL8hf7Hk/s275/francia.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZc8fnW01gyUrPDdAD2Sj55o14DlppBDO7QXoF-eKfCiOMfFbzxhbghC2LT9HjIyiSdeHIaeMXD0p8-LKQQjXyBnmbTyF4788wRJhoMXDXa8Ci2AQOuBRdNbHc4w9wrTB1KxhTL8hf7Hk/s0/francia.jpg" width="275" /></a></div>En Francia se desarrolla cada día con mayor virulencia una guerra cultural entre el universalismo heredado de la Ilustración y las identidades que arremeten con fuerza contra los valores universales, un conflicto que no se circunscribe a ese país sino que poco a poco está adquiriendo dimensiones globales. <br />Después de años denunciando el islam político, los intelectuales y políticos franceses han descubierto que las últimas tendencias en boga se originan en los campus universitarios de USA, donde alumnos y profesores irradian doctrinas identitarias que ensombrecen la ideología ilustrada.<div><span><a name='more'></a></span><br />Las universidades americanas encuentran eco en otros lugares del planeta apoyando su expansión en medios de comunicación, mediante innumerables ONGs y en la academia, y sus principales rasgos son el relativismo cultural y los agravios que se denuncian a nivel global. <br />El movimiento ha conducido al presidente Emmanuel Macron a expresar públicamente su descontento con "algunas teorías de las ciencias sociales que se han importado en su totalidad de Estados Unidos" y que orbitan en torno a la identidad, la raza y las especificidades culturales. Macron ha recalcado que Francia es una nación estado que no responde a la clasificación étnico-cultural de los países anglófonos. <br />La ministra de Educación Superior, Frédérique Vidal, ha ordenado una investigación en las universidades para determinar por qué se incitan "fisuras y divisiones" desde los centros académicos, y ha acusado al "islamo-izquierdismo" de estar detrás de esas corrientes que se han transformado en un "cáncer" que deteriora la vida cultural y la política. <br />La controversia alcanzó su clímax cuando la prestigiosa revista Le débat se vio obligada a echar el cierre. Le débat era una revista de ideología izquierdista que se había mantenido al margen de las influencias de las corrientes identitarias en boga. Su cierre se ha interpretado como una derrota del universalismo ante las corrientes identitarias. <br />Aunque son claramente reaccionarias y retrógradas, las teorías identitarias no son, sin embargo, un campo de batalla exclusivo de Francia, puesto que junto con los agravios afectan a una amplia audiencia en el conjunto de Europa y han echado sus raíces en numerosas universidades e instituciones culturales. Debe señalarse que las críticas generales contra el "hombre blanco" se multiplican especialmente en Occidente, por parte de las minorías y grupos de apoyo como las ONGs, aunque en realidad el "hombre blanco" al que se ataca, y que se identifica en general con el occidental y con el europeo, sea más específicamente el "hombre blanco protestante americano". <br />La ideología de los agravios exhibe rasgos contradictorios. Por una parte celebra las peculiaridades culturales y se opone al universalismo y el humanismo, que ve como un velo con el que se pretende tapar la hegemonía del hombre blanco. Pero por otra parte adopta maneras misioneras, intolerantes y puritanas que no admiten la disidencia y que promueven un aislamiento que paradójicamente se presenta como "progresista". <br />No es de extrañar que algunos ideólogos de la izquierda que no comulgan con las nuevas tendencias hayan denunciado que estos grupos identitarios están de alguna manera vinculados a la derecha conservadora tradicional, subrayando sobre todo su carácter puritano, su condición de pretendida víctima, su intolerancia, su afán por la censura y su querencia al aislamiento. <br />Algunos explican esta contradicción con los cambios que están ocurriendo en las grandes metrópolis. Hasta ahora la burguesía y el proletariado constituían dos clases ideológicas definidas y enfrentadas, pero políticamente han dejado de existir. A la burguesía la han sustituido los tecnócratas mientras que la desindustrialización está acabando con los obreros. Es una ironía que la predicción de Marx de que la lucha entre la burguesía y el proletariado terminaría con la victoria de una clase sobre la otra o con la desaparición de las dos, se esté cumpliendo de este modo. <br />Las clases emergentes se definen a sí mismas en función de la identidad y de acuerdo con una producción intangible, a diferencia de lo que ocurría con la burguesía y el proletariado, una definición reaccionaria que choca con los valores de la Ilustración basados en el universalismo. <br />Las grandes ciudades como París, Los Ángeles o Nueva York cada vez se parecen más entre sí. La tradición cultural francesa no sirve a las nuevas generaciones que adoptan múltiples identidades aunque todavía no hayan superado completamente los modelos tradicionales. <br />Naturalmente, existen amplios sectores a los que no les agradan las políticas de identidad, tanto en Francia como en Estados Unidos, y estos sectores siguen defendiendo el universalismo, especialmente en reacción a los movimientos populistas y nacionalistas que proliferan como champiñones y encumbran las "peculiaridades". Lo divertido es que los movimientos identitarios americanos han mamado sus ideas en los pechos de pensadores franceses como Derrida, Foucault, Deleuze o Lacan. Muchos de ellos fueron profesores en Estados Unidos, pero sus discípulos han retorcido sus ideas y las han simplificado con conceptos que atienden a los detalles pero pierden la frondosidad del árbol. La oposición a los argumentos de la identidad y los agravios ya no está circunscrita en Francia a grupos de intelectuales enfadados, sino que es una cuestión de la política diaria, lo que ofrece un cierto optimismo para hacer frente al empuje de los movimientos reaccionarios que dominan el panorama cultural en Francia y Occidente. <br /><br /> <span class="fullpost">
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Especialmente durante las décadas en que tuvo vigencia el Estado de Bienestar Social, el continente se podía enorgullecer de combinar sistemas políticos democráticos com democracia social. <br />La unidad europea venía a consolidar esos sistemas y a afirmar su lugar en el mundo, pero sucedió lo contrario. Cuando se mira hoy a Europa, lo que se ve es la destrucción de los derechos sociales que han caracterizado a los países del continente durante décadas, la consolidación de la hegemonía de un pais sobre los otros, así como la pérdida de la capacidad de los ciudadanos de decidir sobre los destinos de sus países.<span><a name='more'></a></span><div>Cuando las grandes corrientes tradicionales disuelven sus diferencias en la adhesión a las políticas de austeridad, cuando las decisiones de la gente –como es el caso de Grecia– no encuentran cauces para realizarse, se descaracteriza el sistema de partidos. Ante el simple surgimiento de fuerzas renovadoras, que se rebelan en contra de ese consenso del gran capital financiero, se desatan los poderes conservadores –desde los grandes medios hasta el Banco Central Europeo y sus acólitos–. Nada nuevo puede ser posible, aun a riesgo de que todo se caiga, aunque otro mundo sería posible. <br /><br />Así, tristemente, Europa exhibe al mundo un escenario de intrascendencia del continente en la política internacional, de tanto subordinarse a las políticas de Washington y ahora a su Consenso. El orgullo de las especificidades europeas se disuelve y hasta el rol importante que el pensamiento europeo y su cultura han tenido en el mundo, se destiñe. No llegan ideas y referencias desde Europa sino, al contrario, llega la imagen un mundo viejo que se resiste a cambiar.<br />Cuando Europa fue menos liberal, más reguladora, fue un continente más justo. Cuando se rinde al liberalismo, se suma al mundo de la desigualdad y de la exclusión social. Europa no saca lecciones de su pasado reciente, sino importa los modelos del FMI y del Banco Mundial. En lugar de valerse de su capacidad creativa para generar alternativas, cede ante los modelos neoliberales que han fracasado en todo el mundo.<br />Se vacían así sus sistemas políticos, que pierden su contenido democrático. Es un desastre para la lucha democrática en todo el mundo que las democracias europeas pierdan sentido y se vuelvan reiteración de lo mismo mediante distintas siglas partidarias.<br />El drama de Grecia representa esa rendición. Un pueblo elige un gobierno que quiere romper con el circulo vicioso que la dominación del capital especulativo ha impuesto a los países y a sus gobiernos. Hace una consulta popular, por la cual la ciudadanía expresa su voluntad de ruptura de esas cadenas. Pero las estructuras económicas y políticas de poder en Europa impiden que esa voluntad popular se realice. El poder del capital financiero se contrapone a la soberanía popular, a la democracia del pueblo.<br />¿Se termina así la democracia en Europa? Si se sigue impidiendo que nuevas fuerzas renovadoras puedan llegar al gobierno y poner en práctica políticas alternativas, la democracia política estará siendo reducida a un cascarón sin contenido popular.<br />Para intentar bloquear a esas alternativas nuevas, se desata el monstruoso poder mediático para generar formas de rechazo a esas fuerzas, mediante campañas de mentiras y difamaciones, de diseminación del miedo al cambio, que es la única estrategia que le queda a las fuerzas conservadoras y sus variantes mal disfrazadas de renovación de lo viejo para intentar que sobreviva.<br /><br />En esa lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre el no podemos y el podemos, entre la resignación y la indignación, se juega el destino de la democracia en Europa.<br /><br /> <br /><br /> <span class="fullpost"></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-90201607859993459992021-10-05T09:11:00.004-07:002021-10-05T09:14:03.212-07:00El comunovirus<b>Jean-Luc Nancy</b><br /><br /><div>Un amigo hindú me hace saber que en su país se habla de "comunovirus". ¿Cómo no haberlo pensado?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJC7LRX0jmsu9IuN6WbTF6N8MplX58kayj4LZ3JJ4UQL89Vhq7usYZYca9CqPrddx8-AFjALnde3K9eWmoc_eDOQBkI4L6U-TArHYTrwy8THs3BydgbzY4N12K-NbZfplsZuIOZZDgUec/s267/nancy.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="267" data-original-width="189" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJC7LRX0jmsu9IuN6WbTF6N8MplX58kayj4LZ3JJ4UQL89Vhq7usYZYca9CqPrddx8-AFjALnde3K9eWmoc_eDOQBkI4L6U-TArHYTrwy8THs3BydgbzY4N12K-NbZfplsZuIOZZDgUec/s0/nancy.jpg" width="189" /></a></div>¡Es la evidencia misma! Y qué admirable y total ambivalencia: el virus que viene del comunismo, el virus que nos comuniza. Hete aquí que es mucho más fecundo que el irrisorio corona que evoca viejas historias monárquicas o imperiales. Por otra parte, sirve para destronar, cuando no decapitar, al corona, por lo que debe emplearse el comuno. <br />Es realmente lo que parece hacer según su primera acepción, puesto que proviene, en efecto, del país más grande del mundo cuyo régimen es oficialmente comunista. No lo es sólo a título oficial. El presidente Xi Jimping declaró que la gestión de la epidemia viral demuestra la superioridad del "sistema socialista con características chinas". <br />Si el comunismo consiste esencialmente en la abolición de la propiedad privada, el comunismo chino consiste -desde hace una decena de años- en una cuidada combinación de la propiedad colectiva (o estatal) y de la propiedad individual (de la que, no obstante, está excluida la propiedad de la tierra). Esta combinación, como se sabe, permitió un crecimiento notable de las capacidades económicas y técnicas de China, así como su papel mundial. Aún es demasiado pronto para saber cómo designar la sociedad producida por esta combinación. ¿En qué sentido es comunista y en cuál introdujo el virus de la competencia individual, incluso su sobrepuja ultraliberal?<div><span><a name='more'></a></span>Por el momento, el Covid-19 le permitió mostrar la eficacia del aspecto colectivo y estatal del sistema. Esa eficacia se afirmó tan bien que China ha venido en ayuda de Italia y luego Francia. Por supuesto, no dejamos de hablar largo y tendido sobre el aumento del poder autoritario del que se beneficia en este momento el estado chino. Todo ocurre como si el virus viniera a ratificar el comunismo oficial. Lo que es molesto es que, de esa manera, el contenido de la palabra "comunismo" no deja de enredarse precisamente cuando ya era incierto. <br /><br />Marx escribió de manera muy precisa que con la propiedad privada debía desaparecer también la propiedad colectiva y que ambas debían ser reemplazadas por lo que él llamaba la "propiedad individual". Este concepto no comprendía los bienes poseídos por los individuos (la propiedad privada), sino la posibilidad para el individuo de volverse propiamente él mismo. Se podría decir, realizarse. <br /><br />Marx no tuvo ni el tiempo ni los medios para profundizar en este pensamiento. Por lo menos debemos reconocer que abre una perspectiva convincente -aunque muy indeterminada- a un propósito "comunista". "Realizarse" no es adquirir bienes materiales o simbólicos: es volverse real, efectivo, es existir de manera única. <br /><br />Es entonces la segunda acepción de comunovirus la que debemos retener. De hecho, el virus nos comuniza. Nos pone en pie de igualdad (para decirlo sin dar más vueltas) y nos reúne en la necesidad de hacerle frente juntos. Que esto deba pasar por el aislamiento de cada uno no es más que una manera paradójica de experimentar nuestra comunidad: el sentido compartido de nuestras unicidades. En la actualidad y de todas las maneras, la copertenencia, la interdependencia, la solidaridad, nos interpelan. Los testimonios e iniciativas en este sentido surgen de todas partes. Añadiendo la disminución de la polución atmosférica a la reducción de los transportes y de las industrias se obtiene incluso un encantamiento anticipado que algunos ya consideran como la perturbación del tecnocapitalismo. No desdeñemos la euforia fácil, pero preguntémonos hasta qué punto tenemos un conocimiento profundo de la naturaleza de nuestra comunidad. <br /><br />Se apela a las solidaridades y varias se activan, pero lo que domina globalmente el paisaje mediático es la espera de la providencia estatal, justamente esa que Macron tuvo ocasión de celebrar. Y en vez de confinarnos nosotros mismos nos sentimos primero confinados por la fuerza, así fuera ésta providencial. Experimentamos el aislamiento como una privación siendo en realidad una protección. En un sentido es una excelente sesión de corrección: somos animales solitarios. Es cierto que necesitamos encontrarnos para tomar una copa y hacer visitas. Por lo demás, el brusco aumento de las llamadas telefónicas, los mails y otros flujos sociales, manifiesta necesidades apremiantes y un temor a perder contacto. ¿Acaso estamos en mejores condiciones para pensar esa comunidad? Es de temer que el virus siga siendo su principal representante. Es de temer que entre el modelo de la vigilancia y el de la providencia permanezcamos librados únicamente al virus como bien común. Si así fuera, no progresaremos en la comprensión de lo que podría llegar a ser la superación de las propiedades, privadas y colectivas. Es decir, la superación de la propiedad en general, la propiedad de un objeto por un sujeto. lo propio del "individuo", para hablar como Marx, es ser incomparable, inconmensurable e inasimilable, inclusive a sí mismo. No consiste en "poseer bienes", es tener una posibilidad de realización única, exclusiva, y que esa unicidad exclusiva se realice entre todos y con todos, contra todos o a pesar de todo, pero siempre en el intercambio (la comunicación) y la relación. Se trata de un valor que no es el equivalente tradicional (el dinero), ni por tanto tampoco una plusvalía arrebatada, sino de un valor que no se mide de ninguna manera. ¿Somos capaces de pensar de forma tan difícil y vertiginosa? Está bien que el comunovirus nos obligue a interrogarnos así. Porque sólo con esa condición, el el fondo, vale la pena ocuparse de suprimirlo. de otro modo volveremos a encontrarnos en el mismo lugar. Estaremos aliviados, pero tendremos que prepararnos para otras pandemias. <br /><br /> <br /><br />Del libro Un virus demasiado humano (Palinodia) <br /><br /> <br /><br /> </div></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-24588190942891297332021-05-20T09:58:00.002-07:002021-05-20T09:59:44.278-07:00Miguel Soler<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDHekXtQFKuXFi1XJ8BGofITBPOs0dUkFMlSFQ2wVwZinrtegkX8wruoR5RdXvy9f1lT_7YdaGafw6Cg4ZkBVADT1Sz4fTYtFFVWReWNZedB2SqnOM8GFBty13dRWywIvWjPT6w0XSZ8U/s1200/soler.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="797" data-original-width="1200" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDHekXtQFKuXFi1XJ8BGofITBPOs0dUkFMlSFQ2wVwZinrtegkX8wruoR5RdXvy9f1lT_7YdaGafw6Cg4ZkBVADT1Sz4fTYtFFVWReWNZedB2SqnOM8GFBty13dRWywIvWjPT6w0XSZ8U/w200-h133/soler.jpg" width="200" /></a></div><b><br />"<i>A quienes están hoy estudiando me permito decirles: no se conformen con aprobar sus personales exámenes ni con conquistar sus codiciados y merecidos títulos. No ahoguen sus dudas en cualquiera de las formas del éxito; movilícense en busca de respuestas, piensen en cómo poner los saberes adquiridos a disposición de un país que los necesita, desesperadamente, para brindar sus frutos a esa tercera parte de nuestra población a la que hemos dejado a mitad de camino. No se culpabilicen, pero eviten caer en las tentaciones de una sociedad planetaria que nos necesita enajenados, competitivos, egoístas, buenos consumidores y, sobre todo, distraídos"</i></b><i>.</i><div><br /></div><div>Falleció este miércoles en Montevideo a los 99 años el maestro Miguel Soler (Barcelona 1922), creador de las denominadas misiones socio pedagógicas, experto en educación de adultos y uno de los creadores de la Ley de Educación 18.467.</div>Siendo muy pequeño, en 1926, emigró a Uruguay con sus padres. Hizo todos sus estudios en la educación pública -la que reivindicó siempre- y en 1939 se graduó de maestro. En 1947 fundó, junto a otros colegas, la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) y fue uno de los redactores de los programas de estudio para las Escuelas Rurales en Uruguay junto a Julio Castro, con quien trabó una gran amistad, que lo llevó a participar activamente, luego de su secuestro y asesinato durante la dictadura, en el esclarecimiento del crimen. <br />Organizó y dirigió en 1954 el Núcleo Escolar Experimental de La Mina, una experiencia coordinada con otros organismos que tenía como objetivo luchar contra el aislamiento en zonas despobladas. Renunció al proyecto en 1961. Posteriormente trabajó para la Unesco. <br />Durante la dictadura (1973-1985) se vió obligado a exiliarse en su tierra natal. Realizó trabajos en Argentina y Nicaragua como consultor de la Unesco y regresó a Uruguay, donde integró la comisión redactora de la Ley General de Educación 18.467. Fundó el Grupo de Reflexión sobre Educación, integrando el Movimiento de Educadores por la Paz. Colaboró, además, con el programa de Extensión de la Universidad de la República. <br /><br /> <span class="fullpost">
</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-39071448640428618482021-03-01T08:20:00.003-08:002021-03-01T08:22:22.640-08:00Academia Nacional de Letras Uruguay<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 6pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrB48rJhXlFE6ghNH9rQbJakydnOwNMhnbM264rtJ4fI7FVcnBGW3woO8EZ09go55L1qY43CA2kuKmXV4Rl4qoX1ajZraUBj8DLTKVxVJLGgWg0VXdnNYxvFCt1PasW_zeQWghg6IwbAY/s907/Otro+resplandor+-+Ricardo+Pallares+-+Suplemento+MALABIA+%25281%2529.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="508" data-original-width="907" height="224" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrB48rJhXlFE6ghNH9rQbJakydnOwNMhnbM264rtJ4fI7FVcnBGW3woO8EZ09go55L1qY43CA2kuKmXV4Rl4qoX1ajZraUBj8DLTKVxVJLGgWg0VXdnNYxvFCt1PasW_zeQWghg6IwbAY/w400-h224/Otro+resplandor+-+Ricardo+Pallares+-+Suplemento+MALABIA+%25281%2529.jpg" width="400" /></a></div><span style="font-size: 12pt;"><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 6pt;"><br /></p></span>El panorama mundial transformado por la pandemia del 2020 también genera reacciones poéticas desde todos los rincones, voces que indagan en la condición humana bajo estas nuevas y duras circunstancias. <br />El poeta uruguayo Ricardo Pallares presentó hace pocos meses su obra “Otro resplandor” mediante la web de la Academia de Letras de Uruguay.<br /> Les invitamos a estas páginas de madura lucidez y larga trayectoria literaria, que nos acompañarán más allá del presente. <br /><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 6pt;"><a href="http://www.academiadeletras.gub.uy/innovaportal/v/124406/46/mecweb/ricardo-pallares?parentid=123710">Academia
de Letras | Ricardo Pallares</a></p><span class="fullpost">
</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-46697363345540523562020-11-26T07:59:00.001-08:002020-11-26T07:59:28.243-08:00MARADONA<span style="font-family: arial;">Eduardo Galeano <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8s4iT5ryXf3PEYoRUBlVb5v_kxIRFKQyW5BafRrX9df0PSXmpQY0OADSXr4IC2dvSAOdbkRZAbEZLefIn5v_hfJ5vLkE4EnnkVdGFQNum1B5ndr_UzOPgO1gtpR4EceGfSKvViezWNlY/s258/images+%25281%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="258" data-original-width="195" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8s4iT5ryXf3PEYoRUBlVb5v_kxIRFKQyW5BafRrX9df0PSXmpQY0OADSXr4IC2dvSAOdbkRZAbEZLefIn5v_hfJ5vLkE4EnnkVdGFQNum1B5ndr_UzOPgO1gtpR4EceGfSKvViezWNlY/w151-h200/images+%25281%2529.jpg" width="151" /></a></div></span><div>Ningún futbolista destacado había denunciado sin pelos en la lengua a los amos del negocio del fútbol. Fue el deportista más famoso y popular de todos los tiempos quien rompió lanzas en defensa de los jugadores que no eran famosos ni populares. </div>Este ídolo generoso y solidario había sido capaz de cometer, en apenas cinco minutos, los dos goles más contradictorios de la historia del fútbol. Sus devotos lo veneraban por los dos: no sólo era digno de admiración el gol del artista, bordado por las diabluras de sus piernas, sino también, y quizá más, el gol del ladrón, que su mano robó. <br />Diego Armando Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses. <br />Cualquiera podía reconocer en él una síntesis ambulante de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable. <br />Pero los dioses no se jubilan, por humanos que sean. <br />Él nunca pudo regresar a la anónima multitud de donde venía. La fama, que lo había salvado de la miseria, lo hizo prisionero. <br />Maradona fue condenado a creerse Maradona y obligado a ser la estrella de cada fiesta, el bebé de cada bautismo, el muerto de cada velorio. <br />Más devastador que la cocaína es la exitoína. Los análisis, de orina o de sangre, no delatan esta droga. <br /> FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-32985899345621147982020-08-29T06:17:00.000-07:002020-08-29T06:17:16.799-07:00El hincha, dócil cliente del fútbol neoliberal<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><a href="http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Paul%20Walder&inicio=0"><b><i><span style="color: #0099cc; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; text-decoration-line: none;">Paul Walder</span></i></b></a><b><i><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></i></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><span style="color: #006600; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Punto Final </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7RGFSeyKTeGF6H_ubP-dAhjuWPyrAu3bJl8HDa7OvjOI73_e2Qj6ZTJfrKndR-2lmK8dJ4bPg7dCzXT9L0zcCvjtsSe1Kjj97az7CxC8k06oZquDoWrz_0uVYxQqTA6tjovG7mGYkVyU/s700/futbol.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="420" data-original-width="700" height="126" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7RGFSeyKTeGF6H_ubP-dAhjuWPyrAu3bJl8HDa7OvjOI73_e2Qj6ZTJfrKndR-2lmK8dJ4bPg7dCzXT9L0zcCvjtsSe1Kjj97az7CxC8k06oZquDoWrz_0uVYxQqTA6tjovG7mGYkVyU/w210-h126/futbol.jpg" width="210" /></a></div><br /><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: justify;"><br /></p><span style="font-size: medium;">Hay algo en el fútbol que rebasa a los otros deportes, para elevarlo a la categoría de pasión de las masas. Está relacionado con la comunidad, con el juego colectivo, con la necesidad de pertenencia, identidad e integración. Pero expresa también, como escribía Ignacio Ramonet hace unos años, el drama de los perdedores, porque en el fútbol siempre habrá más perdedores que ganadores, a lo cual podríamos agregar que siempre, y por muy campeón que sea un equipo, estará la oportunidad de la derrota. El fútbol tiene que ver con la vida misma. <br />Por eso es el deporte de los pobres, identificados con su equipo como si fuera su propio destino. Amar al equipo es, decía Ramonet, aceptar la derrota y el pesar. ¡Qué partido no es sufrimiento! Y es precisamente esta pena, bastante más frecuente que la alegría, la que concita la unidad. Somos leales pese a toda la adversidad, permanecemos juntos, nunca estaremos solos. Así lo dice el himno del Liverpool FC, club proletario británico :"You will never walk alone" (Nunca caminarás solo).<br /></span><div><span style="font-size: medium;">Es éste el aspecto del fútbol que ha atraído a los políticos, que lo aman y también le temen. Porque los hinchas dan su vida por su equipo, que trasciende y se funde de una manera compleja con la identidad nacional. Levantar la bandera de cualquier país en el estadio es una representación patriótica que expresa en esos momentos no solo sentimientos de profundo nacionalismo, sino aún más: es también un ritual guerrerista, expresado como rostros pintados, que lleva a enfrentamientos y sacrificios. El estadio, y también las calles después de un partido, se convierten en un espacio para las más extremas representaciones nacionalistas. Un acto litúrgico como pocos en la sociedad moderna.</span></div><div><span><a name='more'></a></span><span style="font-size: medium;">Es por ello que este deporte, pero especialmente lo que rodea al deporte, hipnotiza a los políticos y atrae a publicistas, inversionistas y especuladores. El fútbol hoy es sin duda un combustible de alto octanaje calentado por los gobiernos y los grandes capitales. Mueve miles de millones y ha sido intervenido por democracias o terribles dictaduras, como el mundial en Argentina, en 1978.<br />Desde hace unas décadas, el fútbol con sus enormes potencialidades aun cuando no ha perdido sus rasgos originarios, está controlado y guiado por los grandes poderes, el político y en especial el comercial. Tanto, que hoy como espectáculo de masas mueve, según estimaciones, unos 500 mil millones de dólares anuales. Para hacer una necesaria comparación, es lo que factura la industria farmacéutica, uno de los cuatro rubros más rentables del mundo junto con las armas, las drogas y el sexo.<br />El ingreso de los grandes capitales al fútbol es lo que ha mutado al deporte en negocio, tal como ha hecho la mercantilización con tantos otros sectores, en nuestro caso, desde la salud a la educación. Este proceso de negocios por un lado convierte a los deportistas en activos que se ofrecen en los mercados de valores, en tanto al público se le entrega un producto o servicio canalizado a través de la televisión y otros operadores de la industria del espectáculo. En medio de este proceso se produce, como en tantas otras actividades abiertas al régimen neoliberal, una concentración del mercado: pocos ganadores en un mundo de perdedores.<br />Como ha escrito Eduardo Galeano ( El fútbol a sol y sombra , 1995), “el juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue”.<br />El estado y sus inversiones en el gran circo<br />Lo que ha saltado en Brasil no es solo la mercantilización del fútbol y toda su ritualidad, sino la connivencia entre el poder político y el económico. El “no va más” del fútbol mercantilizado bajo la lógica neoliberal emerge desde el país más futbolizado del planeta y durante el Mundial más grande del mundo. La mezcla entre política y espectáculo, fusión denunciada en los 60 por GuyDebord, llega a su clímax cuando se filtran las ingentes inversiones que ha hecho el Estado brasileño en infraestructura de estadios y afines. Brasil 2014 ha costado más caro que Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 juntos, denuncian colectivos sociales brasileños. El gobierno de DilmaRousseff, al gastar en esta infraestructura que indirectamente favorece a los auspiciadores, publicistas, grandes equipos y, por cierto, a la FIFA, les quita a los millones de pobres los necesarios recursos para mejorar la educación, la salud o el transporte público.<br />Los cálculos de gastos iniciales para organizar el mundial apuntaban a unos 3.500 millones de dólares en inversiones públicas, pero con el tiempo las estimaciones ascendieron a niveles de escándalo, como publica el sitio contasabertas.com.br . Sólo los estadios para las doce sedes que recibirán a 32 selecciones del mundo, han requerido una inversión de 3.500 millones de dólares. Con el resto de las inversiones, el total asumido por el Estado es de unos 13 mil millones de dólares.<br />De acuerdo a ese sitio, además de la citada inversión en estadios hay 4.300 millones de dólares en transporte urbano, 3.400 en aeropuertos, 950 millones en seguridad, 350 millones en puertos y 200 millones en telecomunicaciones. Una ingente inversión que gran parte de la ciudadanía denuncia como innecesaria y que directa e indirectamente está subsidiando al sector privado y los grandes negocios. Así queda expresado en el discurso gubernamental cuando dice que la organización de la Copa del Mundo generará ingresos con la llegada de 600 mil turistas, a través de la publicidad, el transporte o los hoteles.<br />El reclamo de las organizaciones y ciudadanos brasileños es por esta vinculación entre los dueños del fútbol, representados en la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), los grandes capitales y el gobierno. El mundial ha sido organizado por la clase gobernante para que las grandes corporaciones pudieran lucrar, al mismo tiempo que el país se expusiera al mundo como una nación tranquila y próspera. De tal manera, y tras el gran espectáculo, las inversiones privadas fluirán en el futuro. Es el mundial como gran evento de negocios, público y privado. Para ello, organizaciones denuncian que desde 2010 el Estado ha venido subsidiando al sector de la construcción para la edificación de estadios.<br />El malestar de los brasileños no amaina con estas declaraciones. Porque quienes se están beneficiando de estas inversiones son tanto las grandes corporaciones como la FIFA, que ya ha obtenido como adelanto 1.300 millones de dólares en ganancias solo por la venta de entradas, derechos de transmisión y merchandising . Vale aquí la pena citar el precio de las entradas: para los partidos de Chile, como el que jugará el 18 de junio contra España en el Maracaná, éstas van desde 475 mil a un millón 200 mil pesos. Por cierto que hay para millonarios, entre dos y tres millones de pesos chilenos, según se ofrecen en el sitio de ventas online viagogo.com.<br />La función de la FIFA en el mundial va mucho más allá. La ONG Inspira_ction ha impulsado una campaña para transparentar los gastos y operaciones de la federación que dirige desde 1998 el suizo Joseph Blatter, así como los de las grandes corporaciones y el Estado brasileño en la organización del Mundial. La FIFA, denuncia Inspira_ction, puso como condición al Estado brasileño exenciones fiscales a las empresas que de una u otra manera participan en el Mundial. Estos beneficios tributarios restarán a los ingresos fiscales entre 200 y 500 millones de dólares, según los cálculos. Esto es posible gracias a la ley del 20 de diciembre de 2010 que rige el Mundial de Fútbol, en la que se especifica que tanto la FIFA como sus empresas subsidiarias y asociadas estarán exentas de pagar los impuestos que les corresponderían normalmente. Podrán comprar y vender, importar y exportar libremente desde suministros médicos, trofeos, medallas, equipos técnicos a materiales de construcción.<br /><br />Chile, futbol y clientela<br />En Chile, el fútbol no ha estado libre de los influjos neoliberales. Es, desde hace tiempo, un espacio de negocios principalmente explotado por los clubes, las empresas concesionarias de estos clubes y la Asociación Nacional de Fútbol Profesional. En torno a este núcleo de negocios giran desde los canales de televisión a todo el espectro de auspiciadores y publicistas. Para darnos una primera idea de la magnitud del negocio, el Canal del Fútbol (CDF), la señal por cable formada por los clubes del fútbol chileno, generó el año pasado 51 millones de dólares. La mayor parte de este monto se distribuye entre los tres principales clubes, ColoColo, Universidad de Chile y Universidad Católica. El resto se reparte entre los otros equipos de Primera y Primera B. Un negocio que apunta hacia el reforzamiento de los grandes clubes en desmedro de los más débiles y los de regiones. La lógica del mercado al favorecer la rentabilidad y el espectáculo, genera desequilibrios y desigualdad. Lo que observamos en tantas otras áreas de la economía se aplica también al fútbol.<br />La especulación financiera no es ajena al fútbol y toma cuerpo en la compra y venta de jugadores. Esta lógica mercantil no puede estar mejor expresada que en la Memoria de una de las concesionarias de los equipos, convertidos en sociedades anónimas y cuyas acciones, como cualquier otro valor comercial de cualquier otro sector de la economía, se ofrece en la Bolsa de Valores. En la Memoria de Azul Azul, la sociedad anónima tras el club deportivo de la Universidad de Chile, y cuyo presidente es José Yuraszeck, el empresario que hizo su fortuna con las privatizaciones de las eléctricas durante la dictadura, puede leerse lo siguiente: “Los avances obtenidos en el ámbito financiero durante 2013 también confirman que nuestro club cuenta con una sólida posición para proyectarse deportivamente y con éxito hacia el futuro. En el último año tuvimos ventas por $15.428 millones, y logramos una utilidad después de impuestos de $124 millones. Mientras, el ingreso total obtenido por ventas y/o arriendos de jugadores fue de $2.154 millones netos. Ello incluyó la venta de Matías Rodríguez al club U.C. Sampdoria, de Italia, la de Charles Aránguiz al club Granada, de España y el arriendo de los derechos de Eugenio Mena al club Santos, de Brasil, entre otros”.<br />La especulación es financiera pero también en el espectáculo. Estar en los primeros lugares de la tabla es rentable, no sólo por el alza en el valor de los jugadores sino porque se especula con el espectáculo mismo. Sube el rating y el ingreso publicitario. Este año la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), organización formada por los clubes, firmó un contrato con el banco Scotiabank como nuevo sponsor del campeonato nacional. Scotiabank le pagará diez millones de dólares por los próximos cinco años.<br />Ante este buen negocio, el hincha es espectador y también cliente. Consumirá créditos bancarios, insumos para asados, vestuario, bebidas y, por cierto, televisores. La Cámara Nacional de Comercio (CNC) recuerda que durante el Mundial de Sudáfrica de 2010 la venta de televisores aumentó en un 90 por ciento. Ante el Mundial que comienza el 12 de junio, las ventas ya han duplicado las del año pasado. En este rubro, el tamaño sí que importa: las mayores ventas, dicen en el retail , corresponden a los nuevos Smart TV y a aquellos sobre las 46 pulgadas. Es decir, de 300 mil pesos hacia arriba.<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br />En enero pasado el diario.es publicó una entrevista al entrenador argentino Angel Cappa, ex del Real Madrid y FC Barcelona, entre otros, en que admite, no sin tristeza, el trance actual del fútbol: “Desde hace mucho tiempo el fútbol se lo han quitado a la gente y se lo han dado al negocio. El capitalismo se ha apoderado del fútbol y le ha impuesto sus valores. A la gente se la ha echado de los estadios con precios de entradas prohibitivos y con el pago en la televisión. Ahora el fútbol, que nació en los barrios porque es el deporte más barato que existe, se ha convertido en un juego -ya no un deporte- de elites aunque para la gente sigue siendo su pasión, su sentimiento”.</div><br />Publicado en “Punto Final”, edición Nº 806, Chile, 13 de junio, 2014<br /><br /><a href="mailto:revistapuntofinal@movistar.cl">revistapuntofinal@movistar.cl</a><br /><br /><a href="http://www.puntofinal.cl/">www.puntofinal.cl</a><br /><br /><br /> <br /> <br /> <br /><br /> <br /><br /><br /></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span> <br /><p class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;"><a name="_GoBack"></a><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><o:p></o:p></span></p><span class="fullpost">
</span></div>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-22156971451813051582020-06-09T03:31:00.001-07:002020-06-09T03:33:17.729-07:00El Informe Petras (1995 Segunda parte)LA GENERACIÓN MAYOR <br />
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La "generación mayor", aquellos que entraron en el mercado de trabajo entre mediados de los 60 y mediados de los 70, está marcada por varias experiencias importantes. Lo primero y crucial: Era un tiempo de expansión capitalista, rápida industrialización y fuerte demanda de trabajo. En segundo lugar, era una época en que la normativa laboral estipulaba un empleo prácticamente de por vida, siempre que uno acatara el régimen político. En tercer lugar, era una época donde los sindicatos autónomos se estaban organizando, muy subordinados a la militancia de base, con una marcada orientación de clase y un mínimo de funcionarios "a tiempo completo". En cuarto lugar, las luchas en el lugar de trabajo estaban ligadas a las luchas políticas contra la dictadura de Franco. <br />
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Por último, debido a la naturaleza expansiva de la economía, a la seguridad en el empleo y a los sindicatos autónomos de reciente composición, los sustanciales aumentos salariales se volvieron la norma a lo largo de los años 70. Cada una de estas experiencias reforzó el sentimiento de formar parte de una cultura del trabajo cohesionante, donde la organización colectiva era aceptada como una forma de vida en común, y la solidaridad de clase se volvió de rutina en oposición a la clase empresarial y al régimen de Franco.<br />
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<a name='more'></a>El miedo al régimen represivo y a los despidos estaba suavizado por las oportunidades para trabajar en otro sitio, por el apoyo de los compañeros del trabajo o incluso de los vecinos, si los artículos de primera necesidad escaseaban temporalmente. El problema era el mal sueldo, no la inseguridad en el empleo. Y la concentración de trabajadores y la subsiguiente organización en el lugar de trabajo podían, y de hecho así lo hacían con frecuencia, corregir los bajos salarios en una medida que a los trabajadores eventuales, mal pagados y dispersos de hoy, les resultaría difícil de imaginar. Las divergencias entre la generación mayor y más joven de trabajadores empiezan sin embargo mucho antes, en casa y en el barrio.<br />
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CRECER EN LA ESPAÑA DE POSGUERRA<br />
Crecer en los últimos 40 y en los 50 en la España de la posguerra significaba tiempos difíciles. Casi todos los trabajadores mayores de hoy eran hijos o hijas de inmigrantes de otras regiones de España. Sus padres eran campesinos pobres o trabajadores mal pagados de Andalucía, Murcia, Castilla. Al principio, solían vivir en bloques dormitorio, en barrios degradados del centro de la ciudad, o en barracas improvisadas. Como niños, normalmente dejaban el colegio al completar la enseñanza primaria, sobre los 13 ó 14 años, y encontraban colocación en pequeños talleres como aprendices o de dependientes con salarios de subsistencia, la mayor parte de los cuales se entregaban a la familia. Sus padres normalmente trabajaban muchas horas y la mayor parte de la "vida familiar" giraba en torno a la madre.<br />
El padre era en gran parte la figura autoritaria ausente. Muchos de ellos sabían hasta cierto punto del papel de sus padres en la Guerra Civil, casi exclusivamente en el lado de la República. Pocos de ellos, si es que había alguno, continuaron su militancia en el período de posguerra a causa del miedo, la represión o porque procuraban "normalizar" su vida después de haber pasado varios años en campos de concentración o de trabajos forzados. Aunque alguno de los padres de hoy recibieron su primera introducción "política" o "social" a la política de clases en conversaciones con sus padres, esto no era un caso común. Parece haber habido poca comunicación intergeneracional, especialmente en casa. Casi siempre la identidad de clase se transmitía de un modo menos formal, a través de las experiencias cotidianas de "sufrimiento" y "cohabitación" en barrios de obreros que vivían y compartían circunstancias sociales similares y adversarios comunes.<br />
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Los abuelos de los trabajadores de hoy procuraban en muchos casos olvidar las derrotas, la persecución, las rivalidades entre partidos de la Guerra Civil y del período de posguerra. En parte, la necesidad de olvidar venía de un sentimiento de impotencia y porque la lucha por la supervivencia dominaba la vida. Más tarde, con los incrementos en los niveles salariales, y los ahorros de la familia, la preocupación predominante no era la política sino reunir recursos para comprarse un piso. Más que una "unidad afectiva", la familia era una institución económica que aseguraba la vivienda y otros logros materiales.<br />
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Los lazos sociales básicos de los padres de hoy se forjaron entre los amigos del barrio. Los barrios eran entidades homogéneas, pues la segregación de clase era la norma. Dentro de estos barrios predominantemente de obreros inmigrantes, se daba una especie de "solidaridad espontánea" una cohesión informal a base de niveles de vida compartidos y de pasatiempos recreativos comunes que estaban arraigados en el barrio. No seria pretencioso hablar de una "cultura de la clase obrera". Había determinadas experiencias comunes entre los amigos del barrio, de deportes, bailes, cultura inmigrante y unas condiciones económicas compartidas que brindaban un sustrato de "identidad de clase". Como muchos de nuestros entrevistados dijeron: "todos nosotros éramos anti-Franco... como una cuestión que caía por su propio peso... por el hecho de ser obreros, estar en alojamientos precarios, divorciados de las cosas agradables de la vida social...". Si el barrio, la calle, era el primer contacto real con la cohesión social (más allá de los límites de la familia), las primeras experiencias de trabajo, normalmente en una pequeña tienda, contribuían poco a forjar una conciencia social. Las horas eran muchas, el sueldo malo, y había pocos trabajadores con que "socializar experiencias". La primera experiencia laboral brindaba un trampolín hacia la independencia personal y más tarde al empleo en las fábricas más grandes.<br />
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A finales de su adolescencia o a principios de su veintena, los padres de hoy entraban normalmente en una de las grandes fábricas, SEAT, Olivetti, etc. Miles de jóvenes obreros inmigrantes se colocaban en empleos de producción masiva. Las experiencias comunes del barrio, una conciencia de tener como adversarios a las autoridades públicas (profesores, policía, clero) y las duras condiciones de trabajo transformaron a algunos de los padres en miembros de lascomisiones clandestinas de la fábrica.<br />
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La emergencia de una conciencia de clase se acompañaba del orgullo de formar parte de una empresa productiva moderna, del orgullo en el trabajo y de ser un trabajador. Aunque los salarios estaban por encima de los de las pequeñas tiendas, el empleo en las grandes fábricas no cambió drásticamente la suerte de la mayoría de los obreros. Lo que sí brindaba era seguridad a largo plazo y un sentimiento de continuidad, un poder pensar en términos de futuro.<br />
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La mayor parte de los padres, una vez se aseguraban el empleo e ingresos estables, solían casarse con su "novia" (normalmente una chica del barrio) y después de un periodo más o menos largo, solían empezar a pagar un piso. A diferencia de sus padres inmigrantes, las familias se limitaban a dos o tres hijos, con la madre que solía quedarse en la casa a criarlos. La mayoría de los obreros entablaban sus amistades de larga duración con sus compañeros de trabajo, compartiendo el almuerzo, un vaso de vino o una cerveza después del trabajo y alguna que otra visita familiar los fines de semana, especialmente si vivian en el mismo barrio. En el lugar de trabajo, los obreros desarrollaban un sentido de solidaridad contra los esfuerzos del empresario por fomentar la competición. Al ser uniformes tanto los niveles salariales como las condiciones de trabajo, se generaba un punto de vista de clase cohesivo. Los obreros individuales que tomaban la iniciativa de organizar sindicatos paralelos eran respetados y desplazaron gradualmente a los "sindicatos verticales del régimen". En algunos casos, los trabajadores que militaban, en su mayor parte del partido comunista, entraron en los sindicatos verticales para convertirlos en órganos representativos de la base.<br />
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La continuidad del empleo, la fuerte demanda de trabajo, la expansión de la industria y los altos índices de beneficio brindaban un clima propicio para la organización de sindicatos y para contratos de trabajo favorables. Las primeras huelgas que tuvieron lugar en las industrias principales (o la amenaza de huelgas) condujeron a sustanciales aumentos de salario y, lo que es más importante, a unas acrecentadas "conciencia de clase" y autoconfianza entre los trabajadores.<br />
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A lo largo de los años 70, los aumentos sustanciales de salario fueron la norma. Y al tiempo que aumentaban los sueldos, también lo hacia la solidaridad obrera, reforzada por el creciente movimiento antifranquista fuera de la fábrica. Los barrios se volvieron importantes áreas de organización social de la clase trabajadora. Las luchas para mejorar los equipamientos sanitarios y educativos, por la pavimentación y alumbrado de las calles, llevaron a muchos obreros a llevar su militancia de fábrica a las asociaciones de vecinos y de padres de alumnos. Y viceversa: Las luchas vecinales politizaron a los trabajadores, que llevaban el mensaje político a la fábrica. Las luchas en el lugar de trabajo y las vibrantes actividades vecinales se reforzaban unas a otras, creando un sentimiento de ciudadanía, una creencia en el progreso, y esperanza de cambios sociales reales.<br />
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Para algunos trabajadores, las luchas incluían una visión de una nueva sociedad socialista igualitaria. Según casi todos los trabajadores, el tardofranquismo y la Transición (aproximadamente de 1974 a 1979) fueron tiempos de una gran participación social, de optimismo en el futuro y del más fuerte sentido de solidaridad social. La mayoría fechan la caída de su activismo social y su desilusión creciente con el proceso político, en el advenimiento del gobierno socialista en 1982.<br />
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Para otros, la decadencia llegó antes, con los Pactos de la Moncloa, en los que el partido comunista y su sindicato. Comisiones Obreras, aceptaron limitar la política de clase independiente en aras de una subordinación del activismo popular a las campañas electorales.<br />
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El giro desde la solidaridad social y la visión social a unos puntos de vista "corporativistas" comenzó a afianzarse entre los padres hacia mediados de los 80, aunque una "solidaridad residual" se manifestó en dos huelgas generales masivas (14 de diciembre de 1988 y 27 de enero de 1994).<br />
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Muchos obreros sienten que el régimen socialista ha traicionado sus valores y su compromiso con el trabajo. Su adopción de la economía de libre mercado y su apadrinamiento de la legislación antitrabajo provocan un profundo desencanto de la política y de los políticos. La honda inmersión de funcionarios socialistas en prácticas corruptas y su apadrinamiento de grupos paramilitares intensificaron la desilusión. Los trabajadores expresan visiones pesimistas del futuro y poca esperanza de que la solución vendrá de los procesos electorales, aunque sigan votando. Incluso los sindicatos socialista y comunista, fuertemente burocratizados y dependientes de las subvenciones estatales, han perdido parte de su atractivo para muchos obreros. Los sindicatos son vistos ahora como meros organismos "de protección del empleo": para negociar cierres patronales, a fin de estipular compensaciones apropiadas, más que organizaciones con un proyecto político alternativo.<br />
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Los cambios a escala de la sociedad también afectan a los trabajadores mayores, en tanto que se giran hacia el consumo privado y el tiempo de ocio. Bajo las nuevas reglamentaciones laborales, que fomentan el trabajo temporal y refuerzan las prerrogativas de la dirección, el lugar de trabajo ya no es tanto un espacio de solidaridad como de competición. Muchos trabajadores mayores se lamentan de la falta de solidaridad; ya no encuentran la vieja camaradería. Cada vez más se vuelven hacia los amigos y la familia, fuera del trabajo. Puesto que éste queda devaluado con las cambiantes reglas laborales y las nuevas tecnologías, los trabajadores pierden el orgullo de su trabajo y buscan el retiro. El aspecto "social" de la división social del trabajo disminuye, mientras que la "división" entre los trabajadores aumenta.<br />
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Hacia finales de los 80 y principios de los 90, con cierres patronales frecuentes y la “racionalización" de la producción, los padres experimentan una inseguridad creciente en el puesto de trabajo e incertidumbre sobre su futuro. Están preocupados por las perspectivas poco prometedoras. Buscan el favor de los empresarios -a expensas de la solidaridad obrera- para conseguir empleo -aunque sea eventual- para sus hijos. Usan la influencia del sindicato para "negociar" con los empresarios su seguridad personal. Los trabajadores fijos a tiempo completo sienten cada vez más que son enclaves aislados en un mar de trabajadores eventuales mal pagados. Algunos se sienten vulnerables ante el empresario y la retórica estatal, que les acusa de “privilegiados" y "egoístas" cuando tratan de defender los niveles de jubilación o de salario. Saben que quienes les acusan son los que cobran sueldazos, los mimados y subvencionados "dueños" de los tiempos, pero carecen de los medios o de los media para contrarrestar el mensaje. En el trabajo, libran batalla de vez en cuando con los empresarios para convertir trabajadores eventuales en fijos.<br />
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Luchan por contratos donde los temporales disfruten de los mismos niveles salariales que los fijos. Intentan reclutar a los trabajadores jóvenes para sus sindicatos. Pero se desaniman ante los obstáculos legales, la intransigencia del empresario y la falta de militancia o interés de los trabajadores jóvenes, a los que ven en muchos casos como "interesados sólo en sus propias cosas".<br />
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En este contexto, muchos padres consienten a sus hijos sub o desempleados, les compran bienes de consumo y les subvencionan los fines de semana, pidiéndoles poco a cambio. Sin embargo, hay una tensión latente en la familia, a medida que la edad de los hijos dependientes se aproxima a la treintena. Los padres tienen que pagar las facturas, limpiar la casa y restringir su nivel de vida, y se van sintiendo así cada vez más exasperados. Tan pronto culpan a los "niños" por no encontrar empleo como maldicen al sistema que niega oportunidades o se sienten culpables por no haber podido "colocar" a sus hijos. Entre los trabajadores jóvenes hay una frustración creciente por el empleo inestable, el trabajo ocasional de subsistencia y la incapacidad para emanciparse y progresar. La tendencia es a aceptar las circunstancias, dar por sentado que los padres se hacen cargo de las facturas y sacar partido de las circunstancias tal como se van presentando. La mayor ansiedad es respecto a qué pasará si el padre se muere, o pierde el empleo. Este sistema de bienestar familiar se basa en la prosperidad y ahorros del pasado; la generación actual está viviendo de la prosperidad del ayer de sus padres. Puede que algunos hereden el piso en el futuro y tengan un techo sobre sus cabezas. Pero las perspectivas de trabajo se vuelven peores, no mejores, a medida que nos acercamos al final de siglo.<br />
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Dos generaciones de movilidad ascendente han llegado a su final definitivo. La exteriorizada prosperidad de aquéllos que gozan de empleos estables y bien pagados en Barcelona, ésos que llenan los bares y restaurantes de Gracia y el Barrio Gótico, contrasta con los no tan jóvenes trabajadores eventuales de 20 a 40 años que hacen durar la cerveza en la Plaza del Sol, codo con codo con los adolescentes.<br />
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El Gran Miedo que está obsesionando a España en general y a Barcelona en particular es la cuestión del "paro" y, más en concreto, del empleo eventual con salario mínimo. Los compromisos son raros, las aventuras provisionales se vuelven la norma en tanto que vivir juntos como pareja se vuelve económicamente no factible.<br />
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La ausencia de socialización temprana en los valores de la clase trabajadora (especialmente a través de la familia), y la "generosidad" o mala conciencia de los padres, limitan el surgimiento de un "movimiento juvenil" socialmente rebelde. La convergencia del desencanto y acomodación de la generación mayor con la despolitización de la generación joven es una razón para que, a pesar del sub y desempleo masivos, no haya movimientos sociales a gran escala.<br />
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La noción de un "mercado de trabajo dual" supone que las condiciones que determinan la dualidad son constantes. Ése no es el caso hoy en en España. Hay un proceso inexorable de homogeneización... hacia abajo. El porcentaje de trabajadores fijos disminuye y la proporción de contratos de trabajo temporales crece geométricamente. Con el tiempo, la gran mayoría de los trabajadores serán temporales. Junto al empeoramiento de las condiciones de trabajo, se da una creciente renta y riqueza de los negocios, bienes inmobiliarios e intereses comerciales. Aumenta el poder para contratar y despedir; la capacidad para imponer sueldos bajos y reclinar empleados de entre la masa de parados nunca fue mejor. España es, tal como la describió uno de sus antiguos ministros "socialistas" de Hacienda, uno de los países donde es más fácil acumular una gran fortuna. La otra cara del aumento de la inseguridad y de los bajos ingresos de los jóvenes trabajadores es la seguridad y los altos ingresos que corresponden a los abogados, ejecutivos y directores de las grandes y medianas empresas. Mientras que los jóvenes trabajadores vegetan en casa de sus padres, los nuevos ricos se compran casas de piedra románica de 40 millones de pesetas y se gastan otros 13 millones en "remodelarlas". Mientras que los ricos envían a sus hijos a estudiar a las Escuelas de Negocios de Harvard y Standford, o a la London School of Economics, o a una de las costosas universidades privadas de Barcelona, los hijos de la clase obrera hacen trabajillos ocasionales en la periferia de la sociedad. Para los pocos hijos de obreros que siguen adelante con sus estudios, las perspectivas en el mercado de trabajo tampoco es que sean particularmente brillantes.<br />
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En la enseñanza, la antigua avenida principal para ascender, la norma es ser un profesor "sustituto" que va de institución en institución durante años. O solicitar los trabajos donde antes contrataban a gente con el COU), o como dependientes en las librerías del centro, o de camareros temporales y recepcionistas de hotel en los centros de verano para volver luego a casa con sus padres. Aunque está claro que algunos jóvenes aún consiguen empleos "fijos" con sueldos decentes, y otros tienen posibilidades de conseguir la permanencia al final de sus contratos temporales, son una clara minoría.<br />
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¿DÓNDE ESTÁN LOS PROGRESISTAS?<br />
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Lo asombroso respecto al destino de millones de jóvenes mal pagados y subempleados sin futuro es la indiferencia de la sociedad, incluyendo la indiferencia de la clase media "progresista".<br />
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¿Dónde están los progresistas? Están activos, pero lo que les interesa es el dos por ciento de “marginales": los gitanos, los drogodependientes, las prostitutas, los inmigrantes; el acoso sexual, el racismo...cualquier cosa menos el destino de tres millones de españoles desempleados, los jóvenes trabajadores con contratos temporales y los que tratan de vivir del salario mínimo. No quiero ser malinterpretado. Por supuesto que estoy en contra del acoso sexual, la djscriminación y el racismo. Pero aquí y ahora, y en la estructura de clases española, la distancia entre los problemas sociales a largo plazo y a gran escala, y las actividades de los progresistas es escandalosa. ¿Por qué eluden su realidad nacional y social? Primero, porque no es peligroso luchar por los derechos legales de las pequeñas minorías: eso no comporta ninguna confrontación con el Estado y menos aún con los empresarios. Pero comprometerse en la lucha por los sub y desempleados implica confrontaciones muy duras y sostenidas con el Estado y los empresarios (y los medios de masas) porque esa lucha gira en torno a la distribución de los principales recursos económicos de la sociedad: los presupuestos que podrían financiar obras públicas para un empleo a gran escala en vez de subvenciones para corporaciones multinacionales; los beneficios empresariales que podrían financiar una semana laboral más corta y la contratación de empleados fijos. En segundo lugar, las luchas progresistas por las minorías (cambios simbólicos y reconocimiento legal) tienen el apoyo financiero de los gobiernos municipales o regionales. Las ONG y organizaciones similares brindan a los progresistas oportunidades económicas, segundos salarios en calidad de investigadores, educadores, asistentes sociales o abogados. Pueden así combinar una "buena conciencia" y la remuneración económica con una palmadita en el hombro de las autoridades locales.<br />
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Mientras tanto, la lucha de millones de sub y desempleados, si estuviera adecuadamente organizada, podría afectar a las políticas globales de las mismas benevolentes autoridades. Podría socavar sus esfuerzos por subvencionar a los promotores inmobiliarios urbanos y a los constructores que financian sus campañas electorales. Por esta razón, los esfuerzos para organizar políticamente a los sub y desempleados por empleos bien pagados contra los políticos neoliberales no reciben ningún apoyo financiero. En tercer lugar, la actual moda ideológica entre la clase media progresista pone en tela de juicio la noción misma de "clase". La retórica dice algo así como: "Clase es un constructo cultural que ha perdido su pertinencia". Los progresistas ahora están en conceptos del tipo "identidades sociales", "ciudadanía" y "derechos", en lugar de "clases", "conflicto de clases" e "intereses de clase". Ya que muchos de los grupos marginales están entre los segmentos más pobres, los progresistas alegan que es más "revolucionario" o radical luchar por ellos en vez de por los "privilegiados" españoles "que viven del salario mínimo".<br />
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Obviamente hay una necesidad urgente de unir fuerzas entre la clase media progresista y los trabajadores jóvenes sub y desempleados. El primer paso es una reflexión crítica por parte de los progresistas, sobre quiénes son, qué papel juegan en la sociedad, si forman parte del problema (en tanto que empleados del gobierno, profesores, profesionales) o de la solución. Tienen que preguntarse si están verdaderamente por la solidaridad con los explotados por el sistema o buscan simplemente nuevos vehículos de movilidad social.<br />
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La abrumadora mayoría de los jóvenes trabajadores raramente expresan apoyo de los "movimientos" promovidos por los progresistas; más importante aún, jamás mencionan ninguna relación sostenida con ningún intelectual progresista de clase media o con movimientos interesados en sus circunstancias sociales. Hay pocos espacios donde puedan encontrarse, incluso socialmente, y aún tienen menos en común en términos de actividades del tiempo de ocio.<br />
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Los progresistas están en sus pisos y tienen acceso a segundas residencias fuera de la ciudad para el fin de semana. La ruptura en el vínculo entre la joven clase obrera y la clase media progresista se expresa a todos los niveles: en la ideología, la música, los estilos de vida, el lenguaje y las condiciones materiales. Los lazos que existían durante el período antifranquista y la Transición son historia pasada. Los únicos parados por los que la clase media progresista se preocupa son sus propios hijos. El aislamiento social de los jóvenes trabajadores refuerza su sentimiento de impotencia social y confirma su punto de vista individualista.<br />
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LA NUEVA GENERACIÓN<br />
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Hay marcadas diferencias a todos los niveles entre los trabajadores jóvenes y los mayores. En primer lugar, en contraste con sus padres, los jóvenes trabajadores han nacido en una familia con un cabeza de familia estable y relativamente bien pagado. Aunque de ningún modo rica, la familia puede permitirse apoyar a los hijos a lo largo de la educación secundaria y proporcionarles fondos a discreción para diversiones. Mientras es materialmente segura, hay también estabilidad en el lugar geográfico de la familia: los antiguos patrones de la emigración no se reproducen. Los padres normalmente han comprado un piso y más a menudo un pequeño coche. Los hijos no suelen dejar el colegio por "necesidad económica"; la razón más corriente es el aburrimiento en la escuela, el deseo de ganar dinero para diversiones o el fracaso escolar. En comparación con sus padres, son una generación "mimada" (dentro de la familia). Si bien está ampliamente aceptado que en España existen "fuertes" lazos familiares, esto está relacionado, en gran parte, con el consentimiento de los padres en subvencionar a los hijos cuando son veinteañeros y más allá. Igual que sus padres, pocos trabajadores jóvenes nos hablaron de lazos profundos con los suyos, y prácticamente de ninguna discusión sobre sindicatos o cuestiones sociales o de la fábrica. De hecho, la mayoría expresaron pocos lazos afectivos y poca comunicación desde una edad temprana. En la mayoría de los casos los amigos, antes que los padres, eran el grupo principal con el que se formaban los valores sociales. La "familia" era principalmente una institución instrumental para salvaguardar la supervivencia y apenas una institución formativa dentro de la "preparación de una clase trabajadora". Los barrios donde crecieron los jóvenes trabajadores ya no son el terreno de la movilización de los debates sociales y la organización politica.<br />
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Hacia finales de los 80 y principios de los 90, las asociaciones de vecinos se habían convertido en apéndices del gobierno socialista, que administran los clubs de jubilados y tienen poca vida política interna. Sus padres, durante los últimos 70 y los primeros 80, eran activos en las luchas vecinales por mejoras sociales en infraestructura, educación y un gobierno local responsable. Muchos estaban involucrados en la lucha antifranquista y de algún modo crearon vibrantes asociaciones de vecinos y de padres de alumnos. En contraste, los jóvenes trabajadores alcanzan la edad adulta en un periodo en que sus padres se han "privatizado". Los movimientos sociales se han burocratizado. Los adversarios del gobierno se protegen con una careta de "constitucionalismo". Y sus necesidades básicas inmediatas las cubren unos padres con "mala conciencia". De aquí que el barrio no sea un mecanismo de socialización para introducir nuevos valores sociales de solidaridad sino, más bien, un terreno de encuentro informal para que los amigos se libren a pasatiempos privados.<br />
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Las asociaciones sociales existentes, organizadas por sus padres, no atraen su interés. La música y los bailes en los actos sociales del barrio son ridiculizados y los jóvenes se dirigen a los bares y clubs fuera del barrio para divertirse.<br />
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La decadencia de la cultura cívica del barrio alimenta el comportamiento "consumista privado" que los jóvenes reciben a través de los medios de masas.<br />
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El rock mercantilizado, con sus surtidos estandarizados de chaquetas negras, pendientes y peinados, brinda símbolos "externos" de "rebelión" que enmascaran la interiorizada conformidad con un estilo de vida consumista e individualista. Las amistades del barrio están desconectadas del lugar de trabajo y, en muchos casos, están divorciadas de cualquier discusión sobre problemas del "curro", conflictos sociales u organización política. En el pasado, el compartir experiencias personales y sociales reflejaba la imbricación entre trabajo, barrio y placeres personales. Para los jóvenes, hoy, los largos períodos de desempleo, la naturaleza transitoria y temporal del trabajo, el mal sueldo y la impotencia en el lugar de trabajo no son propicios a experiencias compartidas.<br />
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Encontrarse con los amigos es un tiempo para "olvidarse" del trabajo. Hablar de los miedos y las inseguridades del lugar de trabajo no levanta los ánimos en la barra de ningún bar; los malos sueldos son un símbolo de estatus de vergüenza; es mejor callártelo mientras apuras la cerveza e intentas arreglar para esa noche una comedia de representación única.<br />
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Aunque las amistades del barrio persisten hasta cierto punto, tienen lugar en un contexto totalmente distinto a las de sus padres, y también tienen un sentido diferente. Además, surgen divisiones entre una minoría que consigue empleo "fijo" y aquéllos que son eventuales o parados.<br />
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Los primeros empiezan a "independizarse", gastan más dinero y están en condiciones de entablar relaciones románticas estables si las circunstancias se presentan. Los eventuales, o no pueden permitírselas, o están tan enfrascados en su busca diaria de empleo que sus perspectivas se orientan hacia relaciones de "entrada fácil y salida rápida".<br />
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El esquema en el trabajo es "entrada difícil y salida rápida". La gran masa de jóvenes son hoy empleados temporales con contratos a corto plazo, de salario mínimo o por debajo de él en la mayoría de los casos. Su entrada en el mercado de trabajo bajo el régimen neoliberal es probablemente su diferencia más importante con sus padres. Éstos entraron en el mercado laboral durante el tardofranquismo, una época de empleo en expansión, donde el grueso de los empleos eran fijos y los aumentos de sueldo sustanciales estaban a la orden del día. En contraste, la mayoría de los jóvenes que han entrado en el mercado de trabajo hoy pueden esperar un largo período de desempleo o, con más probabilidad, empleo en la economía sumergida con sueldos por debajo del salario mínimo y con horarios irregulares. Los bastante "afortunados" como para conseguir un empleo son, en su aplastante mayoría, trabajadores temporales, la mayor parte de los cuales serán "rotados": renovados o despedidos, pero raramente convertidos en trabajadores fijos. A diferencia de sus padres, los jóvenes trabajadores temporales temen perder su empleo, meterse en sindicatos, y compiten con los otros eventuales.<br />
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A pesar del salario de miseria y las terribles condiciones de traba¡o, estos trabajadores expresan "pánico" ante la idea de "verse en la calle", porque piensan que pasarán una época muy difícil encontrando un nuevo empleo. Tal como un trabajador expresaba:<br />
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"El miedo al despido del empresario es hoy peor que la represión bajo Franco". Es una verdad profunda que durante el periodo franquista los trabajadores se hallaban en una condición colectiva común, unificada por una ideología política y "de clase" común. La dictadura, aunque represiva, solía afectar a un pequeño número de trabajadores y las víctimas eran con frecuencia reintegradas en su puesto, o al menos tenían el apoyo de toda la fábrica.<br />
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Los jóvenes trabajadores temporales de hoy no tienen seguridad en el empleo, y apenas organizaciones colectivas o apoyo: están atomizados y son vulnerables a los dictados del empresario, que tiene el sostén legal del Estado, el cual apoya sus arbitrarias acciones. Hoy la dictadura del mercado es un enemigo más formidable de los trabajadores temporales que el régimen represivo de Franco, con su mano de obra estable y su mercado laboral en expansión. Pocos trabajadores temporales expresan sentimientos de solidaridad con sus colegas. Entre los eventuales hay un sentido de competencia y desconfianza, condicionado por las escasas posibilidades de un empleo "permanente".<br />
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En relación con los trabajadores fijos mayores, hay una mezcla de envidia y resentimiento a partir del hecho de que "se ocupan de sus propios intereses" y tienen empleo protegido, y de vez en cuando un cierto reconocimiento de los esfuerzos de los sindicatos por conseguir empleo fijo.<br />
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Debido al miedo profundo a que cualquier expresión de solidaridad de clase pudiera contrariar a los empresarios, la mayoría de los trabajores temporales evitan unirse a ninguno de los sindicatos (o se unirán al sindicato "colaboracionista") o, si de veras se "afilian", ocultan su pertenencia.<br />
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Fundamentalmente la estrategia es aparecer como un empleado súper trabajador y "con espíritu de empresa", dispuesto a trabajar fuera de horas y a evitar relaciones conflictivas con el empresario. Sin embargo, cuando hay una huelga, especialmente si el grueso de los trabajadores son fijos, los eventuales se unen a regañadientes a la misma, aunque sin desempeñar ningún papel destacado. En parte, siguen el ejemplo de los trabajadores mayores, y temen que les estigmaticen como esquiroles, aunque expresan poca simpatía por las demandas salariales de los otros cuando su problema básico, la seguridad en el empleo, no forma parte de la lucha.<br />
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La pasividad general de los trabajadores temporales, no obstante, se rompe cuando sus contratos se acercan a la renovación o están a punto de concluir. Confrontados con el despido inminente, al darse cuenta de que todos sus esfuerzos por ser trabajadores "leales" no dieron como fruto el empleo fijo, no es raro que los eventuales se organicen, expresen abiertamente su descontento y se acerquen a los sindicalistas más militantes pidiendo ayuda. En la mayoría de los casos, sin embargo, su arrebato de "acción de clase" es efímero. A pesar de algún apoyo de los trabajadores fijos y de los sindicalistas, la experiencia de la lucha colectiva ha dejado a los eventuales con poco en lo referente a "conciencia de clase". En vez de eso, hay rabia contra los jefes y cinismo hacia los sindicatos y los trabajadores fijos "que se ocupan de si mismos". En cierto sentido, el "despido" refuerza, más que una radicalización, el sentido de aislamiento y una visión del mundo como algo regido por el interés propio más egoísta. Como excepción, una minoría expresa un cierto respeto por la valentía y la solidaridad de los militantes en una batalla perdida de antemano (especialmente cuando un sindicato o un grupo de trabajadores fijos "dieron la cara" por ellos). En caso de que las luchas hubieran conducido a la inauguración de situaciones de empleo fijo, no es infrecuente que alguno de los antiguos trabajadores temporales se afilien a los sindicatos que llevaron la lucha. No es éste siempre el caso, sin embargo. Un número considerable de eventuales que se convirtieron en fijos, una vez han asegurado el empleo no se afilian a ningún sindicato o se unen a un sindicato conservador, en parte porque ofrecen "favores personales" o porque están interesados en hacer horas extraordinarias y aumentar su poder de consumo.<br />
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Aunque el empleo fijo es un estatus muy deseado por los trabajadores jóvenes, la mayoría están insatisfechos con su trabajo y tienen poca identificación con la fábrica o nada que se parezca a una cultura de la clase obrera. El empleo es un sitio donde trabajas, ganas dinero y te socializas en otra parte. En contraste con sus padres, que sentían una identidad u orgullo de formar parte de una fábrica bien conocida, de ser miembros de un sindicato, y tenían amigos cercanos en el trabajo, para la mayoría de los trabajadores jóvenes el trabajo es un aburrimiento, el sindicato "está ahí", y con los compañeros compartes una cerveza o no. La cuestión es hacer tiempo hasta el fin de semana o las vacaciones de verano, o comprarse un equipo de alta fidelidad. La consecución del "empleo fijo", cuando no se ha obtenido a través de la lucha colectiva, tiende a "confirmar" la actitud "conformista-consumista" entre los trabajadores temporales. Sin recibir una "perspectiva de clase" de la familia, el barrio o los amigos, y sin haber formado parte de una lucha política equivalente al antiguo movimiento antifranquista, muchos jóvenes trabajadores fijos sucumben fácilmente a la ideología individualista del "sólo miro por mí". Sin embargo, a una minoría de jóvenes trabajadores les han influido los viejos obreros militantes, se han vuelto activos en el sindicato y, en algunos casos, han salido elegidos como "delegados" de fábrica. En ciertos casos, esto obedece a lazos previos con movimientos políticos o sociales, o porque los sindicatos tuvieron un papel activo a la hora de asegurar empleo. En otras ocasiones, convertirse en delegado de fábrica es visto como un vehículo para conseguir tiempo libre de un trabajo aburrido, o influencia de cara a un objetivo personal, o se hace por frustración, tras alguna petición denegada. Lo que más frecuentemente se encuentra en los jóvenes militantes sindicalistas, sin embargo, es un disgusto con su trabajo y un deseo de irse a otra cosa. Dentro de la fábrica o fuera. El trabajo de fábrica se ve como un medio de "ahorrar" para eventualmente abrir un pequeño negocio, editar una revista musical o volver a la educación superior. A pesar de que el empleo fijo es un "premio" muy codiciado, una vez se consigue pierde rápidamente su "lustre" y empieza el descontento con el puesto de trabajo. Este descontento tiene dos caras. Por un lado, da pie a soñar con otros tipos de trabajo, o a fuertes deudas por bienes de consumo. Pero, por otro lado, brinda una base para llegar a formar parte de una acción militante. Sería un error trazar hoy una línea estricta entre los trabajadores jóvenes y los mayores. Aunque es verdad que muchos de estos últimos mostraron en el pasado mayor conciencia de clase que los jóvenes trabajadores contemporáneos, gran parte de la vieja solidaridad y sentimientos colectivos se han disipado. Muchos de los trabajadores mayores han sido ellos mismos alcanzados por la idiosincrasia consumista; muchos se ven enredados en favores personales con el sindicato y la empresa a fin de asegurar empleo para sus hijos. Si manifiestan más lazos con los sindicatos y disposición a la huelga, esto suele ir ligado a estrechos intereses "corporativos".<br />
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Así, mientras algunos jóvenes trabajadores fijos están disponibles para la actividad sindical, muchos trabajadores mayores han perdido gran parte de su solidaridad de clase. Todo esto tiene lugar en un contexto de inseguridad general entre todos los trabajadores. Las políticas anti-laborales del régimen neoliberal, la movilidad de las corporaciones multinacionales y la nueva legislación laboral que facilita los despidos y los cierres patronales, han creado un sentimiento general de miedo entre los trabajadores jóvenes y mayores, entre los fijos tanto como entre los temporales. El miedo ha reducido la disposición de mucho trabajadores fijos a comprometerse en huelgas a favor de mejoras. En la mayoría de los casos, las huelgas tienen lugar contra nuevas pérdidas salariales o de protección del empleo, o cierres patronales. Las luchas son a la defensiva. A falta de ataques directos, la mayoría de los trabajadores se "bunkerizan" y tratan de "evitar conflictos" o consolidan lo que han logrado. En este contexto, la mayoría de sindicatos y partidos políticos de izquierda ya no ofrecen una visión de una sociedad alternativa a la pesadilla neoliberal. A lo sumo, intentan atenuar los golpes: privatizaciones graduales, menos pérdidas de empleo, mayores indemnizaciones a los trabajadores despedidos, etc. En cierto sentido, los dos sindicatos principales (al menos sus cúpulas) han sido asimilados dentro del proyecto neoliberal. Critican sus excesos y piden más gastos sociales, a cambio de compartir los argumentos de productividad de los empresarios. A falta de una referencia "sindical", no es sorprendente que la mayoría de los jóvenes trabajadores se vuelvan hacia soluciones "individuales" y que unos pocos comiencen a orientarse hacia los sindicatos minoritarios más radicales.<br />
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Emparedados entre unos trabajadores temporales que se ajustan de cara al exterior a la imagen que tienen los jefes del "buen trabajador", y unos trabajadores mayores que luchan por asegurar su longevidad y su jubilación, los jóvenes trabajadores fijos carecen de un contexto que encienda la rebelión (huelgas salvajes, acciones en el trabajo). En una palabra, aun suponiendo que a través de intercambios con la familia, el barrio o el puesto de trabajo, los jóvenes trabajadores fijos adquirieran "conciencia de clase", las condiciones globales no facilitan su expresión.<br />
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EN RESUMEN<br />
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La nueva generación de jóvenes trabajadores eventuales carece de continuidad en el trabajo y en sus relaciones personales aparte de la familia, que les permita duplicar la vida de sus padres.<br />
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El neoliberalismo derriba las tradiciones, las costumbres y la continuidad en el puesto de trabajo. Socava la formación de nuevas familias y perpetúa la "familia extensa" de un modo anormal. El poder de los capitalistas para contratar y despedir, renovar o cancelar los contratos de trabajo, crea un sentimiento de transitoriedad que mina los lazos personales y sociales, así como el sentido de autoestima. En la mayoría de los casos, los trabajadores temporales están atormentados por la inseguridad: cómo reaccionar ante abusos del empresario (exigencia de horas extras sin pagarlas).<br />
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En un contexto de contratos de trabajo vulnerables, dependen del empresario y al menos en un caso de nuestros encuestados preguntaron al patrón si debían unirse a una huelga general, conducta que provocó la risa del padre, un curtido activista sindical. Pero risas aparte, ¿dónde estaba el padre todos aquellos años para enseñar los valores de la clase obrera y dónde estaban los sindicatos cuando se aprobó la nueva legislación laboral, que facilitaba los contratos de trabajo temporales?<br />
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La inseguridad personal va ligada a relaciones transitorias; las historias personales son una serie de buenos y malos episodios desconectados entre sí. Todo lo cual refuerza un sentido de "egocentrismo" y una carencia de facto tanto de solidaridad como de capacidad para mantener relaciones serias a largo plazo. El problema de organizar a los jóvenes trabajadores temporales estriba no sólo en los obstáculos "objetivos" creados por una legislación laboral adversa, un Estado hostil y unos empresarios agresivos; es también subjetivo. Se necesita contrarrestar la ideología egocéntrica y atomizadora que ha ganado ascendiente entre muchos trabajadores temporales fuertemente explotados y marginados, los cuales fácilmente aceptan críticas al sistema y quieren sacar beneficios de todas las huelgas, pero se siguen resistiendo a compromisos sociales que atenten contra sus gratificaciones inmediatas. Los movimientos puramente "instrumentales", o movimientos por puntos concretos en pro de un "trabajo digno" o "empleos", es poco probable que conduzcan a ningún tipo de movimiento que haga camino. Lo que es fundamental es la necesidad de educar en nuevos valores socio-culturales, que brinden una comprensión más profunda de las relaciones entre el descontento privado y la realidad social; y cómo las experiencias sociales cotidianas del trabajo y la lucha colectivos brindan la base para una visión social alternativa de la sociedad, el Estado y el trabajo.<br />
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TRANSCRIPCIÓN DE LAS ENTREVISTAS HABLAN LOS TRABAJADORES<br />
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CARLOS<br />
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Tiene 23 años. Vive en la Zona Franca de Barcelona y está empleado en la planta automovilística de SEAT. Tanto mi padre como mi madre eran inmigrantes. Mi padre, de La Rioja y mi madre, de Sevilla. Hablo poco con mi padre. Ellos querían que estudiara una carrera. De hecho, terminé el instituto y pensaba en la universidad. Pero con 18 años, lo que tenía eran ganas de salir. Dejé los estudios de lado, faltaba a clase. Mi padre dijo que si no quería estudiar tendría que trabajar. Trajo a casa una solicitud para un contrato de seis meses en la SEAT. Trabajé durante tres años con contratos temporales de seis meses. Ninguno de mis amigos tenía trabajo. Les invitaba a copas. La calle, más que la casa, era el lugar donde hacer vida social, la plaza del barrio, el bar; más tarde lo fue el centro de Barcelona.<br />
<br />
Solíamos encontramos en el complejo deportivo de la SEAT, pero luego lo cerraron. Mis mejores amigos son del barrio, no del trabajo. Hay distintas pandillas en el vecindario, pero las diferencias no son tanto políticas como de estilo de vida. No me preocupaban los contratos temporales. Me saqué el permiso de conducir, ahorré dinero y me compré un SEAT de segunda mano. Lo utilicé hasta que se cayó a trozos. Luego me compré otro coche que estaba hecho polvo Trabajo con robots, los monto. Se tarda 30 segundos en montar un robot. Tenemos dos pausas de diez minutos y veinte minutos para comer. Trabajamos siete horas y veinte minutos al día. En mi sección hay 40 trabajadores. Me relaciono con tres de ellos. Tengo más amigos en el barrio que en la fábrica.<br />
<br />
Trabajo en Martorell y tengo que levantarme a las 4.30 horas de la mañana para coger el autobús que sale a las 4.45. Comenzamos a trabajar a las 5.45 horas. Casí todos dormimos durante el trayecto. Apenas hablamos.<br />
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TRABAJO<br />
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El trabajo no es satisfactorio. Entre el trabajo y viajes pierdo de 11 a 12 horas. El salario no está mal pero el ambiente si. Cada uno va a su aire. Eres número. Nunca están satisfechos, no valoran lo haces. Nadie se preocupa de los demás. Todos tentan subir. La empresa fomenta las aspiraciones personales, no hay solidaridad. No me considero radical. Sólo intento vivir de acuerdo con mis convicciones. Mi padre, que trabajó en la SEAT durante 30 años, se siente parte de la empresa. Está jubilado, pero vivió con la SEAT. Para mi la SEAT es un trabajo como otro cualquiera. No me satisface. La gente que ha estado en la empresa durante tan años, como mi padre, se identifica con la SEAT. Para ellos el mundo era la empresa. Cuando dejaron trabajar se sintieron perdidos. Sus amistades estaban en la fábrica; tenían muchas relaciones en la fábrica.Cuando se jubiló fue difícil. Estaba muy nervioso y le costó mucho adaptarse. Conozco a poca gente del trabajo. El círculo de amistades comienza cuando termino de trabajar, fuera de la SEAT. Cuando empecé, el trabajo en SEAT estaba bien. Después de trabajar hacíamos deporte . Luego cerraron el complejo deportivo y me trasladaron a otra factoría. Ahora, después de trabajar, lo que e apetece es olvidarlo todo hasta el día siguiente.<br />
<br />
El trabajo eventual ha hecho que perdamos el espíritu de compañerismo, despiden a la gente. Cada uno va a su aire, se trabaja fuera de horas, agotándonos unos a otros. La nueva factoría de Martorell no tiene club de deportes. No quiero vivir allí. No me gusta condicionar el lugar de residencia al trabajo. Para mí lo importante es estar cerca de los amigos, no del trabajo.<br />
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ASPIRACIONES<br />
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Nunca he definido mi vida. No sé. No quiero estar allí (SEAT) toda la vida. Pero, ¿adonde voy? Lo único bueno es que estoy acostumbrado a estar allí. No me atrevo a dar el paso e irme. No veo otras cosas. Mi máxima aspiración es no ser como mi padre. Estoy preocupado porque despiden trabajadores. Estamos pasando tiempos difíciles. Hay demasiada mala competencia; has de tener cuidado con otros trabajadores en los que no puedes confiar. Algunos quieren tener buenas relaciones con los capataces. Yo no me empeño en tener buenas relaciones. Hago mi trabajo. Algunos trabajan menos, pero mantienen buenas relaciones. Hay mal ambiente, se buscan favores. Tengo más confianza con mis amigos fuera del trabajo que con los conocidos del curro. Cuando organizamos actividades fuera del trabajo no se lo cuento a mis compañeros.<br />
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ACTIVIDADES CULTURALES<br />
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Formo parte de una liga de fútbol, juego en un equipo del barrio. Entrenamos dos veces por semana y jugamos los sábados o los domingos. Yo juego, pero me gusta mirar. Me gusta la competición. Hay 16 equipos en la liga. Vamos los onceavos. En sus inicios el equipo lo fundó la SEAT. Ahora tenemos que pagar: 25.000 pesetas para alquilar el campo. Me gusta la ciudad. La música, pop, rock. No me siento andaluz, aunque llevas algo dentro. Tampoco me siento catalán. Estoy aquí porque estoy aquí. No me identifico con nada. No creo que sea bueno que me obliguen a hablar catalán. Lo hablo y lo entiendo; si alguien lo quiere estudiar, perfecto. Esto aún es España. Los catalanes están intentado imponerlo.<br />
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SINDICATOS<br />
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Todos los sindicatos son corruptos. No creo que defiendan a los trabajadores. Estoy en la CGT, que está menos ligada a los partidos. Asisto a las asambleas de la fábrica. Quiero estar informado. No participo. El sindicato socialista UGT favorece a la empresa y actúa como un partido político, hace un montón de propaganda. Organizan huelgas antes de las elecciones sindicales, y luego desconvocan las manifestaciones para firmar acuerdos desfavorables con la empresa.<br />
<br />
No confío demasiado en los sindicatos. El sindicato CGT tiene más ganas de luchar, aunque tampoco me convencen. Mantengo buenas relaciones con algunos de los trabajadores más veteranos. No tengo ningún problema generacional. Los trabajadores jóvenes son el problema más grande. Están más reconcentrados en sí mismos que los mayores. Los trabajadores jóvenes están más preocupados por los bienes de consumo. Mientras tenía contrato temporal no estaba afiliado.<br />
<br />
Comencé a formar parte del sindicato año y medio después de que me hicieran fijo. Cuando trabajaba como eventual los sindicatos no se preocupaban de nosotros. Con el tiempo he ido teniendo contacto y he consultado a la CGT. Son más cercanos a mi forma de pensar, son menos corruptos, están más a favor de los trabajadores. Los partidos políticos son diferentes. No confío en ellos. La política es engaño. Los que están arriba se aprovechan. Mis ideas están a la izquierda, pero no me considero un radical. Algunos de mis amigos sí lo son. Nunca me he metido en política. No me convence. Los partidos se aprovechan. Yo me muevo con la gente. Participo en las huelgas, en las acciones solidarias. No voy a las movilizaciones de la ciudad. Organizamos fiestas alternativas en el barrio, pero la gente mayor se queja. No les gusta el rock'n'roll, no quieren cambiar. Ellos contratan una orquesta. No tenemos los mismos gustos.<br />
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ENRIQUE<br />
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Tiene 23 años. Ha pasado la mayor parte de su vida en Barcelona (Zona Franca). Sus padres son de La Coruña y de Burgos. Su padre trabajó durante 30 años en SEAT. Terminó la EGB y estudió cuatro años de formación profesional antes de dejarla.<br />
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INFANCIA<br />
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No me gustaba el colegio. Tampoco tenía demasiada presión familiar. La formación profesional no era importante para conseguir un trabajo en la SEAT. No había ninguna relación entre lo que habías estudiado en la escuela y lo que hacías en la SEAT. Todos mis parientes trabajaban en la SEAT.<br />
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Pasaba mucho más tiempo con mis amigos que con mi padre. Los únicos momentos en los que la familia me importa es durante las vacaciones. Todos mis amigos son del barrio. Mientras iba haciéndome mayor, todas nuestras actividades se organizaban alrededor del complejo deportivo de la SEAT. Lo cerraron hace un año y medio. La asociación de vecinos la lleva gente mayor y tenemos poco en común. Todos los bares de los alrededores cierran a la una. Pasada esta hora tienes que salir del barrio. Seguiré viviendo aquí porque no tengo alternativa.<br />
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EMPLEO<br />
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En 1990-91 firmé mi primer contrato de seis meses con la SEAT. Firmé cuatro contratos. Ahora estoy cobrando del paro. Con el contrato temporal, cobraba lo mismo que un trabajador fijo, aunque es más fácil que te echen. No me preocupa estar sin trabajo, vivo con mi madre. Si tuviera deudas o un piso y familia sería un problema estar en el paro. Una madre nunca te echa. La familia es importante.<br />
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Trabajaba en la cadena de montaje. El ritmo de trabajo variaba, el trabajo era aburrido, repetitivo. La mayoría de mis amigos eran del barrio, más que del trabajo. No tuve ninguna relación con el sindicato socialista UGT ni con el comunista CCOO. Algunas veces con el sindicato CGT. Iba a las asambleas de la fábrica. Intenté organizar a los trabajadores eventuales para presionar a la SEAT a que renovaran nuestros contratos, a través de contactos personales. Eramos 1.500. UGT y CCOO no apoyaron nuestro colectivo. Los sindicatos son como los políticos. Prometen mucho y no hacen nada. Los sindicalistas viven bien y no trabajan en la empresa. Nuestros padres están acomodados. Se aseguraron sus prestaciones y por miedo a perderlas no se solidarizan con nosotros. Los trabajadores jóvenes sólo trabajaban para conseguir bienes de consumo y no se preocupaban de las condiciones laborales. La mayoría comenzó a reaccionar en el último momento, cuando los contratos estaban a punto de vencer y no iban a ser renovados. Mientras trabajo lo único que me preocupa es que me paguen. No soy leal ni me importa la fábrica. Antes de que me echaran ganaba 130.000 pesetas al mes en la SEAT. La mayoría de los empleos de ahora te ofrecen 60.000 pesetas; cuanto más trabajas, menos ganas. En cuanto a perspectivas de trabajo en el futuro, hay pocas cosas: 60.000 pesetas sin ningún tipo de prestación social son para chicos de 18 años o muertos de hambre. Podría aceptar trabajar por 100.000 pesetas, o incluso por 90.000. Mientras tanto, mato el tiempo en el bar y me voy de marcha hasta que se me acaba el dinero del paro. No quiero pensar en el futuro o en lo que haré cuando tenga 30 años. Ahora quiero vivir y no preocuparme por el futuro.<br />
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En cuanto a mis relaciones con mujeres, creo que es aburrido verlas con demasiada frecuencia. Las mujeres no quieren depender de los hombres, o al menos eso es lo que dicen. Por lo que respecta a los movimientos sociales, hay pocas posibilidades. La situación continuará como hasta ahora. Todo depende de lo que haga la gente que tiene el dinero. Para que las cosas cambien, le tiene que ir mucho peor a mucha más gente.<br />
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MANUEL<br />
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Tiene 52 años y trabaja en Lucas Diesel en Ripollet. Su padre nació en Alicante, trabajaba como jornalero. Emigró a las minas de cemento de Gavá, y fue reclutado como esquirol. Más tarde trabajó en la construcción.<br />
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Mi padre era analfabeto y combinaba el trabajo en el campo con la fábrica. Tenía un gran respeto por la educación. Quería que yo fuera ingeniero, pero a los 14 años decidí dejar el colegio y trabajar en un taller mecánico. Respetaba mucho a mi padre, pero raramente hablábamos. Iba del trabajo a casa a cultivar su huerto, su principal distracción. Durante la República mi padre fue un miliciano anarquista, pero las luchas entre los partidos le decepcionaron y abandonó la política.<br />
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Nací en Ripollet, en un barrio de clase obrera. Había muchos trabajadores de empresas textiles y de embalaje, de pequeños talleres, obreros de la construcción y jornaleros. Allí no había falangistas.<br />
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La solidaridad se vivía día a día; los niños se dejaban en casa de los vecinos para ir a trabajar. Todos se conocían. Cada familia tenía su apodo. Mis padres primero estaban de alquiler, luego, a mediados de los 50, compraron una casa. Respetaba a mi padre aunque era autoritario. Mi madre me crió. Las actividades familiares eran escasas, algún que otro domingo íbamos a buscar setas. Mi vida social eran los compañeros de la calle. Había rivalidades entre las pandillas de distintas calles, fútbol en la calle, y de vez en cuando peleas. Viví en casa de mis padres hasta que me casé. A finales de los 60 nos compramos un piso. Tenia 26 años. Terminé la EGB, pero no seguí estudiando. Quería compensaciones económicas inmediatas. Dejé los estudios para trabajar y poder pagarme excursiones de fin de semana, ir a bailar y a fiestas. Lo normal era dejar la escuela a los 14 años y comenzar un aprendizaje de cuatro años. Trabajé en un pequeño taller con otros cuatro trabajadores y seis aprendices. Daba toda mi paga (75 pesetas) a la familia y ellos me devolvían 25 pesetas para mis gastos. A mediados de los 60 había más demanda que oferta laboral. Podías cambiar de trabajo y mejorar el salario. Entré en Lucas a mediados de los 60. Era una empresa nueva y la mayoría de los trabajadores tenían menos de 35 años. Yo tenía 19.<br />
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La fábrica estaba situada en Sant Cugat, y la mayor parte de mis compañeros de trabajo no vivían en esa ciudad. Nuestras relaciones eran sinceras y abiertas. Trabajábamos desde las ocho de la mañana hasta las siete menos cuarto de la tarde. Al principio casi todos mis amigos eran de mi antiguo barrio, de fuera de la empresa. Descubrí la perspectiva de clase y la ideología en la fábrica, de manos de trabajadores veteranos provenientes de otras fábricas. Comencé a relacionarme menos con mis amigos del vecindario y encontré más cosas en común con mis compañeros de trabajo. Ahora mis mejores amigos son de la fábrica. Hacemos vida social en el trabajo. Con mis compañeros de trabajo comparto el tiempo de las luchas sociales, en el sindicato, las cuestiones del trabajo, y con mis amigos de la ciudad comparto el tiempo de ocio. En la ciudad soy miembro de una coral y de un club deportivo. Durante la época de Franco la iglesia tenía un centro social que organizaba salidas, scouts, grupos de teatro, ajedrez y ping-pong, asi como educación en los valores católicos. Tenía una mentalidad muy abierta. Antes, durante la República, el bar era el lugar de encuentro. Yo era activo, tanto en el vecindario como en el trabajo.<br />
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En mi vida política hay tres períodos: Franco, la Transición y la democracia. Era más activo antes de la democracia. Temamos metas comunes, conectábamos las ideas con la práctica diaria y un fin común. Subordinábamos nuestras diferencias. Con la llegada de la democracia comenzaron las diferencias, las divisiones, las rivalidades personales, las etiquetaciones partidistas; los esfuerzos por imponer "la verdad" acabaron con las asociaciones. <br />
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TRABAJO<br />
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La ciudad y los barrios apoyaban las huelgas locales. Incluso los pequeños empresarios apoyaban a la clase trabajadora. Yo me sentía obrero. Cuando entrabas a trabajar en una fábrica conseguías un empleo de por vida, un contrato de por vida y por ley. Podías hacer planes de futuro. Yo estaba ligado a mi trabajo. Orgulloso de hacer un buen trabajo. Mi trabajo era interesante. No era un peón. Veía todo el proceso. Era jefe de sector. Podía observar la evolución del producto a medida que se incorporaban las innovaciones. Hubo una huelga general en 1973 y despidieron a muchos trabajadores. La fábrica creció de cien trabajadores en 1973 a 1.300 en 1980. Hasta 1980, la mayoría de los trabajadores compartían un punto de vista común, después cambiaron. Antes compartíamos las preocupaciones y el origen, las luchas sociales y contra Franco. Después de 1980 los trabajadores pasaron a ser más individualistas, estaban desorientados en lo que respecta a las clases, afiliación a sindicatos, propiedad de la empresa (pasó de propiedad catalana a británica), les faltaba una orientación socio-política. Desaparecieron los aprendizajes. Mediante las negociaciones colectivas se volvió a introducir el aprendizaje. Los sindicatos intervinieron en la selección de aprendices. De esta forma podían reclutar cuadros sindicales y proporcionar educación social. Recientemente la empresa terminó con el programa. El trabajo es importante. Me sentí perdido después de perder el empleo. Pasé tres años en la calle después de que me despidieran por participar en una huelga. Que me pagaran por no trabajar fue un golpe.<br />
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FAMILIA<br />
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Tengo cuatro hijos. El mayor es licenciado en Psicología, el segundo trabaja como vigilante nocturno. Los otros dos aún están estudiando. Ahora la vida familiar es distinta. El contexto urbano es diferente. Antes la calle era nuestra. En la escuela siempre he estado cerca de mis hijos. Era el entrenador del equipo de baloncesto. Era activo en la asociación de padres. Yo respetaba más a mi padre de lo que ellos me respetan a mí. A los 15 años contribuía a la economía familiar. Mis hijos no participan (edades: 24, 22, 19 y 18). Lo que ganan es para sus gastos. Mi hijo, el licenciado, está vendiendo libros con un contrato eventual de seis meses.<br />
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SINDICATOS Y POLÍTICA<br />
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Al principio, bajo el régimen de Franco, no había sindicatos donde yo trabajaba. Sobre 1969 se creó un sindicato clandestino. Hablábamos de las relaciones laborales, los sueldos, la estructura de la toma de decisiones, [ajusticia social. Tenia una visión de "toda la empresa": los beneficios de la empresa crecían a más velocidad que los salarios. Comenzamos a organizamos alrededor de amigos en los que podíamos confiar. Nos convertimos en el grupo dominante de la fábrica. Eramos el único sindicato democrático.<br />
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La UGT, CNT, CGT y Comisiones no existían. Comisiones Obreras no era un sindicato, se basaba en comités de empresa. Una vez legalizado el partido comunista, éste se apoderó de CCOO. Eran mayoría en casi todos los sindicatos, pero no en nuestra fábrica (Lucas). Al principio los partidos fueron la esperanza, para hacer realidad, mediante el poder político, cambios básicos. E! engaño fue tremendo. Los partidos socialista y comunista, una vez legalizados, nos vendieron en busca de cargos en el aparato de Estado y de subvenciones públicas. Sacrificaron nuestras demandas sociales por provecho personal y político.<br />
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La mayoría de los empleos en la sección de reparaciones y mantenimiento de la fábrica están subcontratados a jóvenes con contratos eventuales. Yo hago el turno de noche y la mayoría son eventuales de entre 18 y 27 años. La empresa contrata trabajadores y les da cursos que les adoctrinan en cómo la firma es un padre para ellos. Fin la mayoría de sitios los eventuales ganan el 50% del salario normal. En Lucas, los eventuales cobran lo mismo que los fijos gracias a nuestro sindicato.<br />
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JULIO<br />
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Tiene 49 años y es estibador. Mi padre era catalán, nacido en Barcelona. Vivió lejos de casa, en Palma de Mallorca. A mí me crió mi madre. Mi madre era dura, imponía disciplina. Yo ayudaba a mi madre en la casa. Para ella mi educación era importante, pero yo no quise estudiar. Quería trabajar. Nunca hablamos de una carrera. Deseaba un trabajo cualificado. Vivíamos en Barcelona. Mi padre era rojo y pasó un tiempo en un campo de concentración de Franco. Era recluta, pero al finalizar la guerra ya era capitán. Vio muchos pelotones de ejecución. Le daba miedo hablar de cualquier cosa que tuviera que ver con la guerra o con la República, incluso en casa. Vivíamos en un barrio de clase trabajadora. La gente se sentaba en las escaleras y compartía la comida con los vecinos. Yo crecí en el seno de una familia grande, con tíos y abuelos, y tenía muchos amigos en el barrio. A los 13 años dejé el colegio. Era muy autoritario, pero nos daban de comer. Trabajé de aprendiz en un taller durante tres años por 75 pesetas semanales. A los 24 años, en 1969, conseguí este trabajo como estibador y ganaba 3.500 pesetas semanales. Las condiciones laborales eran malas. Fui trabajador eventual durante dos años. El trabajo se adjudicaba de acuerdo con la antigüedad. Pasados dos años conseguí un trabajo estable. Al principio sólo existían los sindicatos verticales del régimen de Franco. Los sindicatos autónomos comenzaron a organizarse en 1973-75, al final del franquismo. Manteníamos buenas relaciones laborales: la amistad antes que el trabajo. Los amigos entraban juntos a trabajar, comíamos juntos y nos tomábamos algo después del trabajo. Los días que no había trabajo en el muelle íbamos a Castelldefeis a comer y jugar al fútbol. La mayor parte de la vida social estaba en el trabajo. Después de casarme nos mudamos y mi vida social decayó. De vez en cuando salgo con mis compañeros de trabajo sin la mujer. Fui más activo durante el periodo de Transición. Participé en la huelga de 1980. Me despidieron y la caja de resistencia me mantuvo.<br />
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Éramos mas activos y teníamos más esperanzas que ahora. Desde que cambié de vecindario he perdido el sentimiento de pertenecer a un barrio. Sólo nos encontramos en los ascensores. La calle y los pisos inhiben las relaciones entre vecinos.<br />
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TRABAJO<br />
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Me siento como un jubilado. Me gustaba el trabajo en el puerto. Me gustaban las relaciones que manteníamos en el pasado. Ahora hay menos solidaridad. Antes los trabajadores te cubrían si llegabas tarde o no ibas un día. Ahora la actitud es que la empresa tiene el mando. Yo estaba orgulloso de ser un estibador. Podías discutir con el dueño de la empresa. Teníamos fuerza. La estamos perdiendo. Eramos más independientes. El capataz y los trabajadores se mezclaban. Ahora todos van con el culo prieto. Cada día es más difícil. Hay presiones constantes desde arriba. Dicen que ahora somos más profesionales. Yo no lo creo. Antes teníamos capacidad para resolver los problemas. Ahora tenemos que estar pendientes de los "coordinadores". Por culpa de las presiones de arriba, los trabajadores se han vuelto miedosos, tienen pánico a mojarse. Apenas conocemos a ninguno de los nuevos trabajadores. Hace veinte años había 2.000 trabajadores, ahora hay 500.<br />
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Todo se ha automatizado. No me gusta el nuevo sistema de trabajo. Me eligieron delegado, pero el sindicato no nos apoya. Hacemos horas extras cuando hay gente esperando conseguir un empleo. No hay solidaridad.<br />
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CICLO DE VIDA<br />
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Me casé a los 23 años. Tenía un trabajo fijo. Tengo tres hijos y un piso. Lo compré. En casa nunca hablamos de temas sindicales. Todos mis hijos viven en casa, todos con trabajos eventuales. Los mejores años fueron los de finales de los 70. Mi salario subió a 45.000 pesetas semanales; en los 90 se estancó. Tengo una segunda residencia cerca de Vic, que compré hace seis años. Nunca he estado afiliado a ningún partido político, pero voto a Convergencia. Voto a "los de casa". Mi hijo acaba de conseguir un trabajo en la nueva policía autonómica de Cataluña. Gana 200.000 pesetas al mes. Soy perezoso, me quedo en casa, miro la tele, y en Vic voy en bicicleta. No me reúno con los otros trabajadores que aún viven en la Barceloneta. Quiero dejar de ser delegado sindical. Hay demasiados conflictos con los funcionarios sindicales. Han sido líderes demasiados años y tienen más cosas en común con los jefes que con los trabajadores. Los trabajadores les apoyan a cambio de favores para que sus hijos puedan quedarse con su trabajo cuando se jubilen.<br />
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No soy ambicioso. Estoy contento con mi vida. Soy un burro, pero he sido capaz de sacar adelante a mi familia. Me ha salido bien. Gano 300.000 pesetas al mes contando horas extras.<br />
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JOSÉ MARÍA<br />
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José María tiene cincuenta años y trabaja en la Olivetti. Mi padre era de Cádiz. Emigró a Cataluña en 1940, vivió en barracas hasta 1962 y luego se mudó al Besos. Después a Nou Barris y compró una casa. Tuvo varios trabajos simultáneos, principalmente en los tranvías. En 1930 era falangista y luego activista del partido comunista. En casa nunca hablamos de política.<br />
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Viví en el Barrio Chino hasta los cuatro años, luego en barracas en Montjuíc. Todos eran andaluces, casi todos obreros de la construcción; compartían la comida, se oponían a Franco, pero tenían miedo de expresarlo. Comencé a ir al colegio a los 9 años, a la Virgen de la Merced, una escuela privada católica; dejé la escuela a los 13 años. Comencé de aprendiz en la Olivetti a los 14 años. De los 100 aprendices sólo 5 se quedaron para pasar a ser especialistas. El resto terminó en la cadena de montaje. He trabajado en la Olivetti durante 36 años. Los compañeros de trabajo provenían de distintas partes de la ciudad, lo que significaba pocas amistades.<br />
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La hora de la comida en la fábrica y el club deportivo eran los únicos momentos en los que podíamos reunimos. Pero había un cierto entendimiento entre nosotros. Todos trabajábamos por cupos. A los trabajadores que rompían la norma se les caía el pelo. Había más vida social en las barracas que en los grandes edificios del Besos. La mayoría de mis amigos eran de Montjuíc. Éramos cuatro o cinco. Los sábados íbamos a bailar, y los domingos por la tarde al cine del Club del Libro.<br />
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TRABAJO<br />
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Me gustó el trabajo durante mucho tiempo. Te ponía retos y yo era creativo. Hacía cosas, organizaba mi trabajo. Me gustaba. Con la llegada de los ordenadores todo cambió. Ahora todo lo que hago es revisar las máquinas estropeadas. Trabajar con ordenadores es aburrido. Tengo ganas de jubilarme. He tenido problemas con el capataz. No por cuestiones políticas. Por ejemplo, fui sancionado por cantar en el trabajo.<br />
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Nunca me faltó trabajo. Siempre tuve empleo fijo. Nuestras luchas se organizaban para limitar el tiempo de trabajo. Primero conseguimos el sábado libre, después la jornada de ocho horas, luego, en 1972-73, los 28 días festivos al año y 30 días de vacaciones pagadas. De 1970 a 19SO mi salario aumentó de 11.000 pesetas mensuales a 100.000. Conseguimos continuas mejoras hasta 1982.<br />
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Desde entonces ha habido estancamiento y despidos. En 1959 había 5.000 trabajadores en Olivetti Barcelona; en 1994 hay 190. Los despidos comenzaron en 1981. Participamos en muchas huelgas para impedir los despidos. Las jubilaciones anticipadas. Al final los trabajadores aceptaron los dictados de la multinacional, que se trasladó a Latinoamérica. Fue traumático. Todo el mundo pensaba que Olivetti era un trabajo de por vida. El cambio de la máquina de escribir al ordenador acabó con esa historia. Nunca esperé subir en la empresa. Evitaba las promociones. Hago mis ocho horas y me largo a casa.<br />
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FAMILIA<br />
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En 1970, a los 25 años, me casé y viví en casa de mis padres durante un año. Luego conseguí un crédito y me compré un piso. Aquí no hay vida vecinal. En un bloque de pisos viven 150 familias. Soy el presidente de la comunidad y superviso el mantenimiento y cumplimiento de las normas. Nuestra lucha más sonada fue para bajar el nivel de ruidos del patio, de modo que los inquilinos<br />
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pudieran dormir. Tengo dos hijos. Uno tiene 24 años y estudia Informática. Creo que el mercado laboral es muy positivo, pero él tiene miedo de no encontrar trabajo. Lo que está aprendiendo no corresponde a las demandas laborales. Algunos de sus amigos están en el paro, otros están bien colocados y ganan 120.000 pesetas o más al mes. De todas formas, es muy raro que alguno encuentre un empleo fijo. Mi hijo de 19 años trabaja en un concesionario de Olivetti. Trabaja y estudia. Yo le ayudé a encontrar el empleo. Se supone que trabaja cuatro horas al dia por 55.000 pesetas al mes;pero suele trabajar seis o siete y no le pagan las horas extras. Lleva cuatro años trabajando a tiempo parcial. Le renuevan su contrato cada año. Su novia trabaja a tiempo parcial ensobrando cartas durante 12 horas por 1.000 pesetas al día. El piso más barato en esta zona cuesta 12 millones de pesetas, de forma que las posibilidades de casarse y formar un hogar son muy remotas.<br />
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POLÍTICA Y SINDICATOS<br />
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La gente se mete en política para hacerse rica. La democracia tiene ventajas, ofrece la posibilidad de cambiar las cosas, pero la gente es ignorante. Votan a los beneficiados. La gente es pobre. Con limosnas del Estado compran la lealtad al PSOE. Yo participo a nivel municipal. El alcalde es del PSOE. Es muy asequible. Yo le voté. En el trabajo participo en las asambleas sindicales. Me gusta estar informado de los contratos.<br />
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Desde los 80 los trabajadores piensan que con las huelgas pierdes dinero. Ahora la empresa es mucho más dura, hace menos concesiones y hay más rigidez. Últimamente me he opuesto a las huelgas. Tengo demasiadas facturas por pagar. Antes formaba parte de la USO y lo dejé porque tuve algunos conflictos personales. Me hice de CCOO. No me interesan las siglas sindicales. Las asambleas eran abiertas, democráticas y las votaciones se respetaban con CCOO. Organizamos a los trabajadores en Olivetti para que participaran en las huelgas generales del 14 de diciembre de 1988 y del 27 de enero de 1994, en protesta contra los "contratos basura" promovidos por el gobierno socialista (contratos laborales que permiten a los empresarios pagar por debajo del salario interprofesional y contratar a trabajadores eventuales mayoría de los participantes en la huelga general eran trabajadores mayores. Mis hijos, para quienes se hacía toda la huelga, no participaron.<br />
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Donde trabaja mi hijo votaron a favor de la huelga, consultaron al jefe y decidieron no ir a la huelga. ¡Imagínelos preguntando al jefe si está bien hacer huelga!<br />
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Quiero jubilarme lo antes posible. He alquilado una pequeña casa en Palol, cerca de Girona, por 4.000 pesetas al mes. Es allí donde me gusta pasar mi tiempo libre.<br />
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MIGUEL<br />
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Miguel tiene 29 años. Ha trabajado en la SEAT siete años. Mi padre fue minero en Ciudad Real, jornalero en el campo, y en Cataluña trabajó en la construcción y en fábricas. Nunca hablaba del trabajo con la familia. Nunca se identificó con la clase obrera. Me metí en política en el instituto y más tarde, en 1984, pasé a formar parte de una agrupación de parados de mi barrio. A principios de los 80 el movimiento de parados era activo, teníamos unos 10.000 miembros. Trabajaba a tiempo parcial limpiando edificios. En 1988 comencé a trabajar como eventual en la SEAT y en 1991 me hicieron fijo. Muchos de los trabajadores eventuales de entonces siguen siéndolo o han sido despedidos.<br />
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Mientras fui trabajador eventual veía la vida de forma distinta. En el trabajo había descontento, pero no independencia. Ahora tengo la posibilidad de planificar y sentirme más independiente.<br />
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Mientras fui trabajador eventual viví con mis padres. Este año me he comprado un piso con una hipoteca; lo estoy amueblando. Esto cambia la dinámica de mi vida. Nunca he tenido problemas con mis padres, pero estaba cansado de hacer siempre el mismo papel.<br />
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Tener tu propia casa te da mas independencia y puedes invitar a los amigos. El piso que he comprado está cerca de la casa de mis padres.<br />
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PERSPECTIVAS<br />
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La situación cuando yo buscaba trabajo era distinta a la de ahora. La mayoría de la gente joven eran más inquietos a principios de los 80. Con el tiempo han ido a menos. Hoy están menos interesados en los sindicatos que, digamos, hace cinco años. Hablo más con los trabajadores veteranos. Creo que hay dos factores que influyen en las diferencias generacionales.<br />
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Los cambios de las leyes laborales han aumentado la inestabilidad del desempleo; la gente joven está menos interesada por los sindicatos y las reclamaciones laborales y más preocupada por sobrevivir en el trabajo, menos interesada por sacrificarse por los sindicatos. En segundo lugar, la sociedad ha cambiado. El movimiento juvenil de 1984 estaba más politizado. Las universidades estaban más politizadas.<br />
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Hoy sólo miran por sí mismos; no son líderes juveniles. En tercer lugar, los sindicatos y los partidos políticos han abandonado la educación y organización de los jóvenes. No han sabido llegar a ellos ni han incorporado nuevas energías. En la tienda en la que trabajo, el 75% son eventuales; hay distintas reacciones. Algunos viven en un mundo personal, no les interesan los sindicatos. Otros te hablan de sindicatos y reclamaciones. Muy pocos aluden a las experiencias de sus padres. <br />
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La mayoría de mis compañeros de trabajo han cambiado su orientación en cuanto han pasado a ser fijos. Los eventuales que están a punto de ser despedidos se vuelven conflictivos. Los que pasan a ser fijos se hacen corporativistas, buscan intereses económicos inmediatos. Los eventuales van con cuidado hasta que los echan, luego surgen las protestas espontáneas.<br />
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RAFAEL<br />
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Rafael tiene 53 años. Nació en Sevilla y llegó a Barcelona en 1964, a los 24 años. En Andalucía era jornalero. Aquí tenia cuatro hermanos. Vivíamos en Hospitalet, un vecindario exclusivamente obrero, todos eran inmigrantes. Mi primer trabajo fue en la construcción con un salario muy bajo, 500 pesetas al mes. En junio de 1965 conseguí un trabajo en la SEAT. Mi salario subió a 3.500 pesetas, pero me gastaba 2.000 en cama y manutención. Soy básicamente autodidacta. Dejé el colegio cuando tenía 10 años, y luego fui a la escuela nocturna para adultos.<br />
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Me casé dos años más tarde. Alquilé un apartamento y seis años después nos compramos un piso. Tengo dos hijos, uno trabaja como eventual en la SEAT, y mi hija estudia Económicas en la universidad.<br />
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TRABAJO<br />
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Cuando comencé en la SEAT nuestros salarios eran mayores que en otros sectores, aunque seguían siendo bastante bajos. Pero subieron rápidamente durante los años 60 y 70, y luego se estancaron.<br />
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En 1965 ganaba 3.500 pesetas mensuales; en 1970, 8.000; en 1980, 100.000; en 1990,130.000; y en 1995, 143.000.<br />
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Me uní a un sindicato clandestino en 1968 y participé en las asambleas sindicales de CCOO en 1978, una vez las legalizaron. Fui activo, pero nunca me arrestaron o persiguieron. Aparte de los sindicatos, fui muy activo en la asociación de padres y alumnos en el colegio desde 1974 hasta 1988. Fui el presidente durante tres años. También participé en política municipal. Durante esos años era más activo en las asociaciones vecinales que en los sindicatos.<br />
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Siempre formé parte de la asociación de vecinos Formulábamos demandas para conseguir más y mejores profesores y mejorar las escuelas. Secundábamos un club deportivo y recreativo. Dejé la asociación de padres cuando mis hijos acabaron el colegio y comencé a participar en el comité del sindicato.<br />
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Vivo en un barrio de clase trabajadora que solía llevar a cabo una enorme cantidad de actividades. Ahora hay muchísima menos actividad y organización Luchamos y mejoramos el vecindario; logramos muchos de nuestros objetivos. Después del trabajo, al barrio era lo más importante. Lo esencial era la falta de instalaciones urbanas y el hecho de ser un ciudadano. Hoy día el barrio es distinto. Ha cambiado nuestra forma de vida. Nuestros salarios hacen que nos sintamos acomodados. Han aumentado las drogas y el paro, han surgido nuevos problemas, pero resulta difícil implicar al vecindario. Los jóvenes no pasan las necesidades que nosotros tuvimos. Los padres se ocupan de todo. No entiendo por qué los jóvenes que no tienen trabajo no participan en la comunidad. Carecen de interés.<br />
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En casa tenemos grandes discusiones. Mi esposa, mi hija y mi hijo hablan de todo. Mi hijo tiene más juicio. Mi hija defiende la clase trabajadora en la escuela. Es nacionalista catalana. La mayoría de mis compañeros de trabajo no hablan de sus actividades con la familia. Falta el entendimiento.<br />
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Cuando voy a reuniones los sábados o los domingos, mi familia entiende lo que estoy haciendo. Mi hijo es miembro de CCOO, pero es una excepción. La gente joven debería participar más en los sindicatos . Tenemos muy pocos miembros. Siempre he trabajado, desde que tenia seis años hasta ahora. Solo he estado en el paro durante tres meses. De 1965 a 1992 hice jornada completa y todo el mundo tenía trabajo fijo. Muchos de los trabajadores de la SEAT viven cerca de mi casa y todos los días vamos juntos al trabajo.<br />
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POLÍTICA<br />
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Si tienes ideas para cambiar las cosas merece la pena involucrarse. Los municipios tienen recursos. Tienes que tener interés. Para cambiar no debes adaptarte e. De entre mis actividades políticas prefiero la política municipal. Me gusta tratar con gente próxima, con los problemas de los ciudadanos. Hoy día todo está mal. No me mal interprete. Franco estaba mal. Durante un corto período de tiempo fue fantástico. Con el PSOE hemos caído en un pozo. Entre Franco y el PSOE estuvo Suárez, que estaba mejor. Felipe ha empeorado lo que teníamos. Nadie quiere volver a la dictadura, pero las cosas han empeorado con el PSOE.<br />
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RAMÓN<br />
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Tiene 38 años y está en el paro. Nació en Barcelona, en el barrio de la Barceloneta. Mi padre era cocinero en un restaurante. Actualmente vivo con mi familia. Hace nueve años, a los 29, me mudé a Cardedeu, una ciudad no demasiado lejos de aquí. Me casé, perdí el trabajo y nos separamos. El matrimonio necesita una economía. Ahora he vuelto. Estuve trabajando para una empresa instalando conexiones de gas, agua y electricidad. También trabajé para grupos de teatro encargado del attrezzo. Mi ex compañera lavaba platos y limpiaba casas. Mi padre nunca ha sido activo ni política ni socialmente. Nunca tuvimos demasiadas cosas en común. La mayoría de mis relaciones eran con amigos del vecindario.<br />
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El barrio tiene una cultura de izquierdas. La CNT participaba sobre todo en actividades culturales. Comencé a ser activo en el barrio a los 18 años junto a mis amigos. Ahora la Barceloneta es totalmente distinta. Antes había amistades intimas, actualmente son casi inexistentes. La solidaridad entre los compañeros se ha perdido. Todo el mundo busca trabajo, cada uno se preocupa por sí mismo. La política gira entorno al capitalismo. Los trabajadores no tienen nada que decir en política. Luchan por algo que no les pertenece. Antes la familia era una piña. Ahora se está desintegrando. Los hijos no pueden marcharse de casa porque no pueden hacer planes. Los hijos están cansados de sus padres, y los padres de los hijos. Mi familia es un salvavidas. Mi padre está jubilado y tiene que mantenerme. Ahora es imposible tener tu propia vida. Antes, alcanzada una cierta edad, te ibas. Ahora es imposible. Fui al colegio hasta acabar la EGB. A los 14 años empecé a trabajar. Trabajé durante dos años en los astilleros, pero los cerraron y me quedé en el paro. Esto fue en 1975. Luego conseguí un trabajo como camillero en un hospital, donde trabajé durante cinco años. Entonces llegó la crisis económica, me despidieron y cobré del paro durante dos años. Más tarde conseguí un trabajo instalando gas y agua. Trabajé durante ocho años antes de que me despidieran por falta de faena.<br />
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VIDA SOCIAL Y POLÍTICA<br />
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Entre los años 1975 y 1980 la Barceloneta era un lugar muy animado. El vecindario estaba mezclado, dividido entre trabajadores y choricillos. Había muchas organizaciones vecinales que montaban actos políticos y culturales e involucraban a todo el barrio. Fui de la asociación de vecinos y de la asociación de los Diablos, que organizaba las fiestas. No participé tanto como me hubiera gustado, porque los partidos políticos manipulaban las asociaciones. Las luchas principales eran por la calle -fuentes, recogida de basura, colegios- y contra la droga. En el barrio hay mucho tráfico de drogas. Hablábamos con los chicos consumidores de drogas para que la dejaran y advertíamos a los vendedores de que se marcharan, pero la policía les protegía. Los Diablos nos reuníamos todos los martes para planificar las intervenciones en las fiestas. Casi toda mi actividad era en los sindicatos, pero mis mejores amigos eran del barrio. Era miembro de la CNT, ahora soy de la CGT. He participado en varios comités de huelga allí donde trabajé. Hace nueve años me mudé a una ciudad pequeña debido al trabajo. Mi partido era el de los independentistas Esquerra Republicana de Catalunya. Decían que eran libertarios, pero cuando disentías no les gustaba, así que lo dejé. Trabajé con un grupo de teatro. Era el único grupo progresista de los alrededores.<br />
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En el trabajo los compañeros eran distintos de los que yo conocía en Barcelona. Los trabajadores eran muy sumisos. No hablaban de problemas laborales. Los jefes no toleraban ningún tipo de discusión. Tenía que cerrar el pico. Nada de huelgas. Si decías algo te echaban a la calle, y señalado. Todo lo que hacías estaba en función de conservar el trabajo. No es que haya miedo a perder el trabajo, ¡hay pánico! Debido al gran número de desempleados, una vez te has quedado en el paro ya no tienes ninguna posibilidad. Antes era distinto. Dicen que están proporcionando un "salario social" con estos contratos eventuales, pero es mentira. No hay solución a corto plazo, puede que a largo plazo.<br />
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Perdí el empleo en 1993, hace dos años. La empresa cerró y me dieron 200.000 pesetas. Desde entonces trabajo donde puedo. He trabajado haciendo instalaciones eléctricas y de gas para subcontratistas, a veces ganaba 90.000 pesetas al mes, a veces nada. El alquiler era de 60.000 pesetas. Decidí marcharme. Mi compañera quería una relación a distancia, yo no. En 1994 volví a la Barceloneta. El mercado laboral está fatal. Sólo hay pequeños trabajos en los que ganas 15.000 pesetas semanales instalando cañerías de gas. El trabajo pasa por dos grupos de subcontratistas, todos se sacan un pellizco. A veces tengo trabajo pintando casas o lo que sea. He pegado carteles anunciándome, pero el negocio está mal. La competencia es demasiado dura.<br />
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Estoy colaborando con la CGT intentando orgaNizar a los parados, pero la respuesta es mala. Todo el mundo busca su propia solución. Se ha perdido el sentido de pensar en soluciones colectivas. El barrio de la Barceloneta ya no es un centro organizativo. La gente se ha dispersado. Muchos de los jóvenes simplemente buscan cualquier sitio donde colocarse.<br />
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Actualmente no hay continuidad en el trabajo, y cada día que pasa es peor. Esto te afecta en la forma le pensar. No tienes nada estable. Por mucho que pienses que estás capacitado para un trabajo, lo único que haces es vivir el día a día. Esto afecta a tus relaciones sociales. A veces temes que el dinero que tienes no baste para ir a ningún sitio. Así que te acabas diciendo que no merece la pena. Te sientes pillado. Ahora las relaciones son muy transitorias. Totalmente. Hay menos solidaridad. En el trabajo ya no existe. Antes, cuando se convocaba una huelga tolo el mundo se apuntaba. Ahora todos te dicen: perderas el trabajo, quédate donde estás.<br />
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Con Franco había miedo, miedo a la represión, pero con la solidaridad, la gente era más fuerte. El ruedo bajo el mercado es más cruel: los trabajadores están enfrentados entre ellos. Ahora hay más miedo a no tener nada que cuando se luchaba contra la dictadura. La sociedad no quiere enfrentarse a los problemas del desempleo más allá de las soluciones familiares. La familia continúa aguantándonos porque no hay otra salida. No hay rebelión porque la familia sigue sosteniendo a los parados. Quizás cuanlo se acabe el apoyo familiar, habrá una revuelta. Hoy por hoy el ánimo que predomina entre los páraDos es volver la espalda a los problemas, tomarse una cerveza y fumar un cigarrillo.<br />
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He pensado en abandonar el país, pero la crisis está en todas partes. No estoy seguro de poder encontrar trabajo en ningún otro lugar.<br />
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CONCLUSIÓN<br />
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La supuesta "modernización" de la economía española bajo los auspicios del régimen socialista de Felipe González ha tenido un efecto profundamente negativo sobre la vida socio-económica, política y cultural de la clase trabajadora y, en particular, sobre la familia y los trabajadores jóvenes. La liberalización de la economía ha llevado a mayores injusticias sociales y a menos actividades políticas, en realidad a una disminución de la democracia política. Los trabajadores hablan positivamente, de un modo casi unánime, de su participación política en las luchas antifranquistas y durante la Transición.<br />
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Los asociaciones de vecinos y sindicatos fomentaron la ciudadanía, las activas asambleas ciudadanas debatían los asuntos públicos. Bajo los auspicios del régimen socialista, la intervención del partido en la sociedad civil, la mano dura del Estado y los políticos electorales minaron las organizaciones locales; los sindicatos socialistas se volvieron, en la práctica, apéndices del Estado; los sindicatos comunistas, aunque en cierto modo más activos, fueron sometidos por los pactos políticos de los líderes de su partido, cosa que socavó la militancia local. La generación de trabajadores más jóvenes, que llegaron a su mayoría de edad política en un periodo de corrupción política masiva que lo ha impregnado todo (cuando los partidos socialista y "nacionalistas" competían por socavar la seguridad en el empleo), expresan desconfianza general, cuando no repugnancia, a los partidos y los políticos, al tiempo que se centran en actividades privadas.<br />
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Abundan las excepciones, especialmente entre una acérrima minoría de activistas de ambas generaciones; pero la hostilidad a la política de partidos es universal y refleja la brecha cada vez más honda entre las élites políticas dominantes y la masa de trabajadores atomizados; especialmente los jóvenes, empleados temporales y parados. El supuesto de los economistas liberales de que un funcionamiento favorable del mercado se traduce en mayores niveles de vida y más libertad política es falso. La intensificación del mercado crea mayor dependencia familiar, más inseguridad personal, movilidad social descendente y menos autonomía personal. El mercado debilita la sociedad civil y fortalece el poder del Ejecutivo, al tiempo que disminuye el apego de los ciudadanos a las instituciones electorales.<br />
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Por lo que se refiere a la estructura social, la política de "libre mercado" no sólo amplía la brecha entre clases, sino dentro mismo de las clases. La diferencia de ingresos entre los viejos trabajadores fijos y los jóvenes eventuales oscila entre ratios de 2 a 1 y de 5 a 1, sin contar los beneficios complementarios (vacaciones, pensiones, cobertura sanitaria, etc). Al carecer de continuidad social, el mercado ha debilitado el nivel de organización social. Al temer a los empresarios, el grueso de los trabajadores temporales no se afilian a los sindicatos, ni expresan opiniones en el trabajo. La falta de continuidad laboral socava las asociaciones sociales. Fuera del trabajo, el mal sueldo, la atomización social y el sentido de impotencia social desaniman la participación en asociaciones de vecinos, tal como sus padres hicieron en el pasado. La sociedad está ahora organizada en tomo a grupos recreativos, privados e informales. El crecimiento de las asociaciones privadas no tiene relación con las necesidades sociales profundas de la mayoría de los jóvenes trabajadores. En el mejor de los casos, son entidades de consuelo, en el sentido en que lo fue la Iglesia para la generación precedente. Los estridentes conciertos de rock son como las sesiones de los evangelistas, válvulas de escape sin riesgo para liberar emociones contenidas.<br />
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Aunque la calidad de vida de los jóvenes trabajadores era mejor que la de sus padres mientras estaban creciendo, las perspectivas de futuro son mucho más negativas. Además, como les han mimado y satisfecho todos sus deseos de consumo, carecen del empuje y la iniciativa para cambiar su estatus. Más aún, cuando llegan a la edad adulta no hay modelo politico ni movimiento que les atraiga. Ni tampoco sus padres les han provisto de un marco de referencia político para hacer frente a sus adversarios sociales y políticos.<br />
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Para entender el impacto de la estrategia de liberalización es fundamental su impacto diferenciador sobre la clase trabajadora. Aunque hay más bienes de consumo asequibles, la generación más joven tiene menos recursos para "meterse" en el estilo de vida consumista; especialmente en los artículos de etiqueta cara, como la vivienda, los muebles y el transporte. Aunque ha aumentado la renta nacional, la participación en ella de la clase trabajadora ha disminuido, y en particular el porcentaje de salarios que corresponde a los jóvenes trabajadores ha sido el que ha bajado más. Al trabajar en la economía sumergida, con sueldos por debajo del salario mínimo, o en los supuestos contratos de aprendizaje, los jóvenes empleados reciben salarios por debajo del nivel de subsistencia. Hoy el 95% de los nuevos contratos laborales son temporales. Y la gran mayoría de los trabajadores eventuales no se convierten en fijos.<br />
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Además de los ingresos, la liberalización ha ampliado la diferencia entre los trabajadores temporales y fijos y eso ha aumentado los potenciales conflictos sociales entre eventuales, fijos y parados. Los trabajadores mayores se orientan hacia términos favorables para sus jubilaciones, sin preocuparse demasiado por el hecho de que ellos no serán reemplazados por trabajadores más jóvenes. Una generación se retira con ganancias, la otra permanece sin oficio ni beneficio.<br />
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Los jóvenes, insertos en un mundo de competición sin recursos ideológicos o una memoria histórica de las luchas antifranquistas u obreras, son vulnerables a los mensajes individualistaescapista, nacionalista o incluso racista (que culpa a los emigrantes). La legislación anti-inmigrante de los partidos socialista y nacionalistas incita a los jóvenes trabajadores parados a culpar a los inmigrantes de su falta de empleo. Ningún líder político les dice que los inmigrantes no cierran las fábricas; los capitalistas sí. Ni que los partidos socialista y nacionalistas aprueban una legislación que faculta a los empresarios a pagar por debajo del salario mínimo; no es la competencia con el 2% de inmigrantes lo que baja los niveles de vida.<br />
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La contradicción entre haberse criado entre algodones y un futuro incierto genera un miedo y frustración social en los jóvenes trabajadores que, si no se encauza a través de la política de clase, puede degenerar en violencia individualizada.<br />
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Lo que muestra claramente nuestro estudio es que la mayoría de los trabajadores de ambas generaciones se sienten víctimas pasivas más que protagonistas de los cambios a los que se enfrentan. No hay conexión entre su descontento privado y lo público, excepto en el nivel de la política local. Esto es comprensible, dada la estructura de decisión política concentrada en un Ejecutivo centralizado, que ha impuesto las políticas de libre mercado. Los trabajadores reaccionan a sus circunstancias en vez de sentirse consultados por los decisores políticos. La mayoría de los trabajadores mayores, con una memoria colectiva del período pre-González, son mucho más conscientes de la responsabilidad política del régimen socialista, que ha provocado inseguridad<br />
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laboral, falta de trabajo y empleo precario. Los trabajadores mayores recuerdan el "período de la Transición", en que se consultaba a los sindicatos en la formulación de la política. Los trabajadores jóvenes sólo experimentan las políticas concentradas en el Ejecutivo, que legalizan contratos de trabajo temporales por debajo del salario mínimo, en los que los sindicatos quedan completamente marginados. A falta de un marco de referencia de comparación histórica, dan por sentado que todos los políticos y partidos actúan siempre contra sus intereses, de ahí que rechacen el activismo político.<br />
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Los trabajadores mayores vivieron un período de una vibrante cultura politica, en la que los barrios y los sindicatos desempeñaron un papel crucial a la hora de cambiar de manera importante las condiciones de vida y trabajo. Expresan satisfacción y orgullo por lo que lograron, aun cuando las políticas liberales del régimen de González minaron esos logros. La joven generación de trabajadores llega a la edad adulta en un momento en que la cultura cívica se ha eclipsado. La política clientelar, la corrupción politica generalizada, la implicación del gobierno en escuadrones de la muerte forman parte de los comentarios cotidianos en los medios de masas. El declive de la ética desempeña un papel importante en el desgaste del interés por la actividad política entre los jóvenes, y refuerza su imagen de que "los políticos sólo se ayudan a si mismos". La falta de medios de comunicación alternativos y la dominación de los media por los regímenes socialista y nacionalistas limitan el flujo de las fuentes de información alternativas y criticas. Confrontados con las "noticias" de los medios de masas que adulan a las poderosas celebridades políticas (esas figuras que, en la mente de los jóvenes trabajadores, exacerban sus inseguridades socio-económicas), se "desconectan" y acaban por "ignorar" la actualidad.<br />
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En España, la cultura cívica emergente de finales de los 70 y principios de los 80 ha sido transformada en una cultura política autoritaria donde una reducida clase política ha marginado al grueso de la clase trabajadora de lo público y de la consulta politica. El resultado es una generación mayor de trabajadores frustrada y ansiosa, y una generación joven marginada y apolítica. El "libre mercado", como el mecanismo elegido para lo que se suponía iba a ser la modernización de España, ha debilitado los lazos entre la clase trabajadora y la clase política, y ha fortalecido las estructuras estatistas-autoritarias a expensas de la sociedad civil y de la consulta pública.El miedo al régimen represivo y a los despidos estaba suavizado por las oportunidades para trabajar en otro sitio, por el apoyo de los compañeros del trabajo o incluso de los vecinos, si los artículos de primera necesidad escaseaban temporalmente. El problema era el mal sueldo, no la inseguridad en el empleo. Y la concentración de trabajadores y la subsiguiente organización en el lugar de trabajo podían, y de hecho así lo hacían con frecuencia, corregir los bajos salarios en una medida que a los trabajadores eventuales, mal pagados y dispersos de hoy, les resultaría difícil de imaginar. Las divergencias entre la generación mayor y más joven de trabajadores empiezan sin embargo mucho antes, en casa y en el barrio. <br />
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CRECER EN LA ESPAÑA DE POSGUERRA <br />
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Crecer en los últimos 40 y en los 50 en la España de la posguerra significaba tiempos difíciles. Casi todos los trabajadores mayores de hoy eran hijos o hijas de inmigrantes de otras regiones de España. Sus padres eran campesinos pobres o trabajadores mal pagados de Andalucía, Murcia, Castilla. Al principio, solían vivir en bloques dormitorio, en barrios degradados del centro de la ciudad, o en barracas improvisadas. Como niños, normalmente dejaban el colegio al completar la enseñanza primaria, sobre los 13 ó 14 años, y encontraban colocación en pequeños talleres como aprendices o de dependientes con salarios de subsistencia, la mayor parte de los cuales se entregaban a la familia. Sus padres normalmente trabajaban muchas horas y la mayor parte de la "vida familiar" giraba en torno a la madre. <br />
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El padre era en gran parte la figura autoritaria ausente. Muchos de ellos sabían hasta cierto punto del papel de sus padres en la Guerra Civil, casi exclusivamente en el lado de la República. Pocos de ellos, si es que había alguno, continuaron su militancia en el período de posguerra a causa del miedo, la represión o porque procuraban "normalizar" su vida después de haber pasado varios años en campos de concentración o de trabajos forzados. Aunque alguno de los padres de hoy recibieron su primera introducción "política" o "social" a la política de clases en conversaciones con sus padres, esto no era un caso común. Parece haber habido poca comunicación intergeneracional, especialmente en casa. Casi siempre la identidad de clase se transmitía de un modo menos formal, a través de las experiencias cotidianas de "sufrimiento" y "cohabitación" en barrios de obreros que vivían y compartían circunstancias sociales similares y adversarios comunes. <br />
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Los abuelos de los trabajadores de hoy procuraban en muchos casos olvidar las derrotas, la persecución, las rivalidades entre partidos de la Guerra Civil y del período de posguerra. En parte, la necesidad de olvidar venía de un sentimiento de impotencia y porque la lucha por la supervivencia dominaba la vida. Más tarde, con los incrementos en los niveles salariales, y los ahorros de la familia, la preocupación predominante no era la política sino reunir recursos para comprarse un piso. Más que una "unidad afectiva", la familia era una institución económica que aseguraba la vivienda y otros logros materiales. <br />
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Los lazos sociales básicos de los padres de hoy se forjaron entre los amigos del barrio. Los barrios eran entidades homogéneas, pues la segregación de clase era la norma. Dentro de estos barrios predominantemente de obreros inmigrantes, se daba una especie de "solidaridad espontánea" una cohesión informal a base de niveles de vida compartidos y de pasatiempos recreativos comunes que estaban arraigados en el barrio. No seria pretencioso hablar de una "cultura de la clase obrera". Había determinadas experiencias comunes entre los amigos del barrio, de deportes, bailes, cultura inmigrante y unas condiciones económicas compartidas que brindaban un sustrato de "identidad de clase". Como muchos de nuestros entrevistados dijeron: "todos nosotros éramos anti-Franco... como una cuestión que caía por su propio peso... por el hecho de ser obreros, estar en alojamientos precarios, divorciados de las cosas agradables de la vida social...". Si el barrio, la calle, era el primer contacto real con la cohesión social (más allá de los límites de la familia), las primeras experiencias de trabajo, normalmente en una pequeña tienda, contribuían poco a forjar una conciencia social. Las horas eran muchas, el sueldo malo, y había pocos trabajadores con que "socializar experiencias". La primera experiencia laboral brindaba un trampolín hacia la independencia personal y más tarde al empleo en las fábricas más grandes. <br />
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A finales de su adolescencia o a principios de su veintena, los padres de hoy entraban normalmente en una de las grandes fábricas, SEAT, Olivetti, etc. Miles de jóvenes obreros inmigrantes se colocaban en empleos de producción masiva. Las experiencias comunes del barrio, una conciencia de tener como adversarios a las autoridades públicas (profesores, policía, clero) y las duras condiciones de trabajo transformaron a algunos de los padres en miembros de lascomisiones clandestinas de la fábrica. <br />
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La emergencia de una conciencia de clase se acompañaba del orgullo de formar parte de una empresa productiva moderna, del orgullo en el trabajo y de ser un trabajador. Aunque los salarios estaban por encima de los de las pequeñas tiendas, el empleo en las grandes fábricas no cambió drásticamente la suerte de la mayoría de los obreros. Lo que sí brindaba era seguridad a largo plazo y un sentimiento de continuidad, un poder pensar en términos de futuro. <br />
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La mayor parte de los padres, una vez se aseguraban el empleo e ingresos estables, solían casarse con su "novia" (normalmente una chica del barrio) y después de un periodo más o menos largo, solían empezar a pagar un piso. A diferencia de sus padres inmigrantes, las familias se limitaban a dos o tres hijos, con la madre que solía quedarse en la casa a criarlos. La mayoría de los <br />
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obreros entablaban sus amistades de larga duración con sus compañeros de trabajo, compartiendo el almuerzo, un vaso de vino o una cerveza después del trabajo y alguna que otra visita familiar los fines de semana, especialmente si vivian en el mismo barrio. En el lugar de trabajo, los obreros desarrollaban un sentido de solidaridad contra los esfuerzos del empresario por fomentar la competición. Al ser uniformes tanto los niveles salariales como las condiciones de trabajo, se generaba un punto de vista de clase cohesivo. Los obreros individuales que tomaban la iniciativa de organizar sindicatos paralelos eran respetados y desplazaron gradualmente a los "sindicatos verticales del régimen". En algunos casos, los trabajadores que militaban, en su mayor parte del partido comunista, entraron en los sindicatos verticales para convertirlos en órganos representativos de la base. <br />
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La continuidad del empleo, la fuerte demanda de trabajo, la expansión de la industria y los altos índices de beneficio brindaban un clima propicio para la organización de sindicatos y para contratos de trabajo favorables. Las primeras huelgas que tuvieron lugar en las industrias principales (o la amenaza de huelgas) condujeron a sustanciales aumentos de salario y, lo que es más importante, a unas acrecentadas "conciencia de clase" y autoconfianza entre los trabajadores. <br />
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A lo largo de los años 70, los aumentos sustanciales de salario fueron la norma. Y al tiempo que aumentaban los sueldos, también lo hacia la solidaridad obrera, reforzada por el creciente movimiento antifranquista fuera de la fábrica. Los barrios se volvieron importantes áreas de organización social de la clase trabajadora. Las luchas para mejorar los equipamientos sanitarios y <br />
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educativos, por la pavimentación y alumbrado de las calles, llevaron a muchos obreros a llevar su militancia de fábrica a las asociaciones de vecinos y de padres de alumnos. Y viceversa: Las luchas vecinales politizaron a los trabajadores, que llevaban el mensaje político a la fábrica. Las luchas en el lugar de trabajo y las vibrantes actividades vecinales se reforzaban unas a otras, creando un sentimiento de ciudadanía, una creencia en el progreso, y esperanza de cambios sociales reales. <br />
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Para algunos trabajadores, las luchas incluían una visión de una nueva sociedad socialista igualitaria. Según casi todos los trabajadores, el tardofranquismo y la Transición (aproximadamente de 1974 a 1979) fueron tiempos de una gran participación social, de optimismo en el futuro y del más fuerte sentido de solidaridad social. La mayoría fechan la caída de su activismo social y su desilusión creciente con el proceso político, en el advenimiento del gobierno socialista en 1982. <br />
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Para otros, la decadencia llegó antes, con los Pactos de la Moncloa, en los que el partido comunista y su sindicato. Comisiones Obreras, aceptaron limitar la política de clase independiente en aras de una subordinación del activismo popular a las campañas electorales. <br />
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El giro desde la solidaridad social y la visión social a unos puntos de vista "corporativistas" comenzó a afianzarse entre los padres hacia mediados de los 80, aunque una "solidaridad residual" se manifestó en dos huelgas generales masivas (14 de diciembre de 1988 y 27 de enero de 1994). <br />
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Muchos obreros sienten que el régimen socialista ha traicionado sus valores y su compromiso con el trabajo. Su adopción de la economía de libre mercado y su apadrinamiento de la legislación antitrabajo provocan un profundo desencanto de la política y de los políticos. La honda inmersión de funcionarios socialistas en prácticas corruptas y su apadrinamiento de grupos paramilitares intensificaron la desilusión. Los trabajadores expresan visiones pesimistas del futuro y poca esperanza de que la solución vendrá de los procesos electorales, aunque sigan votando. Incluso los sindicatos socialista y comunista, fuertemente burocratizados y dependientes de las subvenciones estatales, han perdido parte de su atractivo para muchos obreros. Los sindicatos son vistos ahora como meros organismos "de protección del empleo": para negociar cierres patronales, a fin de estipular compensaciones apropiadas, más que organizaciones con un proyecto político alternativo. <br />
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Los cambios a escala de la sociedad también afectan a los trabajadores mayores, en tanto que se giran hacia el consumo privado y el tiempo de ocio. Bajo las nuevas reglamentaciones laborales, que fomentan el trabajo temporal y refuerzan las prerrogativas de la dirección, el lugar de trabajo ya no es tanto un espacio de solidaridad como de competición. Muchos trabajadores mayores se lamentan de la falta de solidaridad; ya no encuentran la vieja camaradería. Cada vez más se vuelven hacia los amigos y la familia, fuera del trabajo. Puesto que éste queda devaluado con las cambiantes reglas laborales y las nuevas tecnologías, los trabajadores pierden el orgullo de su trabajo y buscan <br />
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el retiro. El aspecto "social" de la división social del trabajo disminuye, mientras que la "división" entre los trabajadores aumenta. <br />
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Hacia finales de los 80 y principios de los 90, con cierres patronales frecuentes y la “racionalización" de la producción, los padres experimentan una inseguridad creciente en el puesto de trabajo e incertidumbre sobre su futuro. Están preocupados por las perspectivas poco prometedoras. Buscan el favor de los empresarios -a expensas de la solidaridad obrera- para conseguir empleo -aunque sea eventual- para sus hijos. Usan la influencia del sindicato para "negociar" con los empresarios su seguridad personal. Los trabajadores fijos a tiempo completo sienten cada vez más que son enclaves aislados en un mar de trabajadores eventuales mal pagados. <br />
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Algunos se sienten vulnerables ante el empresario y la retórica estatal, que les acusa de “privilegiados" y "egoístas" cuando tratan de defender los niveles de jubilación o de salario. Saben que quienes les acusan son los que cobran sueldazos, los mimados y subvencionados "dueños" de los tiempos, pero carecen de los medios o de los media para contrarrestar el mensaje. En el trabajo, libran batalla de vez en cuando con los empresarios para convertir trabajadores eventuales en fijos. <br />
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Luchan por contratos donde los temporales disfruten de los mismos niveles salariales que los fijos. Intentan reclutar a los trabajadores jóvenes para sus sindicatos. Pero se desaniman ante los obstáculos legales, la intransigencia del empresario y la falta de militancia o interés de los trabajadores jóvenes, a los que ven en muchos casos como "interesados sólo en sus propias cosas". <br />
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En este contexto, muchos padres consienten a sus hijos sub o desempleados, les compran bienes de consumo y les subvencionan los fines de semana, pidiéndoles poco a cambio. Sin embargo, hay una tensión latente en la familia, a medida que la edad de los hijos dependientes se aproxima a la treintena. Los padres tienen que pagar las facturas, limpiar la casa y restringir su nivel de vida, y se van sintiendo así cada vez más exasperados. Tan pronto culpan a los "niños" por no encontrar empleo como maldicen al sistema que niega oportunidades o se sienten culpables por no haber podido "colocar" a sus hijos. Entre los trabajadores jóvenes hay una frustración creciente por el empleo inestable, el trabajo ocasional de subsistencia y la incapacidad para emanciparse y progresar. La tendencia es a aceptar las circunstancias, dar por sentado que los padres se hacen cargo de las facturas y sacar partido de las circunstancias tal como se van presentando. La mayor ansiedad es respecto a qué pasará si el padre se muere, o pierde el empleo. Este sistema de bienestar <br />
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familiar se basa en la prosperidad y ahorros del pasado; la generación actual está viviendo de la prosperidad del ayer de sus padres. Puede que algunos hereden el piso en el futuro y tengan un techo sobre sus cabezas. Pero las perspectivas de trabajo se vuelven peores, no mejores, a medida que nos acercamos al final de siglo. <br />
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Dos generaciones de movilidad ascendente han llegado a su final definitivo. La exteriorizada prosperidad de aquéllos que gozan de empleos estables y bien pagados en Barcelona, ésos que llenan los bares y restaurantes de Gracia y el Barrio Gótico, contrasta con los no tan jóvenes trabajadores eventuales de 20 a 40 años que hacen durar la cerveza en la Plaza del Sol, codo con codo con los adolescentes. <br />
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El Gran Miedo que está obsesionando a España en general y a Barcelona en particular es la cuestión del "paro" y, más en concreto, del empleo eventual con salario mínimo. Los compromisos son raros, las aventuras provisionales se vuelven la norma en tanto que vivir juntos como pareja se vuelve económicamente no factible. <br />
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La ausencia de socialización temprana en los valores de la clase trabajadora (especialmente a través de la familia), y la "generosidad" o mala conciencia de los padres, limitan el surgimiento de un "movimiento juvenil" socialmente rebelde. La convergencia del desencanto y acomodación de la generación mayor con la despolitización de la generación joven es una razón para que, a pesar del sub y desempleo masivos, no haya movimientos sociales a gran escala. <br />
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La noción de un "mercado de trabajo dual" supone que las condiciones que determinan la dualidad son constantes. Ése no es el caso hoy en en España. Hay un proceso inexorable de homogeneización... hacia abajo. El porcentaje de trabajadores fijos disminuye y la proporción de contratos de trabajo temporales crece geométricamente. Con el tiempo, la gran mayoría de los trabajadores serán temporales. Junto al empeoramiento de las condiciones de trabajo, se da una creciente renta y riqueza de los negocios, bienes inmobiliarios e intereses comerciales. Aumenta el poder para contratar y despedir; la capacidad para imponer sueldos bajos y reclinar empleados de entre la masa de parados nunca fue mejor. España es, tal como la describió uno de sus antiguos ministros "socialistas" de Hacienda, uno de los países donde es más fácil acumular una gran fortuna. La otra cara del aumento de la inseguridad y de los bajos ingresos de los jóvenes trabajadores es la seguridad y los altos ingresos que corresponden a los abogados, ejecutivos y directores de las grandes y medianas empresas. Mientras que los jóvenes trabajadores vegetan en casa de sus padres, los nuevos ricos se compran casas de piedra románica de 40 millones de pesetas y se gastan otros 13 millones en "remodelarlas". Mientras que los ricos envían a sus hijos a estudiar a las Escuelas de Negocios de Harvard y Standford, o a la London School of Economics, o a una de las costosas universidades privadas de Barcelona, los hijos de la clase obrera hacen trabajillos ocasionales en la periferia de la sociedad. Para los pocos hijos de obreros que siguen adelante con sus estudios, las perspectivas en el mercado de trabajo tampoco es que sean particularmente brillantes. <br />
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En la enseñanza, la antigua avenida principal para ascender, la norma es ser un profesor "sustituto" que va de institución en institución durante años. O solicitar los trabajos donde antes contrataban a gente con el COU), o como dependientes en las librerías del centro, o de camareros temporales y recepcionistas de hotel en los centros de verano para volver luego a casa con sus padres. Aunque está claro que algunos jóvenes aún consiguen empleos "fijos" con sueldos decentes, y otros tienen posibilidades de conseguir la permanencia al final de sus contratos temporales, son una clara minoría. <br />
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¿DÓNDE ESTÁN LOS PROGRESISTAS? <br />
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Lo asombroso respecto al destino de millones de jóvenes mal pagados y subempleados sin futuro es la indiferencia de la sociedad, incluyendo la indiferencia de la clase media "progresista". <br />
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¿Dónde están los progresistas? Están activos, pero lo que les interesa es el dos por ciento de “marginales": los gitanos, los drogodependientes, las prostitutas, los inmigrantes; el acoso sexual, el racismo...cualquier cosa menos el destino de tres millones de españoles desempleados, los jóvenes trabajadores con contratos temporales y los que tratan de vivir del salario mínimo. No quiero ser malinterpretado. Por supuesto que estoy en contra del acoso sexual, la djscriminación y el racismo. Pero aquí y ahora, y en la estructura de clases española, la distancia entre los problemas sociales a largo plazo y a gran escala, y las actividades de los progresistas es escandalosa. ¿Por qué eluden su realidad nacional y social? Primero, porque no es peligroso luchar por los derechos legales de las pequeñas minorías: eso no comporta ninguna confrontación con el Estado y menos aún con los empresarios. Pero comprometerse en la lucha por los sub y desempleados implica confrontaciones muy duras y sostenidas con el Estado y los empresarios (y los medios de masas) porque esa lucha gira en torno a la distribución de los principales recursos económicos de la sociedad: los presupuestos que podrían <br />
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financiar obras públicas para un empleo a gran escala en vez de subvenciones para corporaciones multinacionales; los beneficios empresariales que podrían financiar una semana laboral más corta y la contratación de empleados fijos. En segundo lugar, las luchas progresistas por las minorías (cambios simbólicos y reconocimiento legal) tienen el apoyo financiero de los gobiernos municipales o regionales. Las ONG y organizaciones similares brindan a los progresistas oportunidades económicas, segundos salarios en calidad de investigadores, educadores, asistentes sociales o abogados. Pueden así combinar una "buena conciencia" y la remuneración económica con una palmadita en el hombro de las autoridades locales. <br />
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Mientras tanto, la lucha de millones de sub y desempleados, si estuviera adecuadamente organizada, podría afectar a las políticas globales de las mismas benevolentes autoridades. Podría socavar sus esfuerzos por subvencionar a los promotores inmobiliarios urbanos y a los constructores que financian sus campañas electorales. Por esta razón, los esfuerzos para organizar políticamente a los sub y desempleados por empleos bien pagados contra los políticos neoliberales no reciben ningún apoyo financiero. En tercer lugar, la actual moda ideológica entre la clase media progresista pone en tela de juicio la noción misma de "clase". La retórica dice algo así como: "Clase es un constructo cultural que ha perdido su pertinencia". Los progresistas ahora están en conceptos del tipo "identidades sociales", "ciudadanía" y "derechos", en lugar de "clases", "conflicto de clases" e "intereses de clase". Ya que muchos de los grupos marginales están entre los segmentos más pobres, los progresistas alegan que es más "revolucionario" o radical luchar por ellos en vez de por los "privilegiados" españoles "que viven del salario mínimo". <br />
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Obviamente hay una necesidad urgente de unir fuerzas entre la clase media progresista y los trabajadores jóvenes sub y desempleados. El primer paso es una reflexión crítica por parte de los progresistas, sobre quiénes son, qué papel juegan en la sociedad, si forman parte del problema (en tanto que empleados del gobierno, profesores, profesionales) o de la solución. Tienen que preguntarse si están verdaderamente por la solidaridad con los explotados por el sistema o buscan simplemente nuevos vehículos de movilidad social. <br />
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La abrumadora mayoría de los jóvenes trabajadores raramente expresan apoyo de los "movimientos" promovidos por los progresistas; más importante aún, jamás mencionan ninguna relación sostenida con ningún intelectual progresista de clase media o con movimientos interesados en sus circunstancias sociales. Hay pocos espacios donde puedan encontrarse, incluso socialmente, y aún tienen menos en común en términos de actividades del tiempo de ocio. <br />
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Los progresistas están en sus pisos y tienen acceso a segundas residencias fuera de la ciudad para el fin de semana. La ruptura en el vínculo entre la joven clase obrera y la clase media progresista se expresa a todos los niveles: en la ideología, la música, los estilos de vida, el lenguaje y las condiciones materiales. Los lazos que existían durante el período antifranquista y la Transición son historia pasada. Los únicos parados por los que la clase media progresista se preocupa son sus propios hijos. El aislamiento social de los jóvenes trabajadores refuerza su sentimiento de impotencia social y confirma su punto de vista individualista. <br />
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LA NUEVA GENERACIÓN <br />
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Hay marcadas diferencias a todos los niveles entre los trabajadores jóvenes y los mayores. En primer lugar, en contraste con sus padres, los jóvenes trabajadores han nacido en una familia con un cabeza de familia estable y relativamente bien pagado. Aunque de ningún modo rica, la familia puede permitirse apoyar a los hijos a lo largo de la educación secundaria y proporcionarles fondos a discreción para diversiones. Mientras es materialmente segura, hay también estabilidad en el lugar geográfico de la familia: los antiguos patrones de la emigración no se reproducen. Los padres normalmente han comprado un piso y más a menudo un pequeño coche. Los hijos no suelen dejar el colegio por "necesidad económica"; la razón más corriente es el aburrimiento en la escuela, el deseo de ganar dinero para diversiones o el fracaso escolar. En comparación con sus padres, son una generación "mimada" (dentro de la familia). Si bien está ampliamente aceptado que en España existen "fuertes" lazos familiares, esto está relacionado, en gran parte, con el consentimiento de los padres en subvencionar a los hijos cuando son veinteañeros y más allá. Igual que sus padres, pocos trabajadores jóvenes nos hablaron de lazos profundos con los suyos, y prácticamente de ninguna discusión sobre sindicatos o cuestiones sociales o de la fábrica. De hecho, la mayoría expresaron pocos lazos afectivos y poca comunicación desde una edad temprana. En la mayoría de los casos los amigos, antes que los padres, eran el grupo principal con el que se formaban los valores sociales. La "familia" era principalmente una institución instrumental para salvaguardar la supervivencia y apenas una institución formativa dentro de la "preparación de una clase trabajadora". Los barrios donde crecieron los jóvenes trabajadores ya no son el terreno de la movilización de los debates sociales y la organización politica. <br />
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Hacia finales de los 80 y principios de los 90, las asociaciones de vecinos se habían convertido en apéndices del gobierno socialista, que administran los clubs de jubilados y tienen poca vida política interna. Sus padres, durante los últimos 70 y los primeros 80, eran activos en las luchas vecinales por mejoras sociales en infraestructura, educación y un gobierno local responsable. Muchos estaban involucrados en la lucha antifranquista y de algún modo crearon vibrantes asociaciones de vecinos y de padres de alumnos. En contraste, los jóvenes trabajadores alcanzan la edad adulta en un periodo en que sus padres se han "privatizado". Los movimientos sociales se han burocratizado. Los adversarios del gobierno se protegen con una careta de "constitucionalismo". Y sus necesidades básicas inmediatas las cubren unos padres con "mala conciencia". De aquí que el barrio no sea un mecanismo de socialización para introducir nuevos valores sociales de solidaridad sino, más bien, un terreno de encuentro informal para que los amigos se libren a pasatiempos privados. <br />
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Las asociaciones sociales existentes, organizadas por sus padres, no atraen su interés. La música y los bailes en los actos sociales del barrio son ridiculizados y los jóvenes se dirigen a los bares y clubs fuera del barrio para divertirse. <br />
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La decadencia de la cultura cívica del barrio alimenta el comportamiento "consumista privado" que los jóvenes reciben a través de los medios de masas. <br />
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El rock mercantilizado, con sus surtidos estandarizados de chaquetas negras, pendientes y peinados, brinda símbolos "externos" de "rebelión" que enmascaran la interiorizada conformidad con un estilo de vida consumista e individualista. Las amistades del barrio están desconectadas del lugar de trabajo y, en muchos casos, están divorciadas de cualquier discusión sobre problemas del "curro", conflictos sociales u organización política. En el pasado, el compartir experiencias personales y sociales reflejaba la imbricación entre trabajo, barrio y placeres personales. Para los jóvenes, hoy, los largos períodos de desempleo, la naturaleza transitoria y temporal del trabajo, el mal sueldo y la impotencia en el lugar de trabajo no son propicios a experiencias compartidas. <br />
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Encontrarse con los amigos es un tiempo para "olvidarse" del trabajo. Hablar de los miedos y las inseguridades del lugar de trabajo no levanta los ánimos en la barra de ningún bar; los malos sueldos son un símbolo de estatus de vergüenza; es mejor callártelo mientras apuras la cerveza e intentas arreglar para esa noche una comedia de representación única. <br />
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Aunque las amistades del barrio persisten hasta cierto punto, tienen lugar en un contexto totalmente distinto a las de sus padres, y también tienen un sentido diferente. Además, surgen divisiones entre una minoría que consigue empleo "fijo" y aquéllos que son eventuales o parados. <br />
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Los primeros empiezan a "independizarse", gastan más dinero y están en condiciones de entablar relaciones románticas estables si las circunstancias se presentan. Los eventuales, o no pueden permitírselas, o están tan enfrascados en su busca diaria de empleo que sus perspectivas se orientan hacia relaciones de "entrada fácil y salida rápida". <br />
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El esquema en el trabajo es "entrada difícil y salida rápida". La gran masa de jóvenes son hoy empleados temporales con contratos a corto plazo, de salario mínimo o por debajo de él en la mayoría de los casos. Su entrada en el mercado de trabajo bajo el régimen neoliberal es probablemente su diferencia más importante con sus padres. Éstos entraron en el mercado laboral durante el tardofranquismo, una época de empleo en expansión, donde el grueso de los empleos eran fijos y los aumentos de sueldo sustanciales estaban a la orden del día. En contraste, la mayoría de los jóvenes que han entrado en el mercado de trabajo hoy pueden esperar un largo período de desempleo o, con más probabilidad, empleo en la economía sumergida con sueldos por debajo del salario mínimo y con horarios irregulares. Los bastante "afortunados" como para conseguir un empleo son, en su aplastante mayoría, trabajadores temporales, la mayor parte de los cuales serán "rotados": renovados o despedidos, pero raramente convertidos en trabajadores fijos. A diferencia de sus padres, los jóvenes trabajadores temporales temen perder su empleo, meterse en sindicatos, y compiten con los otros eventuales. <br />
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A pesar del salario de miseria y las terribles condiciones de traba¡o, estos trabajadores expresan "pánico" ante la idea de "verse en la calle", porque piensan que pasarán una época muy difícil encontrando un nuevo empleo. Tal como un trabajador expresaba: <br />
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"El miedo al despido del empresario es hoy peor que la represión bajo Franco". Es una verdad profunda que durante el periodo franquista los trabajadores se hallaban en una condición colectiva común, unificada por una ideología política y "de clase" común. La dictadura, aunque represiva, solía afectar a un pequeño número de trabajadores y las víctimas eran con frecuencia reintegradas en su puesto, o al menos tenían el apoyo de toda la fábrica. <br />
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Los jóvenes trabajadores temporales de hoy no tienen seguridad en el empleo, y apenas organizaciones colectivas o apoyo: están atomizados y son vulnerables a los dictados del empresario, que tiene el sostén legal del Estado, el cual apoya sus arbitrarias acciones. Hoy la dictadura del mercado es un enemigo más formidable de los trabajadores temporales que el régimen represivo de Franco, con su mano de obra estable y su mercado laboral en expansión. Pocos trabajadores temporales expresan sentimientos de solidaridad con sus colegas. Entre los eventuales hay un sentido de competencia y desconfianza, condicionado por las escasas posibilidades de un empleo "permanente". <br />
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En relación con los trabajadores fijos mayores, hay una mezcla de envidia y resentimiento a partir del hecho de que "se ocupan de sus propios intereses" y tienen empleo protegido, y de vez en cuando un cierto reconocimiento de los esfuerzos de los sindicatos por conseguir empleo fijo. <br />
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Debido al miedo profundo a que cualquier expresión de solidaridad de clase pudiera contrariar a los empresarios, la mayoría de los trabajores temporales evitan unirse a ninguno de los sindicatos (o se unirán al sindicato "colaboracionista") o, si de veras se "afilian", ocultan su pertenencia. <br />
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Fundamentalmente la estrategia es aparecer como un empleado súper trabajador y "con espíritu de empresa", dispuesto a trabajar fuera de horas y a evitar relaciones conflictivas con el empresario. Sin embargo, cuando hay una huelga, especialmente si el grueso de los trabajadores son fijos, los eventuales se unen a regañadientes a la misma, aunque sin desempeñar ningún papel destacado. En parte, siguen el ejemplo de los trabajadores mayores, y temen que les estigmaticen como esquiroles, aunque expresan poca simpatía por las demandas salariales de los otros cuando su problema básico, la seguridad en el empleo, no forma parte de la lucha. <br />
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La pasividad general de los trabajadores temporales, no obstante, se rompe cuando sus contratos se acercan a la renovación o están a punto de concluir. Confrontados con el despido inminente, al darse cuenta de que todos sus esfuerzos por ser trabajadores "leales" no dieron como fruto el empleo fijo, no es raro que los eventuales se organicen, expresen abiertamente su descontento y se acerquen a los sindicalistas más militantes pidiendo ayuda. En la mayoría de los casos, sin embargo, su arrebato de "acción de clase" es efímero. A pesar de algún apoyo de los trabajadores fijos y de los sindicalistas, la experiencia de la lucha colectiva ha dejado a los eventuales con poco en lo referente a "conciencia de clase". En vez de eso, hay rabia contra los jefes y cinismo hacia los sindicatos y los trabajadores fijos "que se ocupan de si mismos". En cierto sentido, el "despido" refuerza, más que una radicalización, el sentido de aislamiento y una visión del mundo como algo regido por el interés propio más egoísta. Como excepción, una minoría expresa un cierto respeto por la valentía y la solidaridad de los militantes en una batalla perdida de antemano (especialmente cuando un sindicato o un grupo de trabajadores fijos "dieron la cara" por ellos). En caso de que las luchas hubieran conducido a la inauguración de situaciones de empleo fijo, no es infrecuente que alguno de los antiguos trabajadores temporales se afilien a los sindicatos que llevaron la lucha. No es éste siempre el caso, sin embargo. Un número considerable de eventuales que se convirtieron en fijos, una vez han asegurado el empleo no se afilian a ningún sindicato o se unen a un sindicato conservador, en parte porque ofrecen "favores personales" o porque están interesados en hacer horas extraordinarias y aumentar su poder de consumo. <br />
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Aunque el empleo fijo es un estatus muy deseado por los trabajadores jóvenes, la mayoría están insatisfechos con su trabajo y tienen poca identificación con la fábrica o nada que se parezca a una cultura de la clase obrera. El empleo es un sitio donde trabajas, ganas dinero y te socializas en otra parte. En contraste con sus padres, que sentían una identidad u orgullo de formar parte de una fábrica bien conocida, de ser miembros de un sindicato, y tenían amigos cercanos en el trabajo, para la mayoría de los trabajadores jóvenes el trabajo es un aburrimiento, el sindicato "está ahí", y con los compañeros compartes una cerveza o no. La cuestión es hacer tiempo hasta el fin de semana o las vacaciones de verano, o comprarse un equipo de alta fidelidad. La consecución del "empleo fijo", cuando no se ha obtenido a través de la lucha colectiva, tiende a "confirmar" la actitud "conformista-consumista" entre los trabajadores temporales. Sin recibir una "perspectiva de clase" de la familia, el barrio o los amigos, y sin haber formado parte de una lucha política equivalente al antiguo movimiento antifranquista, muchos jóvenes trabajadores fijos sucumben fácilmente a la ideología individualista del "sólo miro por mí". Sin embargo, a una minoría de jóvenes trabajadores les han influido los viejos obreros militantes, se han vuelto activos en el sindicato y, en algunos casos, han salido elegidos como "delegados" de fábrica. En ciertos casos, esto obedece a lazos previos con movimientos políticos o sociales, o porque los sindicatos tuvieron un papel activo a la hora de asegurar empleo. En otras ocasiones, convertirse en delegado de fábrica es visto como un vehículo para conseguir tiempo libre de un trabajo aburrido, o influencia de cara a un objetivo personal, o se hace por frustración, tras alguna petición denegada. Lo que más frecuentemente se encuentra en los jóvenes militantes sindicalistas, sin embargo, es un disgusto con su trabajo y un deseo de irse a otra cosa. Dentro de la fábrica o fuera. El trabajo de fábrica se ve como un medio de "ahorrar" para eventualmente abrir un pequeño negocio, editar una revista musical o volver a la educación superior. A pesar de que el empleo fijo es un "premio" muy codiciado, una vez se consigue pierde rápidamente su "lustre" y empieza el descontento con el puesto de trabajo. Este descontento tiene dos caras. Por un lado, da pie a soñar con otros tipos de trabajo, o a fuertes deudas por bienes de consumo. Pero, por otro lado, brinda una base para llegar a formar parte de una acción militante. Sería un error trazar hoy una línea estricta entre los trabajadores jóvenes y los mayores. Aunque es verdad que muchos de estos últimos mostraron en el pasado mayor conciencia de clase que los jóvenes trabajadores contemporáneos, gran parte de la vieja solidaridad y sentimientos colectivos se han disipado. Muchos de los trabajadores mayores han sido ellos mismos alcanzados por la idiosincrasia consumista; muchos se ven enredados en favores personales con el sindicato y la empresa a fin de asegurar empleo para sus hijos. Si manifiestan más lazos con los sindicatos y disposición a la huelga, esto suele ir ligado a estrechos intereses "corporativos". <br />
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Así, mientras algunos jóvenes trabajadores fijos están disponibles para la actividad sindical, muchos trabajadores mayores han perdido gran parte de su solidaridad de clase. Todo esto tiene lugar en un contexto de inseguridad general entre todos los trabajadores. Las políticas anti-laborales del régimen neoliberal, la movilidad de las corporaciones multinacionales y la nueva legislación laboral que facilita los despidos y los cierres patronales, han creado un sentimiento general de miedo entre los trabajadores jóvenes y mayores, entre los fijos tanto como entre los temporales. El miedo ha reducido la disposición de mucho trabajadores fijos a comprometerse en huelgas a favor de mejoras. En la mayoría de los casos, las huelgas tienen lugar contra nuevas pérdidas salariales o de protección del empleo, o cierres patronales. Las luchas son a la defensiva. A falta de ataques directos, la mayoría de los trabajadores se "bunkerizan" y tratan de "evitar conflictos" o consolidan lo que han logrado. En este contexto, la mayoría de sindicatos y partidos políticos de izquierda ya no ofrecen una visión de una sociedad alternativa a la pesadilla neoliberal. A lo sumo, intentan atenuar los golpes: privatizaciones graduales, menos pérdidas de empleo, mayores indemnizaciones a los trabajadores despedidos, etc. En cierto sentido, los dos sindicatos principales (al menos sus cúpulas) han sido asimilados dentro del proyecto neoliberal. Critican sus excesos y piden más gastos sociales, a cambio de compartir los argumentos de productividad de los empresarios. A falta de una referencia "sindical", no es sorprendente que la mayoría de los jóvenes trabajadores se vuelvan hacia soluciones "individuales" y que unos pocos comiencen a orientarse hacia los sindicatos minoritarios más radicales. <br />
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Emparedados entre unos trabajadores temporales que se ajustan de cara al exterior a la imagen que tienen los jefes del "buen trabajador", y unos trabajadores mayores que luchan por asegurar su longevidad y su jubilación, los jóvenes trabajadores fijos carecen de un contexto que encienda la rebelión (huelgas salvajes, acciones en el trabajo). En una palabra, aun suponiendo que a través de intercambios con la familia, el barrio o el puesto de trabajo, los jóvenes trabajadores fijos adquirieran "conciencia de clase", las condiciones globales no facilitan su expresión. <br />
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EN RESUMEN <br />
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La nueva generación de jóvenes trabajadores eventuales carece de continuidad en el trabajo y en sus relaciones personales aparte de la familia, que les permita duplicar la vida de sus padres. <br />
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El neoliberalismo derriba las tradiciones, las costumbres y la continuidad en el puesto de trabajo. Socava la formación de nuevas familias y perpetúa la "familia extensa" de un modo anormal. El poder de los capitalistas para contratar y despedir, renovar o cancelar los contratos de trabajo, crea un sentimiento de transitoriedad que mina los lazos personales y sociales, así como el sentido de autoestima. En la mayoría de los casos, los trabajadores temporales están atormentados por la inseguridad: cómo reaccionar ante abusos del empresario (exigencia de horas extras sin pagarlas). <br />
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En un contexto de contratos de trabajo vulnerables, dependen del empresario y al menos en un caso de nuestros encuestados preguntaron al patrón si debían unirse a una huelga general, conducta que provocó la risa del padre, un curtido activista sindical. Pero risas aparte, ¿dónde estaba el padre todos aquellos años para enseñar los valores de la clase obrera y dónde estaban los sindicatos cuando se aprobó la nueva legislación laboral, que facilitaba los contratos de trabajo temporales? <br />
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La inseguridad personal va ligada a relaciones transitorias; las historias personales son una serie de buenos y malos episodios desconectados entre sí. Todo lo cual refuerza un sentido de "egocentrismo" y una carencia de facto tanto de solidaridad como de capacidad para mantener relaciones serias a largo plazo. El problema de organizar a los jóvenes trabajadores temporales estriba no sólo en los obstáculos "objetivos" creados por una legislación laboral adversa, un Estado hostil y unos empresarios agresivos; es también subjetivo. Se necesita contrarrestar la ideología egocéntrica y atomizadora que ha ganado ascendiente entre muchos trabajadores temporales fuertemente explotados y marginados, los cuales fácilmente aceptan críticas al sistema y quieren sacar beneficios de todas las huelgas, pero se siguen resistiendo a compromisos sociales que atenten contra sus gratificaciones inmediatas. Los movimientos puramente "instrumentales", o movimientos por puntos concretos en pro de un "trabajo digno" o "empleos", es poco probable que conduzcan a ningún tipo de movimiento que haga camino. Lo que es fundamental es la necesidad de educar en nuevos valores socio-culturales, que brinden una comprensión más profunda de las relaciones entre el descontento privado y la realidad social; y cómo las experiencias sociales cotidianas del trabajo y la lucha colectivos brindan la base para una visión social alternativa de la sociedad, el Estado y el trabajo. <br />
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FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-37642752119045852242020-05-21T08:22:00.001-07:002020-05-21T08:22:28.881-07:00El Informe Petras (1995 Primera parte)<b>La estrategia de Modernización <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVXGV4X4VHVXevPf-5UpHTTGmXv6ImO_nsah5JVl8iNpsH-Z-n_NxXURzPQh6vZ8s3EewlI_ARlP2YviY_a_6lD7UVlRxp_0NIsD5Q0m6_AzhP6bP29qIB7H1_fpixg8YO-CvPRjYQ_4U/s1600/petras.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="181" data-original-width="279" height="129" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVXGV4X4VHVXevPf-5UpHTTGmXv6ImO_nsah5JVl8iNpsH-Z-n_NxXURzPQh6vZ8s3EewlI_ARlP2YviY_a_6lD7UVlRxp_0NIsD5Q0m6_AzhP6bP29qIB7H1_fpixg8YO-CvPRjYQ_4U/s200/petras.jpg" width="200" /></a></div>
</b><br /><br />La modernización de la economía española entre 1982 y 1995 (período de gobierno del PSOE) involucró fundamentalmente tres estrategias relacionadas entre sí: liberalizar la economía, ahondar la inserción de España en la división internacional del trabajo (integración en la CE) y configurar un nuevo “régimen regulador”. <br />La liberalización tuvo lugar a lo largo de un marco prolongado de tiempo y fue de naturaleza global. Abarcó todo el período que consideramos y afectó profundamente a todos los sectores, regiones y clases de la población. Las medidas clave incluían la liberalización de los mercados, privatización de empresas públicas y bancos, libre convertibilidad y la flexibilización del mercado laboral. La aplicación de cada una de las medidas difirió en el tiempo: algunas se produjeron a mitad de los 80 (privatizaciones). Otras, de un modo poco sistemático, comenzaron en la última parte de la década y se prolongaron hasta mitad de los 90. <br />A la estrategia de liberalización la acompañó (siendo causa como consecuencia) la creciente inserción de España en la división internacional del trabajo, en particular como miembro a todos los efectos de la Comunidad Europea. La integración implicaba fundamentalmente especialización, desde el momento que España sólo era capaz de competir con éxito en un número limitado de áreas. En particular, la inserción de España en la división europea del trabajo tuvo por resultado la expansión de los servicios, especialmente del turismo, y un declive relativo de la industria. Inserción e integración implicaron básicamente dos procesos asimétricos interrelacionados: una transferencia desproporcionada de fondos de la CE a España (en relación con los pagos) y una balanza comercial muy desfavorable para el país. La entrada creciente de España en el mercado internacional condujo también a flujos de préstamos inversiones y beneficios desproporcionados: más préstamos e inversiones hacia España que viceversa; como consecuencia hubo mayor salida de beneficios e intereses devengados a inversores extranjeros que afluencias derivadas de los inversores extranjeros en España.<div>
<a name='more'></a>Las relaciones asimétricas caracterizaron también la “internacionalización del capital”. La práctica común del capital foráneo (europeo, en la mayoría de los casos) fue adquirir empresas españolas, mientras no hubo apenas participación española en compañías extranjeras. El resultado en muchos casos fue la conversión de España en una plataforma de exportación de mano de obra a compañías multinacionales de capital extranjero.<br />Esta inserción creciente de España en la división internacional del trabajo vino acompañada de la emergencia de un nuevo “régimen regulador”. El post-1982 fue un período de transición desde una industria nacional hacia un régimen internacional basado en los servicios. El “régimen regulador” son las reglas y los actores sociales que dan forma al proceso de acumulación. En esencia, las “reglas” se refieren al campo de acción y al método de la intervención estatal en la economía, las fronteras entre actividad pública y privada, capital nacional y extranjero, la distribución de los ingresos del Estado entre el capital privado y el bienestar social, la promoción de “mercados nacionales” y las exportaciones. Los actores sociales son los principales decisores (estatales y privados) que establecen las reglas y dirigen el proceso de acumulación. Durante el régimen regulador “industrial-nacional”, los principales actores sociales eran funcionarios públicos nacionales (electos y no electos) y líderes empresariales, sindicales y cívicos. Bajo el nuevo régimen regulador, los actores principales son prestamistas extranjeros, directores de bancos multinacionales, altos funcionarios de la CE y funcionarios públicos (elegidos o no) vinculados a las redes internacionales.<br />El nuevo régimen regulador y el proceso de acumulación que éste dirige ha tenido dos impactos principales: 1) ha facilitado la desindustrialización de la economía y la ascendencia de la economía de servicios; 2) ha fomentado la desnacionalización de la economía y la ascendencia del capital de propiedad extranjera.<br />En el contexto español, “liberalización” no significa “desregulación” o ausencia de “reglas” que gobiernen la economía, ni significa tampoco la eliminación de la intervención estatal. Lo que implica más bien es un cambio en las reglamentaciones, que facilita la expansión del capital extranjero, el crecimiento de los servicios y mayores prerrogativas del personal directivo en el puesto de trabajo. Paradójicamente, la intervención estatal aumenta; pero cambian tanto la naturaleza de los actores sociales que dirigen el Estado como la dirección de la intervención estatal. El nuevo régimen regulador amplía el papel del Estado a la hora de financiar, subvencionar y sacar de apuros al capital privado, multinacionales extranjeras incluidas. Bajo el nuevo régimen regulador, el predominio de los servicios y de los actores sociales de orientación internacional reemplaza a los anteriores “tecnócratas nacionales”, empresarios y actores sociales con vocación local.<br />Hay una lógica coherente en la estrategia de modernización que adoptó el gobierno socialista. La liberalización de la economía en los 80 era una condición necesaria para profundizar la inserción en la división internacional del trabajo. La inserción en Europa, a su vez, dio como resultado la consolidación de un nuevo régimen regulador basado en los “actores internacionales”. La ascendencia del nuevo régimen regulador prolongó el proceso de liberalización en los 90 y abrió las puertas a ulteriores tomas de poder extranjeras de la economía (internacionalización asimétrica y mayor especialización en los servicios).<br />El carácter mutuamente reforzador de los componentes de la estrategia de modernización hace difícil cambiar o reformar alguna parte por separado. La consolidación de la inserción en Europa dificulta los cambios en las políticas de liberalización, a causa de las nuevas reglas y decisores. La estrategia de modernización se mantiene en pie o se desploma como un todo.<br />Una advertencia de rigor. Cualquier análisis de la historia económica asiática o euroamericana deja claro que la liberalización no es el único método para aumentar o profundizar la participación en el mercado mundial. El proteccionismo estatal selectivo y las estrategias de exportación han sido prácticas muy extendidas y de éxito. En segundo lugar, los regímenes industriales nacionales han tenido éxito al formular estrategias económicas globales y fomentar estrategias económicas liberales, especialmente para sus dependencias de ultramar.<br />En resumen, mientras que hay una “lógica interna” en la estrategia española de modernización, sus componentes particulares no son ni los únicos, ni los más comunes, ni los de más éxito.<br />Este ensayo tiene en cuenta la coherencia y la lógica de la estrategia de modernización, pero nuestra preocupación de base es su impacto en la estructura social y política. En sus términos más amplios, la cuestión principal es si la estrategia de modernización ha conducido a unas mayores equidad y libertad política o a unas más hondas desigualdades y a un debilitamiento de la democracia política. En este sentido, la “modernización” y sus componentes interrelacionados son medios, no fines en sí mismos. Es útil tomar nota del grado de éxito que ha tenido el régimen socialista al liberalizar la economía, integrar a España en el mercado europeo y desarrollar un nuevo régimen regulador, pero el test definitivo de estas medidas radica en cómo afectan a la vida de las personas. Las cifras económicas globales, ya sea en términos de aumento de la productividad, volumen e ingreso de las exportaciones, número de turistas o transferencias de la CE en ecus, son pertinentes en términos de cómo afectan a la gente.<br />En este sentido, descartamos el supuesto de muchos economistas liberales de que un funcionamiento favorable del mercado se traduce necesariamente en mayores niveles de vida y en más libertad política. Para nosotros, las consecuencias socio-políticas de la modernización son tema de análisis empírico, no algo comprensible por lógica deductiva a partir de los supuestos a priori de la teoría neoliberal.<br /><br /><b>El impacto en la estructura social</b>Nuestro ensayo se centra en el impacto de la estrategia de modernización en dos dimensiones específicas de la estructura social: la calidad de la vida social y de la organización social de dos generaciones de trabajadores. Ambas dimensiones brindan una comprensión básica del aumento de la equidad social y de la fuerza de la sociedad civil. Nos fijamos no sólo en los resultados materiales de la política de modernización, sino en la manera en que la sociedad se organiza.<br />Al examinar el impacto de la modernización en la calidad de vida de la clase trabajadora, consideramos varias áreas generales: ingresos, empleo, vivienda y ocio. Para comprender el impacto de la estrategia de modernización, era fundamental determinar si había causado un efecto “homogeneizador” o “diferenciador” sobre dos generaciones de trabajadores. En otras palabras, si la distribución de bienes y servicios aumentaba o disminuía, y cómo se habían distribuido. Un modelo, que llamaremos “tecnocrático” se concentraría en la producción global de bienes sociales. El otro, el “optimizador social” examinaría la distribución de bienes y servicios entre diferentes segmentos de la clase trabajadora. En otras palabras, un aumento de los gastos sociales en educación puede tener diferentes consecuencias para diferentes grupos sociales. Mayores gastos en la educación superior, en un sistema donde predomina la clase media y gastos relativamente más bajos en la formación profesional, los cuales afectan a la clase trabajadora, podrían incrementar las desigualdades, mejorar la calidad de educación de la clase media y tener el efecto contrario en la clase trabajadora. <br />En este ensayo, el análisis se centra en los efectos específicos de la estrategia de modernización en dos generaciones de trabajadores.<br />Al examinar los niveles de vida intergeneracional de la clase trabajadora, revisamos la estabilidad de los niveles de renta, salarios sociales e ingresos en metálico, y si éstos han crecido o disminuido a lo largo del tiempo. Sometemos a examen las diferencias de ingresos entre generaciones para determinar si las diferencias entre los grupos de más edad y los más jóvenes aumentan o disminuyen.<br />Al hablar de empleo en la clase trabajadora nos centramos en varias dimensiones: empleo versus paro, empleo estable versus eventual y empleo en trabajos bien remunerados versus trabajos mal pagados. El estudio muestra que la estrategia de modernización ha incrementado el empleo en los trabajos inestables y mal pagados para la gente joven y emplea a los trabajadores por debajo de sus niveles educativos.<br />Un segundo tema en nuestro análisis es el impacto de la modernización en la organización social. La modernización modera el discurso y debilita la organización de la sociedad civil. Las organizaciones del lugar de trabajo, cívicas y comunitarias han decaído en número de miembros, autonomía y capacidad para formular y aplicar políticas, especialmente entre los trabajadores jóvenes. La modernización ha debilitado el sentido de compromiso comunitario en los asuntos sociales y ha creado mayor atomización social y desarticulación de las organizaciones sociales, en especial entre la gente joven. La formación y articulación de organizaciones sociales, así como su influencia política y social, eran más fuertes entre la generación mayor de trabajadores, que entró al mercado laboral antes de que el gobierno socialista diera comienzo a la “modernización”. Nuestro estudio muestra que una mayor dependencia del “mercado” se acompaña de un papel creciente del Estado versus la sociedad civil, de modo que esta última se debilita. La “sociedad civil” está dividida por clases y generaciones. El proceso de modernización tiene un efecto diferenciador sobre la organización social de las generaciones de trabajadores jóvenes/mayores.<br />En resumen, el estudio se centra en la naturaleza cambiante de la clase trabajadora y en los efectos a largo plazo y a gran escala de la modernización en los niveles de vida, en la política y en la cultura de diferentes segmentos generacionales de la clase trabajadora.<br /></div>
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<b>El impacto en la estructura política</b><br />La estrategia de modernización, con su énfasis en el sector privado, una más honda integración en el mercado europeo y un régimen regulador basado en actores internacionales, tiene un efecto profundo sobre un cierto estilo de toma de decisiones políticas y sobre el concepto de ciudadanía, de los que, a su vez, depende. La rama ejecutiva del gobierno ha determinado cada vez más el proceso de toma de decisiones; el decreto ley se ha usado mucho en el proceso de modernización. Debido a la ruptura radical con el anterior régimen regulador y al coste social que implican la liberalización y la integración, el énfasis en el ejecutivo se convierte en un acompañamiento “natural” de la modernización.<br />Distinguimos tres tipos de liderazgo: a) concentrado en el ejecutivo; b) con reparto de poder; c) consultivo.<br />El liderazgo concentrado en el ejecutivo implica en esencia la restricción a un número limitado de confidentes cercanos, cuyo poder discrecional es estrechamente supervisado por el Presidente, bajo cuya dirección actúan. El flujo de influencia y poder combina las vinculaciones “horizontales” (entre jefes de Estado, funcionarios de la CE, las principales instituciones de préstamo y grupos empresariales y financieros de orientación internacional) y los vínculos verticales (entre los parlamentarios, el partido y las organizaciones cívicas y sociales).<br />El liderazgo con reparto de poder se centra en la difusión del poder entre distintas ramas del gobierno (Parlamento-Presidente), el partido y el Estado, y organizaciones sociales. Aunque no todos los grupos comparten el poder equitativamente, hay un proceso de regateo y negociación sobre diversas áreas temáticas. La fragmentación del poder y la necesidad de coaliciones facilita la defensa de intereses sectoriales, al tiempo que limita la capacidad del Ejecutivo de imponer cambios estructurales básicos.<br />El liderazgo consultivo cuenta en gran medida con los flujos de influencia, ideas y propuestas, que van de abajo arriba. Está ligado estrechamente a una sociedad civil fuerte, en la cual las organizaciones sociales autónomas juegan un papel determinante en la formación y articulación de las cuestiones. La capacidad del Ejecutivo para aplicar medidas de alto costo social se ve restringida. Los partidos, el Parlamento y los funcionarios de la Administración quedan bajo un estrecho escrutinio público. La opinión pública se configura mediante intercambios horizontales entre las organizaciones sociales. La influencia de fuentes de información, centralizadas e impersonales como los medios de masas se ve disminuida. Los decisores extranjeros y los funcionarios no electos, que desempeñan un papel central en el liderazgo ejecutivo, y que son influyentes en un esquema de reparto de poder, quedan relegados a una posición marginal bajo los modelos de liderazgo consultivo.<br />El liderazgo concentrado en el Ejecutivo es, según la teoría democrática clásica, el más elitista y restrictivo, aunque es con toda probabilidad el más eficaz para llevar a cabo una modernización como la española.<br />El liderazgo con reparto de poder es menos elitista, en la medida que se incluye a un conjunto más amplio de fuerzas políticas y sociales, pero es menos capaz de aplicar la estrategia de la modernización, y excluye o margina a sectores significativos de la sociedad civil. El liderazgo consultivo es prácticamente incompatible con la estrategia de la modernización (al menos tal como se ha elaborado en el caso español), pero es el más inclusivo y democrático, en la medida que consulta activamente a sectores importantes de la sociedad civil.<br /><br /><b>Cultura cívica</b><br />La estrategia de modernización ha tenido un gran impacto en la cultura cívica (relaciones entre la sociedad civil y el Estado, nivel y calidad de la actividad ciudadana, acceso a la clase gobernante e influencia del gobierno sobre los ciudadanos). Una democracia viable depende de la capacidad de los ciudadanos de sentirse libres para ejercer sus derechos, sin las amenazas o la intimidación de aquellos que ejercer el poder. Los regímenes autoritarios exigen que los movimientos sociales subordinen sus demandas a las prioridades de las élites (inversores extranjeros, prestamistas, la CE, etc.). En una cultura cívica, los líderes políticos incitan a los ciudadanos a actuar como los agentes del cambio social, mientras en una cultura política autoritaria (haya elecciones o no) los líderes políticos fomentan la creencia de que los movimientos sociales “amenazan la estabilidad democrática”, siembran el miedo y la inseguridad entre los ciudadanos y promueven la idea de que sólo la élite política puede decidir cuándo, dónde y cómo hay que proceder para poner en práctica el cambio social.<br />En el terreno jurídico, la igualdad ante la ley y la subordinación a ella de los funcionarios públicos (incluyendo policía y ejército) es un ingrediente esencial para la creación de una cultura cívica. Ésta excluye, por definición, el uso por parte del Estado de cualquier organización paramilitar. La creciente evidencia de la implicación del Gobierno en la organización y financiación de los GAL es totalmente incompatible con cualquier noción de cultura cívica.<br />La opción política, el libre acceso a la información y la libertad para organizarse son variables significativas a la hora de medir la cultura cívica. La opción política no se basa sólo en el número de partidos sino en el grado de apertura de del sistema político a debatir estrategias alternativas de desarrollo. El libre acceso a información no se basa sólo en la libertad para publicar o leer cualquier cosa que se desee, sino en el acceso equitativo a la media para presentar ideas. La libertad para organizarse implica “bajo coste” al unirse a una organización; los trabajadores eventuales pueden ser legalmente libres de afiliarse a un sindicato, pero los empresarios son igualmente libres de no renovarles el contrato, lo cual socava en la práctica el derecho de asociación.<br />Los programas de empleo subvencionados por el Estado y vinculados a clientes políticos, en los que se ligan las preferencias del empresario con la consecución del empleo, son incompatibles con la cultura cívica. El acceso a la clase gobernante de una minoría que tiene como resultado el enriquecimiento personal, es incompatible con la cultura cívica. La integridad política vincula la responsabilidad del gobierno con una ciudadanía activa y autónoma, organizada en sociedad civil.<br />Hay dos culturas políticas bien determinadas. Una cultura cívica donde las leyes se aplican por igual a todos los ciudadanos, y donde los funcionarios políticos electos fortalecen la participación ciudadana y fomentan el crecimiento de los movimientos sociales. La actividad gubernamental se rige por la ley y no se usa el cargo público para imponer preferencias políticas a los ciudadanos ni para el enriquecimiento personal. Una cultura política autoritaria es aquélla donde la corrupción es desenfrenada y el enriquecimiento personal es endémico al sistema político. Las organizaciones paramilitares violan los derechos humanos y la política estatal se encamina a limitar la participación ciudadana, dominar las cadenas de comunicación y concentrar la actividad política en el liderazgo personal de la élite política. La “ciudadanía” se reduce a votar por un menú político de élite en lugar de ser orientada a formular los contenidos de ese menú. En ese sentido, los votantes no son ciudadanos, en la medida en que no son miembros de una comunidad política. Aunque votar es un ingrediente necesario, resulta entonces insuficiente. La cultura política gobernante puede debilitar seriamente la posibilidad de crear una cultura cívica.<br />Se ha argumentado mucho que la modernización es condición sine qua non para la consolidación de la democracia en España. Han surgido suficientes evidencias que ponen en duda ese supuesto.<br />La modernización a través de la liberalización de la economía se ha consumado en gran parte vía decreto ley, lo que ha favorecido las estructuras estatistas-autoritarias, a expensas de la sociedad civil y la consulta pública.<br />La centralidad del mercado como el principal mecanismo para la modernización ha reforzado los lazos entre los negocios y el Estado, y ha fomentado los valores mercantiles dentro de la clase política. El resultado ha sido que la corrupción a gran escala ha impregnado el sistema político, minando la ciudadanía. La liberalización, con su énfasis en la privatización y en la flexibilidad laboral, conduce al aumento del trabajo eventual, a un declive de la organización social y a mayores disparidades de renta entre capital y trabajo.<br />La liberalización y el nuevo régimen regulador fortalecen a los empresarios sobre los trabajadores, al capital extranjero sobre el nacional, a los “servicios” (banca, especulación, bienes inmobiliarios, turismo) sobre el capital productivo (industria, minería, agricultura).<br />El nuevo régimen es “inclusivo” por lo que se refiere a multinacionales y banqueros extranjeros y excluyente respecto a trabajadores y productores locales.<br />La inserción de España en el mercado europeo del trabajo aumenta el desempleo porque la industria española no es competitiva. Al tiempo que la especialización en el sector de los servicios incrementa las desigualdades entre el capital financiero y los trabajadores mal pagados de dichos servicios. Aumenta el turismo, junto con el empleo estacional mal pagado, lo que ensancha las disparidades entre regiones y clases.<br />El aumento de industrias de propiedad extranjera está directamente relacionado con la liberalización y la inserción de España en la división europea del trabajo. El incremento del capital controlado por extranjeros aumenta la influencia política de actores políticos no electos, que configuran más y más la agenda política. Esa inserción de España en la división europea del trabajo incrementa el flujo de pagos por transferencia hacia España, al tiempo que aumenta su deuda externa y su déficit comercial. Los pagos por transferencia subvencionan parte de los costes sociales de la modernización y de los clientes políticos del régimen, pero a expensas de las actividades con valor productivo. El aumento de la integración externa (turismo/comercio intereuropeo) va ligado a la desintegración interna (sub y desempleo).<br />La liberalización incrementa los flujos de capital, pero la corrupción socava la confianza de los inversores extranjeros en el Estado y en sus colegas españoles del sector privado. De aquí el modelo de crecientes inversiones especulativas y con subvenciones especiales del Estado en cortos ciclos expansivos, seguidos de crisis y tendencia al estancamiento.<br />La modernización “desde arriba y desde fuera” se basa en un régimen político con fuertes vinculaciones horizontales (negocios, bancos, instituciones financieras foráneas) y cultura política autoritaria. La economía de mercado se casa con una estructura política de “mando”. Pero la liberalización socava la estructura productiva interna mientras la inserción creciente en la CE aumenta los pagos por transferencia compensatorios: se crea así una economía débil y un vasto programa de bienestar social. La contradicción entre inserción exterior y clientelismo social es de duración limitada. Las exigencias de la liberalización de mayores subvenciones del Estado y menores gastos sociales conduce a un deterioro del apoyo político a la estrategia de modernización.<br /><br /><b>Brecha generacional</b>La clase trabajadora española está profundamente dividida entre una menguante minoría de trabajadores fijos y sindicados, con un asalario llevadero y beneficios complementarios, y una masa creciente de trabajadores eventuales que trabajan por el salario mínimo o por debajo, con horarios irregulares (que oscilan de unas pocas horas a la semana a cincuenta o más), sin beneficios complementarios y totalmente sujetos a los dictados del empresario. Esta división social corresponde en gran parte a una división generacional, que a su vez coincide con los cambios en las estrategias económicas globales. La mano de obra fija y mejor pagada son normalmente los “padres” y las “madres” que entraron en el mercado laboral a finales de los 60 y a principios de los 70, durante la estrategia de industrialización nacional del tardofranquismo. La mano de obra eventual son “hijos e hijas” que entraron en el mercado laboral a finales de los 80 y principios de los 90, en plena aplicación, a gran escala, de una estrategia económica neoliberal por parte del PSOE.<br />Las diferencias intergeneracionales dentro de la clase trabajadora son profundas y duraderas, y afectan a todos y cada uno de los aspectos de la vida política, social, cultural y familiar. Las diferencias socio-económicas están profundamente ligadas a la brecha comunicativa entre generaciones, que ha sido materia de numerosos analistas. Los valores culturales que chocan, los discordantes estilos de vida y el impacto de la cultura de masas a través de los media son factores importantes en sí mismos, pero también reflejan y son producto de diferentes “situaciones vitales”.<br />Para la generación mayor el empleo no era un problema grave; y una vez se estaba empleado aquello era, si uno quería, de por vida, siempre que no se infringieran las normas políticas del régimen franquista. De este modo, la estabilidad en el empleo proporcionaba una base para la continuidad y un grado relativo de certidumbre a la hora de hacer proyectos para el ciclo vital. El trabajo, por supuesto, era duro, las horas muchas y los salarios bajos, pero había, sobre todo a principios de los 70, un montón de oportunidades para presionar y luchar por incrementos salariales y por ensanchamiento de la red social. Empleo, matrimonio, montar la “casa”, alquilar, luego ahorrar, un pago al contado y la compra del piso, los hijos, visitas a la familia los domingos, para algunos incluso una casa de campo o playa. <br />Para la nueva generación, el empleo es el problema número uno. El empleo eventual crea una gran incertidumbre en lo concerniente a ingresos, al futuro, al presente. Se vive con miedo al despido súbito. Un fuerte sentimiento de vulnerabilidad junto a un salario pobre crea inseguridad personal y falta de autoestima, al tiempo de que hay una reticencia a hablar de lo mal que te pagan, de las muchas horas de trabajo y de lo obediente que tienes que ser para mantener un empleo de miseria. La vida no tiene la continuidad que te permite hacer amigos en el trabajo y planes para el futuro. Las relaciones estables, a largo plazo, ni se plantean. ¿Cuándo y dónde podrían consumarse? De modo que las relaciones transitorias, de fin de semana, se vuelven la norma.<br />Los “placeres de la familia extensa” se ven muy constreñidos. Los padres se quejan de que sus hijos se limitan a “ir y venir” y no contribuyen en nada cuando trabajan, a menos que se les presione. Mientras que los hijos se gastan los ingresos en equipos electrónicos, fines de semana en bares y discotecas y lo que sobra en eventuales vacaciones.<br />Si los padres son a veces demasiado indulgentes, es quizá por la mala conciencia de que son unos “privilegiados”, o como una autoayuda a su propia seguridad laboral. La mayoría de trabajadores de edad tienen un fuerte sentimiento de que se “sacrifican” para dar a sus hijos lo que ellos no tuvieron al crecer en la pobreza. La ironía es que los padres esperaban que, con ingresos añadidos, más educación y una familia estable, los hijos conseguirían más que ellos, alcanzarían un status más alto con empleos mejor pagados. En lugar de eso, los hijos de los trabajadores no pueden lograr siquiera el nivel de seguridad e ingresos de sus padres. La gran paradoja del último cuarto del siglo XX es que las mayores inversiones de las familias en los hijos no pudieron contrarrestar los efectos retrógrados del sistema económico neoliberal. Hace casi setenta años, durante los años 30, tuvo lugar un proceso similar, durante la Gran Depresión.<br />La movilidad intergeneracional descendente no es un fenómeno sólo español, en diversos grados se está dando entre los trabajadores de USA y Europa, especialmente allí donde el modelo neoliberal ha reemplazado el Estado de Bienestar. Un artículo reciente del New York Times señalaba:<br />“La movilidad social no ha aumentado, como demuestran los últimos estudios, por mucho que los conservadores afirmen que aún abundan los HoratioAlgers. La movilidad, en efecto, ha disminuido en especial para los pobres. Y lo más preocupante de todo: las tendencias al ensanchamiento de las desigualdades de renta y la delentre los jóvenes, lo cual sugiere que el país se dirige hacia una sociedad más estratificada. Al comparar los años 80 y los primeros 90 con los últimos 60 y los 70, los investigadores comprobaron que cada vez es más probable que los pobres sigan siendo pobres y los ricos, ricos. Vieron también que la clase media, definida como familias con ingresos, después de impuestos, entre 24.000 y 72.000 dólares (entre tres y nueve millones de pesetas), se va rompiendo: las probabilidades de volverse rico o pobre habían aumentado, mientras que las probabilidades de permanecer en la clase media habían menguado”.<br />El estudio comprobó también que las oportunidades de los jóvenes de alcanzar unos ingresos de clase media hacia los 30 años están disminuyendo. Mientras que el 60% de aquéllos que cumplían los 30 antes de 1989 lo conseguían, sólo el 42% lo han conseguido desde entonces. “Lo impresionante es el modo tan uniforme en que se ha producido esta caída de la movilidad ascendente, a lo largo y ancho de todos los grupos demográficos del mercado laboral”, dice el profesor Duncan.<br />Además el fenómeno ya no se limita a la clase obrera o a los jóvenes. Cada vez más la clase media, los profesionales y los técnicos cualificados, incluyendo a individuos de media edad, se ven afectados por la “reducción de tamaño” de las empresas y la subcontratación. El trabajo eventual afecta cada vez más a los empleados de clase media.<br />Lo que está claro, sin embargo, es que España representa un especial caso “avanzado”. Sus niveles de desempleo y paro juvenil son los más altos de Europa Occidental y USA. Además, ha sido España quien se ha encaminado más lejos y más rápido hacia un sistema laboral de dos tercios, donde las ordenanzas laborales establecen abiertamente por ley desigualdades de renta sustanciales y salarios por debajo del límite de pobreza; con escasas, cuando las hay, reglamentaciones en lo que concierne a abusos patronales. Lo que está pasando en España es tal vez un espejo de lo que podríamos esperar en otros países en el futuro.<br /><br /><b>Empleo / Paro</b><br />Entre mediados de los 70 y final de los 80, el índice de desempleo en España ha empeorado en relación a su propio pasado y a Europa. Mientras que en 1974, antes de las políticas de liberalización del PSOE, dicho índice era similar al europeo, a mediados de los 80 se había multiplicado por siete y casi doblaba la tasa europea. Una tendencia que continuó hasta el final de la década y más allá, como veremos. La ironía es que, en la retórica “europeísta” del régimen de González, el argumento de que la liberalización era la vía para volverse europeos encubría el hecho de que la distancia entre España y Europa se había ensanchado, al menos en cuanto a los índices de paro. En realidad, el índice de paro español aumentó hasta acercarse al de las crisis europeas de los años 30 y a los países del Tercer Mundo antes que al de la Europa moderna. Con uno de cada cinco trabajadores sin empleo, la estrategia de liberalización deja claro que no está dirigida a aumentar el empleo, sino a facilitar la adquisición extranjera de industrias locales y a incrementar la presión a la baja de los salarios para facilitar la acumulación de capital.<br />Los datos en secuencia temporal, que atienden a las cohortes de edad y desempleo, ilustran el hecho de que el aumento del paro ha tenido impacto sobre todo en la gente joven.<br />En 1975 sólo el 8,1% de los hombres y el 6,3% de las mujeres entre 20 y 24 años estaba desempleado, mientras que en 1985 las cifras eran el 42,2% y el 47,8% respectivamente. En 1988 los índices eran de cuatro a ocho veces más altos que antes de las reformas liberales y sobre todo entre gente joven, lo cual refleja que la generación mayor entró en el mercado de trabajo antes de la liberalización. Esto se ve claro si comparamos las diferencias en desempleo entre los grupos de edad antes y después de la liberalización. En 1975, en el grupo de edad entre 16 y 24 años, el índice de desempleo era del 9%; para aquellos por encima de 24 era del 2,9%, una diferencia de 6 puntos porcentuales. En 1985 la diferencia variaba entre 30 y 40 puntos. En términos absolutos, el número de parados aumentó de 150.000 en 1974 a 2.750.000 en 1988. Durante ese período, el porcentaje de personas que recibían el subsidio de desempleo bajó del 69% en 1976 al 42,5% en 1988. El grueso de los parados venían del sector industrial, la construcción y agrícola, todos ellos golpeados por la liberalización y la entrada de España en el Mercado Común. Igualmente desastroso es el hecho de que el número de parados de larga duración (aquellos fuera del trabajo por más de dos años) creció con la prolongación y profundización de las políticas de libre mercado. En 1977 sólo el 15,6% de los parados habían quedado fuera del mercado de trabajo durante más de dos años o más: en 1984 la cifra se elevó al 31,7% y en 1988 casi la mitad de los parados eran de larga duración.<br />Los altos índices de desempleo se han mantenido en los 90, lo cual demuestra que el problema tiene sus raíces en las estructuras profundas de la economía liberal. Hubo una leve caída del desempleo en los 80 entre jóvenes (16-24), pero las cifras llegaron a elevarse hasta rozar el 50%. Entre 1984 y 1993, el índice de desempleo se incrementó para todos los grupos, salvo los jóvenes, que ya habían alcanzado los niveles máximos.<br />Para los jóvenes trabajadores entre 25 y 29 años el paro aumentó del 23,9%; entre 30 y 34 años, del 15,1% al 21, 6%. Los mayores de 40 años, mientras tanto, tenían los niveles más bajos de desempleo. Sin embargo, es necesario hacer notar que los índices de paro entre los trabajadores maduros aumentaron durante el proceso de liberalización, aunque las imponentes diferencias en el paro entre los jóvenes por debajo de 25 años (40% y más) y los ,mayores de 40 (14,5%) es uno de los factores clave que explican las diferencias “generacionales”.<br /><br /><b>Contratos de trabajo</b><br />Parte de la estrategia de libre mercado del PSOE tratando de reforzar el poder de las empresas consistió en una serie de leyes laborales aprobadas en los 80 que socavaron el empleo estable de los trabajadores. Se fueron permitiendo, cada vez más, los contratos eventuales, que en la mayoría de los casos eran de seis meses de duración y estaban sujetos a cancelación a discreción de los empresarios y sin indemnización ni despido. Junto al aumento del paro masivo entre los jóvenes trabajadores, está la creciente inestabilidad y discontinuidad del empleo entre los que lo encuentran. Y los altos índices de paro se dan a todos los niveles de la educación. A pesar de los crecientes logros educativos, la economía de libre mercado muestra poco interés y flexibilidad por la mano de obra cualificada. Los trabajadores cualificados y educados hacen frente hoy a índices de desempleo que sobrepasan un cuarto de la fuerza laboral, por eso la escolarización puede parecer fuera de lugar para unos jóvenes trabajadores con pocas perspectivas de empleo. La formación técnica y profesional parece fuera de lugar en una economía orientada al turismo, la administración pública y las plantas de montaje. Los nuevos contratos temporales, que proveen a los empresarios de una enorme ventaja sobre los jóvenes trabajadores, son los preferidos por los empresarios de Cataluña. Está claro que la abrumadora mayoría de los contratos temporales para la gente joven son hoy inseguros, mal pagados y temporales, un fenómeno que crece con el tiempo y está empezando a afectar a todos los grupos de edad en mayor o menor medida. De persistir la tendencia actual, está claro que los trabajadores fijos, bien pagados y sindicados van a ser una clara minoría. El gobierno de Jordi Pujol es uno de los arquitectos y promotores clave de los contratos temporales y es probable que los estimule con el tiempo. En ese sentido, las políticas nacionalistas son, en un sentido estricto, “lingüístico-culturales” y se combinan con un contenido social profundamente anti-trabajo. De hecho, a nivel económico, el nacionalismo no existe, en la medida que Pujol es un ardiente partidario y defensor del libre mercado y promotor de las tomas de posesión extranjeras de la economía nacional.<br />La centralidad del mercado como principal mecanismo de modernización ha reforzado los lazos entre el mundo de los negocios y el gobierno central y los regímenes autónomos, particularmente en Cataluña. La liberalización, con su énfasis en la flexibilidad laboral, ha estimulado altos índices de paro y de empleo eventual, el declive de la organización social y una mayor desigualdad de rentas. Lo importante no son sólo las negativas consecuencias objetivas sino las respuestas subjetivas a estos procesos económicos. ¿Cómo viven los trabajadores jóvenes y mayores estas experiencias? ¿Cómo afectan las políticas económicas liberales a los trabajadores mayores, que entraron en el mercado laboral antes del proceso de liberalización, y a los trabajadores jóvenes que intentan conseguir empleos? ¿Qué diferencias en los ciclos vitales, valores y actitudes frente al trabajo surgen con estos cambios en el mercado laboral? ¿Cómo se experimenta la liberalización desde abajo? ¿Cuáles son las consecuencias humanas de las abstractas doctrinas económicas liberales?<br /><br />Fin de la primera parte<br /><br />Publicado en la revista Ajoblanco<span class="fullpost">
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FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-2591337122164834982020-03-30T04:19:00.003-07:002020-03-30T04:19:53.439-07:00La Europa inservible<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6eTi53FwImvQ0kkptL2Sj7J_NhKb2-1zcT-eaYmstk0HB4YG9zxjckrAg4XucCrm5KSCnWxF87KMk2G6SwGhSCZn7yK0eZy3dWCM-3XWOD3txdYdTiWd3xYdrTzHHJTr7Kcpqy0miaQs/s1600/2019_z_Entender_la_Rusia_de_Putin.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="347" data-original-width="240" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6eTi53FwImvQ0kkptL2Sj7J_NhKb2-1zcT-eaYmstk0HB4YG9zxjckrAg4XucCrm5KSCnWxF87KMk2G6SwGhSCZn7yK0eZy3dWCM-3XWOD3txdYdTiWd3xYdrTzHHJTr7Kcpqy0miaQs/s200/2019_z_Entender_la_Rusia_de_Putin.jpg" width="138" /></a></div>
Rafael Poch (2014)<br /><br />Vamos a hablar del proyecto europeo, de porqué esta Unión Europea, tal como está diseñada, es inviable e inútil para afrontar los retos del siglo. Por “retos del siglo” entiendo el calentamiento global, el auge demográfico, el “pico” petrolero y los problemas globales de dominio de unos países sobre otros, de pobreza y de desigualdad, combinados con una mentalidad caduca que tiende a seguir “resolviendo” todas esas cuestiones con métodos militares en un mundo atiborrado de armas de destrucción masiva capaces de anular toda vida en el planeta. Esos retos claman una “nueva civilización” y una Europa como la que tenemos es un claro impedimento a ella.<br /><a name='more'></a>Así que vamos a hablar primero de las razones que hacen inviable desde ese punto de vista a la actual Unión Europea, luego, de la respuesta ciudadana que habría que dar a esa realidad y acabaremos con una reflexión sobre la violencia y los riesgos que tal respuesta comporta para quienes la asumen. Pero antes de entrar en esa crítica, quisiera subrayar la importancia de que haya en Europa algún tipo de pacto y estrecho vínculo internacional.<br /><br />El motivo es que, desde el punto de vista de la historia universal de la guerra y la paz, Europa es la parte más guerrera y violenta del mundo. En los últimos quinientos años la historia europea salta de una guerra a otra, especialmente en los dos siglos que van de 1615 al fin de las guerras napoleónicas en 1815. En ese periodo las naciones europeas estuvieron en guerra una media de sesenta o setenta años por siglo. Luego hubo un poco más de paz hasta 1914, si olvidamos la guerra de Crimea o la franco-prusiana, pero en ese periodo Europa continuó culminando la exportación de guerra y genocidio hacia fuera de sus fronteras con el holocausto colonial-imperial que fue la conquista del mundo no europeo. Además, en ese periodo de relativa paz interna Europa inventó la industrialización y con ella industrializó la guerra lo que la convirtió en algo mucho más destructivo. Dos guerras mundiales de inusitada mortandad e incubadas en y por Europa, fueron el resultado.<br /><br />La Unión Europea se creó, precisamente, para remediar la crónica pelea continental, que después de la Segunda Guerra Mundial ha dado lugar a 67 años de paz, una paz, sin embargo, tutelada por dos superpotencias en tensión nuclear, es decir una paz bajo vigilancia y presidida por un factor, el de la destrucción masiva, que representa el escalón superior de la estupidez humana.<br /><br />Así que tengamos bien presente este dato sobre la Europa guerrera violenta y dominante a la hora de criticar el actual proyecto europeo.<br /><br />I) Todavía en 2003 Jürgen Habermas, el principal filósofo alemán vivo, pudo escribir un libro titulado “El occidente dividido” y ser tomado en serio. Su contexto era la desavenencia entre una parte de la Unión Europea, su matriz franco-alemana, y la administración Bush durante la segunda guerra de Irak. Y su fundamento era la exaltación de los “valores diferentes” –y por supuesto mejores– que Europa decía representar comparada con Estados Unidos.<br /><br />En esa comparación, Europa era un continente de paz y de cultura, con apego a la nivelación social y al estado asistencial, regido por el derecho internacional y no por la ley del más fuerte, es decir centrado en la diplomacia y no en la guerra, y tolerante y no fundamentalista en materia religiosa.<br /><br />En países como China, esa desavenencia de 2003 estuvo en el centro de la discusión internacional de los dirigentes de Zhongnanhai, el Kremlin de Pekín. La posibilidad de que Occidente, aquel bloque que crucificó a China en el XIX, pudiera partirse en dos y se convirtiera en dos polos con intereses globales y recetas diferentes, es decir en algo más débil que lo anterior, era sumamente interesante por las mayores posibilidades y márgenes de acción que podía reportar en la multipolaridad a los países emergentes.<br /><br />Ahora sabemos que aquella desavenencia, con su discurso narcisista y embellecedor de la Unión Europea sobre sí misma, es un fraude y que las esperanzas de una divergencia trasatlántica que tanto interesaron en China fueron un espejismo. La actual crisis nos ofrece una perspectiva mucho más real y un espejo mucho más fiel de la realidad europea.<br /><br />Constatamos que esa Europa “autónoma y mejor” y preconizadora de “otros valores”, ha apoyado, colaborado y participado en casi todo lo que reprochaba a su pariente histórico de ultramar. Es decir Europa sigue siendo imperialista y sus debilitadas naciones se unen, precisamente, para poder seguir siéndolo. Veamos la lista:<br /><br />-Durante veinte años se ha excluido a Rusia de cualquier esquema de seguridad continental. Es decir se ha impedido cerrar la relación de guerra fría con el extremo oriente de Europa, tal como quería el malogrado proyecto de Gorbachov. La ampliación al Este de la UE se hizo sobre un guión supervisado en Washington, según el cual el ingreso en la OTAN era la antesala de la Unión Europea.<br /><br />– En cuanto la URSS dejó de ser percibida como amenaza, Europa se lanzó a la guerra. Doce días después del ingreso de Polonia, Hungría y Chequia en la OTAN, comenzó la campaña de Kosovo para acabar con Serbia como estado regional anómalo para la nueva disciplina continental. El belicismo y la manipulación mediática adquirieron en Europa niveles que se creían exclusivos de Estados Unidos. Por primera vez desde Hitler, tropas alemanas participaron, en los Balcanes, en un conflicto, y nada menos que en nombre de la prevención de nuevos Auschwitz y “genocidios”.<br /><br />-En Irak la divergencia franco-alemana con Bush no impidió una colaboración en toda regla a nivel de logística, servicios secretos, torturas y centros secretos de detención de la “guerra contra el terror” que impide considerar como exclusivamente americanos asuntos como el de Guantánamo: los vuelos de la CIA atravesaron Europa desde Polonia hasta Rota, las cárceles secretas, las torturas y los secuestros implicaron complicidades de todo el mundo. Francia cedió su espacio aéreo para la campaña iraquí, los servicios secretos alemanes identificaron sobre el terreno en Bagdad los objetivos de los misiles del Pentágono y las bases alemanas fueron el principal nudo logístico de la guerra.<br /><br />-En Palestina, la UE ha sido incapaz de trabajar para la creación de un Estado Palestino, sin duda la medida más eficaz contra el radicalismo islámico en todo el mundo y un imperativo moral incontestable. Por el contrario, ha ido incrementando unas relaciones privilegiadas con Israel y ha incrementado su complicidad con esa comedia que llaman “proceso de paz” en Oriente Medio, basada en el apoyo al país ocupante y agresor.<br /><br />– En Afganistán, la misma Europa que durante la guerra fría protestó y se negó a participar en Vietnam, se ha volcado con decenas de miles de soldados europeos metidos allá once años en esta guerra infame de treinta que no registra protestas. Aún más: los despliegues en el cuerno de África, la intervención militar en Libia y ahora en Mali, demuestran que el intervencionismo militar europeo no es una excepción puntual sino una tendencia consolidada.<br /><br />-En Oriente Medio vivimos ahora las sanciones y amenazas contra Irán. Un intervencionismo creciente en la guerra civil de Siria que contribuye claramente a hacerla más sangrienta, que usa a fondo la habitual manipulación mediática y que da por completo la espalda a toda acción diplomática. El horizonte estratégico de este intervencionismo va más allá de Siria: complicar la vida a su aliado, Irán –objeto de sanciones por la sospecha de una ambición nuclear que, convertida en hecho conocido en el caso israelí se tolera sin problemas- y de paso complicar también el aprovisionamiento energético de China.<br /><br />-Y todo esto está perfectamente interiorizado en el discurso europeo de la política exterior y de seguridad. En Alemania imponer el “acceso” (Zugriff) a los recursos energéticos globales es lo que da sentido a las misiones internacionales del Bundeswehr, afirma el discurso oficial. Hoy día no hay experto y analista de cualquier “centro de estudios estratégicos” del estáblishment, de Bruselas, Berlín o Londres, que no mencione el tema como algo rutinario, dando por supuesto que el militarismo es la respuesta a los retos del siglo. Lo llaman “nuevos desafíos” y la doctrina de la OTAN los quiere contrarrestar con acciones militares “preventivas” y “proactivas”, es decir agresiones, en todo el mundo.<br /><br />Es decir, y concluyendo esta lista: en su relación con EE.UU, la Unión Europea desempeña en el mundo el papel que un primer ministro australiano definió para su país en Asia: el del “ayudante del Sheriff”.<br /><br />Siendo imperialista y practicando un manifiesto vasallaje hacia Estados Unidos, la actual Europa no puede ser un polo de poder independiente y autónomo en el mundo multipolar y muchos menos un polo benévolo por otras razones.<br /><br />En primer lugar, como ha apuntado Samir Amin, porque Europa no puede ser unos Estados Unidos de Europa. Por un lado carece de recursos naturales comparables a los de grandes países como Estados Unidos o Rusia. Por el otro, a causa de su manifiesta falta de unidad interna, porque en Europa están presentes las tensiones y conflictos de intereses centro-periferia propios del desarrollo desigual. Europa contiene zonas y países que son Norte -Alemania y compañía- otros que son Sur -España, Italia, Portugal- y otros que son patio trasero y tercera categoría: la Europa oriental y balcánica con Grecia incluida. (1)<br /><br />En segundo lugar Europa no puede ser ni siquiera una federación unitaria porque no existe un “pueblo europeo”. La identidad europea no existe ni se la espera. Haciendo un gran esfuerzo, españoles, italianos, griegos y franceses, pueden alcanzar cierta afinidad identitaria apelando a aspectos de su común tradición (ibérica, católica, la herencia latina-románica, o al mediterráneo). A partir de ahí, y como dicen los chinos, “con la perspectiva de varias generaciones”, quizá pudieran embarcarse en algo juntos hasta el punto de borrar sus diferencias. Es una cuestión de imaginación. Pero imaginar eso mismo conjuntamente con los finlandeses, los alemanes, los húngaros o los británicos, es decir metiendo juntos a mediterráneos, vikingos y hunos, es superar los límites de la fantasía más atrevida.<br /><br />Y en tercer lugar, la Unión Europea no puede funcionar como proyecto que valga la pena por el motivo que todos percibimos: porque su burocracia ha tenido la osadía de pretender que un billete de banco, asistido por un sistema sanguíneo-circulatorio compuesto por intereses empresariales multinacionales generalmente dominados por países del Norte europeo, podía ser el corazón de esa identidad de fantasía.<br /><br />El resultado de esa osadía ha sido una especie de monstruo del Profesor Frankestein que ha acelerado la gran desposesión de soberanía que toda Europa siente hoy. Si la democracia en las naciones europeas, en el sentido genuino de “poder del pueblo”, ya era caricatura -en unas naciones más que en otras-, ahora resulta que nuestros imperfectos parlamentos ni siquiera tienen soberanía para decidir sobre presupuestos, o que las sacrosantas constituciones deben reformarse en veinticuatro horas por dictámenes que vienen precocinados desde Bruselas o Berlín y que son decididos por instituciones, como el BCE o la Comisión, que ni siquiera son electas.<br /><br />Casi todas las propuestas que no parten de la propia burocracia de Bruselas para dar un aspecto humano a este monstruo son alemanas: la canciller Merkel desde la Alemania institucional y otros con pretensiones democratizantes e incluso rebeldes proponen lo mismo:más Europa, más integración europea para superar estos defectos. Habermas y otros quieren una Europa federal que resuelva internacionalmente esa devaluación de soberanía y democracia. Quieren convocar una “Asamblea constituyente europea” de hunos, vikingos y mediterráneos. El diputado verde Daniel Cohn-Bendit propone una Europa totalmente integrada compuesta por estados nacionales reducidos a la insignificancia. Es la única manera, dice, de afrontar el pulso mundial con las potencias emergentes. De lo contrario, advierte, “la influencia de nuestra civilización de dos milenios corre el riesgo de esfumarse”. El ex ministro de exteriores, Joshka Fischer, propone dar poderes dictatoriales a la Unión Europea… Los únicos que insisten en “más Europa” como fórmula para salir del hoyo son los alemanes. Hay que recordar que históricamente el discurso europeo de Alemania ha sido siempre entendido como el de una Europa germánica con los alemanes en el papel de dominante “Herrenvolk”. Una quimera hoy manifiestamente imposible.<br /><br />Así que por todas estas razones (imperialismo, falta de autonomía y recursos, desigualdad interna, ausencia de un pueblo europeo y de identidad común, y por ser un androide empresarial) esta Europa es, a la vez, imposible e inservible para los retos del siglo.<br /><br />Una vez constatado esto, y recordando aquello que hace importante y necesario un proyecto europeo común (impedir la pelea secular de sus miembros), no hay más remedio que plantearse la pregunta del qué hacer.<br /><br />II) De lo que se trata es de realizar una refundación ciudadana del proyecto europeo.<br /><br />De puertas afuera, esa refundación debe impedir la pelea europea. El proyecto europeo no debe tener más ambición mundial que una negación: la de no contribuir al imperio. Si el proyecto europeo ha de ser imperialista, no lo queremos.<br /><br />De puertas adentro el marco de esta refundación no debe ser “más Europa”, sino más soberanía popular-nacional.<br /><br />Hay que dejar bien claro que el de la refundación ciudadana no es el único escenario de la actual crisis. De lo que aquí se habla es de lo que “habría que…”, no de algo que vaya a ocurrir inexorablemente. Presentimos que en Europa se está incubando una revuelta social mucho más importante de lo que hemos visto hasta ahora, pero nos encontramos en plena divisoria y tenemos datos que pesan tanto en la balanza de lo positivo y emancipatorio como de lo negativo y regresivo.<br /><br />Por un lado tenemos el avance, en toda Europa, del chovinismo, la xenofobia y el desprecio por el débil y el emigrante, la ridiculización de la solidaridad y el afán de justicia (resumido en ese miserable concepto neocon que es el buenismo). Una perspectiva de la Europa parda de 1930, podríamos decir.<br /><br />Por el otro lado tenemos el progreso de la protesta social y solidaria: Cuarenta sindicatos en 23 países participaron el 14 de noviembre en una “Jornada de acción y solidaridad” sin precedentes en Europa. Cotejado con el tamaño y la virulencia de la enorme involución socio-laboral que sufre el continente aquello fue poco y desigual, muy poco. Pero eso ya no es Europa 1930, sino una perspectiva 1848.<br /><br />La “primavera de los pueblos” de 1848 tambaleó el orden de la restauración absolutista del Congreso de Viena. Un orden absolutista en quiebra es aquel en el que una pequeña casta que acapara el grueso del poder la riqueza y los privilegios adopta decisiones que son vistas como injustas y erradas por la gran mayoría. No se trata del popular 1% contra el 99%, pero sí de algo muy polarizado como sugiere la creciente concentración desigual de la riqueza en Europa. Eso es lo que tenemos ahora.<br /><br />¿Qué quiere decir una refundación ciudadana? Quiere decir una reconquista de la esfera económica y financiera que la política ha ido cediendo al capital en las últimas décadas. La UE ha sido diseñada como una autopista de la mundialización neoliberal. Pues bien, ahora se trata de combatirla con una desmundialización ciudadana que devuelva todo eso arrebatado a la política en los últimos treinta años, como dice Bernard Cassen.<br /><br />Evidentemente todo esto plantea la pregunta del cómo.<br /><br />Para eso es necesario crear un Frente Popular. Una gran unión, una gran alianza y un gran encuentro entre el mundo sindical, los subproletarios emigrantes y parados, la generación sin futuro y deshauciada, la gente mayor estafada tras una vida de trabajo, los sectores religiosos e intelectuales para los que la actual involución es intolerable desde el punto de vista de los principios éticos y morales.<br /><br />Es fundamental la creación de nuevas fuerzas políticas y de programas. Hacen falta líderes, personas de todos estos ámbitos que representen y sean portavoces de esta refundación – de momento por ejemplo en Catalunya no tenemos líderes obreros ni sindicales dignos de tal nombre, pero curiosamente ha aparecido una de esas personas en el ámbito más inesperado: una hermana benedictina….<br /><br />Esta refundación solo puede ser (en Europa y en el mundo) internacional e internacionalista, pero, a menos que queramos disolvernos en un sueño idealista de hermandad universal, su marco solo puede ser nacional.<br /><br />Esa reconquista no puede hacerse en Bruselas, con su burocracia mucho más dominada por el lobbysmo empresarial que la de los estados nacionales, ni en el irrelevante Parlamento Europeo. El ágora, el punto de encuentro y la articulación de ese Frente Popular debe lograrse desde los respectivos marcos nacionales: entre comunidades de gente cercana unida por su marco geográfico y socio-laboral, su lengua su cultura y su común identidad integradora. La experiencia de los foros mundiales, tan interesante pero al mismo tiempo tan etérea e indeterminada, da mucho que pensar. Como ha dicho hace poco Oskar Lafontaine, “La Europa democrática empieza en casa”. Este marco nacional no es sustituto ni alternativa a lo internacional, sino mas bien su condición primera. (2)<br /><br />Para acabar, una reflexión sobre la violencia.<br /><br />III) La Europa de hoy no es la del XIX, cuando cualquier avance social pagaba el precio de enormes cantidades de sangre y de violencia. En este continente mucho más rico, mucho más culto y demográficamente mucho más envejecido que el del siglo XIX, quien más quien menos tiene algo que perder. Eso sugiere que la no violencia popular tiene un nuevo sentido y grandes espacios a su favor.<br /><br />Al mismo tiempo, la rebelión civíl y pacifica, el movimiento social transformador, no es ninguna broma postmoderna y on-line. Exige lo de siempre: compromiso, voluntad, organización y sacrificio. Y recoge represión y reacción. Es decir: hay que ser consciente de lo que significa decir no a una oligarquía absolutista.<br /><br />La experiencia histórica más reciente nos avisa del enorme potencial de violencia y provocación que tiene el estáblishment. Los dos principales líderes antibelicistas del 1968 en Estados Unidos, Martin Luther King y Robert Kennedy, fueron asesinados. También lo fue el líder estudiantil más notable del 68 alemán, Rudi Dutschke, muerto de las secuelas de un atentado.<br /><br />Hay que recordar también que la dictadura no es imposible ni una lejana reliquia histórica. Hace menos de cuarenta años la Europa del Sur, desde Portugal a Grecia pasando por España, estaba gobernada por dictaduras. Hace poco más de veinte toda la Europa del Este estaba gobernada por dictaduras comunistoides. Es decir: la mayor parte de Europa eran dictaduras hasta hace muy poco.<br /><br />Y hay que volver a leer todo lo que expone el Profesor suizo Daniele Ganser en su libro de 2005 sobre Gladio, la cada vez más documentada evidencia de la manipulación directa del terrorismo de los años setenta y ochenta por grupos vinculados a la OTAN -los peores atentados en Italia, Bélgica y Alemania lo fueron. Volver a escuchar la opinión de algunos antiguos miembros de grupos alemanes violentos que hoy confiesan que seguramente su labor estuvo policialmente manipulada desde el principio. Analizar lo que sabemos de las protestas antiglobalización de julio de 2001 en Génova. Lo que está ocurriendo ante nuestros ojos con los apoyos policiales y empresariales a la extrema derecha griega, o lo que se ha visto en España con los indignados… (3)<br /><br />Hay que tener claro que cualquier presión hacia esa necesaria desmundialización ciudadana chocará, está chocando ya, con las habituales reacciones, tramas negras, represiones, manipulaciones mediáticas y juegos sucios. Repito: hay que ser consciente de lo que significa decir no a una oligarquía.<br /><br /> <br /><br />(*) Este texto sigue las notas de una conferencia pronunciada el 30 de noviembre en el Centre d´estudis Cristianisme i Justicia de Barcelona.<br /><br />Notas<br /><br />(1) Para la exposición de Samir Amin en castellano consultar <a href="http://www.mientrastanto.org/boletin-107/de-otras-fuentes/europa-vista-desde-el-exterior">Europa vista desde el exterior</a> (en www.mientrastanto.org)<br /><br />(2) El concepto desmundialización lo emplea Bernard Cassen. En <a href="http://www.medelu.org/L-heure-de-la-demondialisation-est">L´heure de la </a><br /><br /> <br /><br /> <br /><br /> <span class="fullpost">
</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-88708525857184215912020-03-24T10:31:00.002-07:002020-03-24T10:31:56.183-07:00¡Diles que no me maten!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9EK2hEbZbx17V8UR19zXG7j7zjGruAPeVJMO7oIYYCOvRs4JGj3iguClc1XQhYKhjpbJc8hnMECyW7WvdS_za_lKE9V_JaK0ucek10QTIry5QLKnnOBd_6DxrinuzBQXxL0GO1AxAmbg/s1600/rulfo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="269" data-original-width="187" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9EK2hEbZbx17V8UR19zXG7j7zjGruAPeVJMO7oIYYCOvRs4JGj3iguClc1XQhYKhjpbJc8hnMECyW7WvdS_za_lKE9V_JaK0ucek10QTIry5QLKnnOBd_6DxrinuzBQXxL0GO1AxAmbg/s200/rulfo.jpg" width="139" /></a></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Juan Rulfo<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><br /></span></div>
-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.<br />-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.<br />-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.<br />-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.<br />-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.<br />-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.<br /><a name='more'></a><div>
-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.<br />Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:<br />-No.<br />Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.<br />Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:<br />-Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?<br />-La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.<br /><br />Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:<br /><br />Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.<br /><br />Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero. Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.<br /><br />Y él y don Lupe alegaban y volvían a alegar sin llegar a ponerse de acuerdo. Hasta que una vez don Lupe le dijo:<br /><br />-Mira, Juvencio, otro animal más que metas al potrero y te lo mato.<br />Y él contestó:<br />-Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata.<br />“Y me mató un novillo.<br />“Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel. Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está.<br /><br />“Yo entonces calculé que con unos cien pesos quedaba arreglado todo. El difunto don Lupe era solo, solamente con su mujer y los dos muchachitos todavía de a gatas. Y la viuda pronto murió también dizque de pena. Y a los muchachitos se los llevaron lejos, donde unos parientes. Así que, por parte de ellos, no había que tener miedo.<br />“Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado para asustarme y seguir robándome. Cada vez que llegaba alguien al pueblo me avisaban:<br /><br />“-Por ahí andan unos fureños, Juvencio.<br /><br />“Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida . No fue un año ni dos. Fue toda la vida.”<br /><br />Y ahora habían ido por él, cuando no esperaba ya a nadie, confiado en el olvido en que lo tenía la gente; creyendo que al menos sus últimos días los pasaría tranquilos. “Al menos esto -pensó- conseguiré con estar viejo. Me dejarán en paz”.<br /><br />Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imaginar morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte; de haberse pasado su mejor tiempo tirando de un lado para otro arrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puro pellejo correoso curtido por los malos días en que tuvo que andar escondiéndose de todos.<br /><br />Por si acaso, ¿no había dejado hasta que se le fuera su mujer? Aquel día en que amaneció con la nueva de que su mujer se le había ido, ni siquiera le pasó por la cabeza la intención de salir a buscarla. Dejó que se fuera sin indagar para nada ni con quién ni para dónde, con tal de no bajar al pueblo. Dejó que se le fuera como se le había ido todo lo demás, sin meter las manos. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora.<br /><br />Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaron amarrarlo para que los siguiera. Él anduvo solo, únicamente maniatado por el miedo. Ellos se dieron cuenta de que no podía correr con aquel cuerpo viejo, con aquellas piernas flacas como sicuas secas, acalambradas por el miedo de morir. Porque a eso iba. A morir. Se lo dijeron.<br /><br />Desde entonces lo supo. Comenzó a sentir esa comezón en el estómago que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte y que le sacaba el ansia por los ojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía que tragarse sin querer. Y esa cosa que le hacía los pies pesados mientras su cabeza se le ablandaba y el corazón le pegaba con todas sus fuerzas en las costillas. No, no podía acostumbrarse a la idea de que lo mataran.<br /><br />Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro Juvencio Nava y no al Juvencio Nava que era él.<br /><br />Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos.<br /><br />Sus ojos, que se habían apenuscado con los años, venían viendo la tierra, aquí, debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne. Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fuera el último, sabiendo casi que sería el último.<br /><br />Luego, como queriendo decir algo, miraba a los hombres que iban junto a él. Iba a decirles que lo soltaran, que lo dejaran que se fuera: “Yo no le he hecho daño a nadie, muchachos”, iba a decirles, pero se quedaba callado. “Más adelantito se los diré”, pensaba. Y sólo los veía. Podía hasta imaginar que eran sus amigos; pero no quería hacerlo. No lo eran. No sabía quiénes eran. Los veía a su lado ladeándose y agachándose de vez en cuando para ver por dónde seguía el camino.<br /><br />Los había visto por primera vez al pardear de la tarde, en esa hora desteñida en que todo parece chamuscado. Habían atravesado los surcos pisando la milpa tierna. Y él había bajado a eso: a decirles que allí estaba comenzando a crecer la milpa. Pero ellos no se detuvieron.<br /><br />Los había visto con tiempo. Siempre tuvo la suerte de ver con tiempo todo. Pudo haberse escondido, caminar unas cuantas horas por el cerro mientras ellos se iban y después volver a bajar. Al fin y al cabo la milpa no se lograría de ningún modo. Ya era tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y la milpa comenzaba a marchitarse. No tardaría en estar seca del todo.<br /><br />Así que ni valía la pena de haber bajado; haberse metido entre aquellos hombres como en un agujero, para ya no volver a salir.<br /><br />Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:<br /><br />-Yo nunca le he hecho daño a nadie -eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran venido dormidos.<br /><br />Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza en algún otro lado. Dejó caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche.<br /><br />-Mi coronel, aquí está el hombre.<br /><br />Se habían detenido delante del boquete de la puerta. Él, con el sombrero en la mano, por respeto, esperando ver salir a alguien. Pero sólo salió la voz:<br /><br />-¿Cuál hombre? -preguntaron.<br />-El de Palo de Venado, mi coronel. El que usted nos mandó a traer.<br />-Pregúntale que si ha vivido alguna vez en Alima -volvió a decir la voz de allá adentro.<br />-¡Ey, tú! ¿Que si has habitado en Alima? -repitió la pregunta el sargento que estaba frente a él.<br />-Sí. Dile al coronel que de allá mismo soy. Y que allí he vivido hasta hace poco.<br />-Pregúntale que si conoció a Guadalupe Terreros.<br />-Que dizque si conociste a Guadalupe Terreros.<br />-¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Ya murió.<br />Entonces la voz de allá adentro cambió de tono:<br />-Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos:<br />-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros, eso pasó.<br /><br />“Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia.<br /><br />“Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca”.<br /><br />Desde acá, desde fuera, se oyó bien claro cuando dijo. Después ordenó:<br /><br />-¡Llévenselo y amárrenlo un rato, para que padezca, y luego fusílenlo!<br />-¡Mírame, coronel! -pidió él-. Ya no valgo nada. No tardaré en morirme solito, derrengado de viejo. ¡No me mates…!<br />-¡Llévenselo! -volvió a decir la voz de adentro.<br /><br />-…Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron. Me castigaron de muchos modos. Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito de que en cualquier rato me matarían. No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone. ¡No me mates! ¡Diles que no me maten!.<br /><br />Estaba allí, como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra la tierra. Gritando.<br /><br />En seguida la voz de allá adentro dijo:<br />-Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.<br /><br />Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. Había venido su hijo Justino y su hijo Justino se había ido y había vuelto y ahora otra vez venía.<br /><br />Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino. Le metió su cabeza dentro de un costal para que no diera mala impresión. Y luego le hizo pelos al burro y se fueron, arrebiatados, de prisa, para llegar a Palo de Venado todavía con tiempo para arreglar el velorio del difunto.<br /><br />-Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.<br /><br />FIN<br /> <br /> <br /><br /><a href="https://ciudadseva.com/autor/juan-rulfo/cuentos">MÁS CUENTOS DE JUAN RULFO</a><br /> <br /> <br /><br /> <br /><br /> <span class="fullpost">
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FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-2187835318405640852019-05-01T04:43:00.001-07:002019-05-01T04:45:43.736-07:00Los papeles de Idea<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ana Inés Larre Borges</span><br />
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<span style="font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Parte del Archivo Vilariño vendido a una universidad estadounidense</b></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnqAKjPwiL_v8VlL6EEDToYexU236qKHFB0QdaVTEjnA1qr1v7C_xi4-T-TShCM2g_Zf-ZUjyD-tLxqwxJBA2yVe5uXnrAtNtOcb8fLuLJaf5olGZNgZkCgo8RhCmifppk4HznDb9-0-8/s1600/idea.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnqAKjPwiL_v8VlL6EEDToYexU236qKHFB0QdaVTEjnA1qr1v7C_xi4-T-TShCM2g_Zf-ZUjyD-tLxqwxJBA2yVe5uXnrAtNtOcb8fLuLJaf5olGZNgZkCgo8RhCmifppk4HznDb9-0-8/s200/idea.jpg" width="200" /></a></b></span></div>
<span style="font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>
</b><br /><br />Pocos escritores han tenido tanta conciencia del valor de un archivo como Idea Vilariño. Supo de esa importancia respecto de los manuscritos propios y los ajenos. Estudió los de sus poetas admirados, cuidó de los suyos mientras vivió y tomó los recaudos necesarios para cuando ya no estuviera. A pesar de todos estos cuidados, a diez años de su muerte, su archivo está desmembrado y los cuadernos en los que copió sus poemas durante más de siete décadas fueron vendidos al archivo de la Universidad de Princeton, lo que contrarió su expresa voluntad.</span><br />
<div style="line-height: 150%; margin-bottom: 18.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; vertical-align: baseline;">
<strong><span style="font-family: "arial" , "sans-serif";"></span></strong></div>
<a name='more'></a><br />
<span style="font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif;">Idea tenía veinticinco años y sólo había publicado La suplicante cuando redactó su primer testamento literario. Está en la última página de su Diario de juventud. Cree que se va a morir y pide que su hermana Alma y una amiga se hagan cargo de sus poemas y destruyan su diario personal. Sin embargo, iba a tener una larga vida, convivió con la tentación del suicidio hasta los 88 años. Murió el 28 de abril de 2009. El año que viene vamos a celebrar su centenario. Lo haremos con un archivo disperso y, a la fecha, incompleto.<br /><br />Había vivido todo a través de la escritura, sus poemas, su diario, sus cartas, y, por eso, el destino de sus papeles personales fue tan importante para ella. La decisión de quemar o no su diario, que tanto le costó tomar, y su intento, ya en la vejez, de publicar su correspondencia con Onetti, para el que no obtuvo la autorización de los herederos del escritor, fueron parte de su voluntad de disponer y arbitrar esa otra obra. Por la misma razón, a lo largo de su vida, se preocupó por dejar resuelto lo que pasaría con su archivo cuando ya no estuviera. A diferencia de la mayoría de los mortales, Idea murió testada. En su último testamento, me encargó administrar sus papeles y su obra, que yo venía editando desde la muerte de su editor Alberto “Beto” Oreggioni, en diciembre de 2001. En 2002, hicimos en colaboración su Poesía completa, que Beto ya había planificado; en 2005, a su pedido, una exigente contraparte, Última antología; en 2007, La vida escrita. Después de su muerte, prevaleció la edición de su prosa: Diario de juventud, tarea compartida con Alicia Torres; la reedición corregida de El tango, al cuidado de Aharonián; La masa sonora del poema, edición de Ignacio Bajter para la Biblioteca Nacional; De la poesía y los poetas, en Clásicos uruguayos; el impulso a algunas traducciones, y el estudio de su escritura autobiográfica.<br /><br />En lugar de celebrar su arte en la conmemoración del aniversario de su muerte, me hago cargo en este artículo de una tarea sórdida y sin luz: contar lo que ha pasado con su legado. En el artículo 7 de su testamento, el único apartado que se refiere a su obra, Vilariño dispuso que yo –y si yo no pudiese, Alicia Torres– manejara sus “papeles privados” y su obra, e hizo explícito que se refería a sus “manuscritos, obra édita e inédita, correspondencia, diario personal y demás documentos”, con el encargo expreso de que “los publique”. El resto de su testamento estuvo destinado a la disposición de su casa y sus bienes, con la intención –que dejó escrita en su diario– de “cuidar a Poema”, su hermana, que vivía entonces con ella, a quien le aseguró vivienda (legó a su hermano Numen la “nuda propiedad” de su casa) y nombró heredera universal. Hubo fatalidades, hubo ironías del destino y hubo intervenciones que afectaron la administración de su obra. Poema murió antes que Idea, y Numen y su hija Elena Vilariño repudiaron la herencia, que recayó finalmente en su sobrino nieto Leandro Funes Vilariño. El inesperado doble repudio tuvo que ver con una circunstancia que acabaría por afectar el manejo de su obra: un juicio laboral por parte de quien fue por años la empleada doméstica de Idea. La abogada que defendía de oficio a la doméstica a mitad de ese juicio dejó la defensa y pasó a patrocinar a Leandro Funes, para quien tramitó la herencia. A partir de entonces, y a pesar de que la resolución del juez que designó heredero a Leandro Funes marca la observancia “a las disposiciones testamentarias respecto de sus papeles privados”, heredero y abogada comenzaron a interferir y a generar contratos paralelos, lo que derivó en situaciones penosas, que hoy tramita la justicia.<br /><br />En otro sentido, el testamento tampoco evitó que muchos de los papeles y los documentos que Idea confió a mi cuidado no llegaran nunca a mis manos y permanecieran “perdidos” durante años. En agosto de 2017, los cuadernos y otros papeles vendidos a Princeton ya habían sido procesados, e integran, desde entonces, la colección número 1567 –“Idea Vilariño’s papers”, del departamento de autores latinoamericanos de la División Manuscritos de la RBSC (Manuscript Division of Rare Books and Special Collections), alojada en la Firestone Library, de esa universidad. Son cinco cajas en total, dos pies lineales de documentos. Puede consultarse por Internet el contenido sumario de cada caja y cada carpeta. Lo más valioso es media docena de cuadernos, en los que Idea copió toda su poesía, desde la de su adolescencia hasta la de su vejez, entre 1931 y 2006. Hay también otro material de interés, pruebas de imprenta, algunos originales mecanografiados y otros cuadernos, con apuntes sobre literatura, sobre traducción, sobre tango. Y hay material de relleno, quizá destinado a mejorar el cheque. Sin embargo, todavía faltan piezas clave de su archivo por aparecer. Fundamentalmente, los primeros borradores de poemas, las primeras versiones, que la poeta, como casi todos los poetas, hacía en papeles sueltos, casi en cualquier papel, y que luego eran pasadas a los cuadernos.<br /><br />Desde su muerte, todo ha sido raro en la historia de estos papeles. Lo único que recibí cabalmente fueron su diario personal y la correspondencia con Onetti, que eran la gran preocupación de Idea en los últimos años y que, con cada internación médica, me confiaba, por si pasaba algo. Pero, como no podía vivir muy lejos de esos talismanes, yo volvía a llevarlos a su casa una vez que le daban el alta. La noche en que murió, fui junto con Coriún Aharonián a cumplir otro mandato póstumo: velar por su laicidad, que consistió en elegir un ataúd sin cruces. Como había pedido Idea: “Nada de Dios”. Esa noche cumplimos, con cariño, cierta torpeza (fue casi un paso de comedia en medio del luto) y final eficacia, pero yo estaba preocupada por algo que me parecía más importante: ir a buscar el resto del archivo a su casa, que Selva, la empleada de confianza de Idea, tenía instrucciones de entregarme. Cargamos varias cajas y carpetas, pero meses después, cuando hicimos un inventario, supe que faltaban muchas cosas.<br /><br />En 2010, pensando en su mejor conservación y en su seguridad, deposité lo que me fue confiado en el Archivo Literario de la Biblioteca Nacional, que guarda 146 colecciones de los grandes escritores uruguayos, desde José Enrique Rodó –y casi todos los grandes autores del 900– hasta el más cercano, Ibero Gutiérrez. Fue entonces, durante la administración de Carlos Liscano, que se incrementó el acervo con nuevas colecciones y se dispuso la aclimatación del depósito de acuerdo con normas internacionales, que culminó al inicio de la nueva administración. Ese año, la Comisión de Patrimonio Cultural declaró el archivo Vilariño patrimonio histórico nacional, con la consecuente protección que otorga ese estatuto.<br /><br />Pero ya faltaban documentos en el archivo depositado en la biblioteca. Por ejemplo, lo que los archivólogos denominan “impresos”, es decir, los recortes de prensa de sus colaboraciones en diarios y revistas, y las críticas que otros dedicaron a su obra (no es un material único y, en consecuencia, irremplazable, pero es arduo saber dónde buscarlo, y, aunque no cotiza, es precioso para el estudio de un autor). Llamó también mi atención lo magra que era la correspondencia de esta mujer que amaba las cartas, pero, sobre todo, la ausencia de los manuscritos de su obra.<br /><br />Durante todos estos años, he estado preguntándome y preguntando a los más allegados con obsesión e impotencia: ¿dónde están los poemas? Muchas veces se me preguntó cuándo se editaría el resto de los diarios, pero nunca –en ocho años– por los cuadernos de poesía ni los originales manuscritos o mecanografiados, ni siquiera en estos tiempos, de estudios genéticos y ediciones críticas. Llegué a pensar que podía estar equivocada y que si nadie más los reclamaba, podían no existir. Eso y el escrúpulo de no escandalizar en vano me mantuvieron en silencio. Ante la súbita resurrección de los cuadernos en Princeton, es tiempo de indagar qué pasó con los papeles de Idea y reclamar lo que aún falta. Leandro Funes debería explicar el origen de los documentos que vendió.<br /><br />otro fondo. En 2009, unos meses después de la muerte de Idea Vilariño, el archivo Sadil, de la Facultad de Humanidades, abrió una “Miscelánea Idea Vilariño”, que contiene borradores manuscritos de poemas canónicos, como “Eso”, originales mecanografiados de poemas de su juventud inéditos en libro, una antología que nunca se publicó, el original de una traducción de Hamlet, entre otros documentos. En la página web del Sadil figuran como una “donación del Prof. Pablo Rocca” del año 2009. Ignoro el origen de esa posesión y si existe documento que la avale y legitime. En el testamento de la poeta, fechado en octubre de 2005, se revocan testamentos y legados hechos con anterioridad y, expresamente, un documento privado relativo a su obra y “sus papeles privados” (cláusula 8). Tampoco se indica excepción para los papeles referidos en el apartado 7. Dada la deriva que ha tomado la historia de la colección Vilariño, el punto demanda una aclaración.<br /><br />Desde mi lejana lectura de Los papeles de Aspern, de Henry James, me prometí no pelear jamás por un archivo; por eso no reclamé sobre estos documentos hasta hoy. Siempre percibí esas luchas como la parte yerma de la literatura. Henry James reflejó en un relato magistral una nueva pasión oscura y fetichista, capaz de transgredir toda ley y profanar todo escrúpulo con tal de apoderarse del santo grial que son los papeles de un escritor. Nuestros tiempos no son ya los de James, con sus modales aristocráticos y perversos; hoy, a la pasión enferma por los manuscritos, se ha añadido la codicia. Los papeles de los escritores se han valorizado en el mundo y se venden al mejor postor. La variante del dinero acabó por convertirme en una molesta interferencia para las ambiciones y el negocio.<br /><br />En estos años, se han realizado ediciones y estudios sin poder usar el tesoro que guardaban esos cuadernos que alguien mantuvo ocultos. Como el cuaderno en el que Idea copió su poesía adolescente, que no pudimos usar cuando editamos el Diario de juventud, en 2013. Al año siguiente, dedicamos a Idea Vilariño un número monográfico de casi cuatrocientas páginas en la Revista de la Biblioteca Nacional, con colaboraciones de especialistas nacionales e internacionales, sin contar con el acceso a ese valioso registro de toda su poesía. Además de lo que no pudo hacerse, está lo que no se podrá hacer. En años recientes, la Biblioteca Nacional puso en línea y con acceso libre los cuadernos originales de Delmira Agustini y los de María Eugenia Vaz Ferreira.2 Los de Idea Vilariño podrían estar junto con los de sus predecesoras sólo si se los recuperara o si se lograra un acuerdo con el archivo de Princeton, aunque no está entre sus políticas la puesta en línea de documentos.<br /><br />LA FUGA. Hasta 2017, los papeles de Idea estuvieron desaparecidos. La venta fue sigilosa, los papeles marcharon calladamente a Princeton. Un colega me alertó desde Estados Unidos de su aparición. Escribí a la universidad para adquirir una copia de los cuadernos. Se me respondió amablemente que la cantidad de copias estaba limitada y que “no podría adjuntarlas al archivo depositado en la Biblioteca Nacional de Uruguay”. Estaban informados y acaso prevenidos. En abril de 2018, aproveché la invitación a un congreso en la Universidad de Georgetown para viajar a Princeton y ver los cuadernos, que son una pieza clave del legado de Vilariño.<br /><br />Desde mediados de los años cincuenta y hasta el fin de su vida, Idea tuvo una peculiar forma de editar, que fue volcar su obra en sólo tres títulos –Nocturnos, Poemas de amor y Pobre mundo–, según una profunda afinidad de motivos, que fue creciendo (también depurándose) con los años en sucesivas ediciones. Los cuadernos originales, en cambio, guardan el orden y la cronología en que los poemas fueron escritos y son, por eso, un instrumento crucial para comprender e interpretar la meditada construcción de una obra. Por este motivo son tan importantes.<br /><br />El trabajo con manuscritos es una tarea morosa y minuciosa. Con tiempo, es posible descifrar en un original lo que hay debajo de algunas tachaduras, pero es imposible hacerlo en copias (sean digitales o en papel): el original es irremplazable y también lo es el tiempo. Me presenté a una beca Pulgrant,3patrocinada por los Amigos de la Biblioteca de la Universidad de Princeton, y tuve el privilegio de ganarla, lo que me permitió viajar a fin de año y dedicar dos semanas al estudio de los cuadernos de Idea.<br /><br />En la primera visita ya había tomado contacto con Don Skemer, curador de manuscritos, y Fernando Acosta, bibliotecario a cargo del Archivo Latinoamericano que intervino en la adquisición de los “papeles de Idea”. Ellos me informaron que la compra se había hecho a través de la librería Linardi y Risso y que los papeles provenían de la familia de la poeta, más precisamente, “de un sobrino”. El 13 de setiembre de 2018, víspera de mi segundo viaje, concurrí con mi abogada a la librería Linardi y Risso, donde nos recibió amablemente Álvaro Risso, quien nos confirmó haber hecho la venta. Manifestó que no estaba enterado de la disposición testamentaria de Idea y que obró de buena fe. Contó que Leandro Funes había empezado, unos años atrás, a llevarle revistas y libros que pertenecieron a Idea y que iba encontrando en la casa que heredó (existe un catálogo de la librería para la venta de ese material menor), pero que sólo muy recientemente apareció de golpe con los cuadernos. Le pregunté por qué no había ofrecido el archivo al Estado; dijo que no había interlocutores y que Princeton le pareció “un buen lugar”.<br /><br />DAÑOS Y PERJUICIOS. Idea Vilariño pudo haber vendido sus papeles en vida. Alguna vez alguien se lo sugirió, pero ella se negó, a pesar de estar necesitada de dinero. Pesaba en su decisión una razón ideológica, un antimperialismo inclaudicable, por el que también se negó a recibir becas financiadas por Estados Unidos. Hay correspondencia con Ángel Rama en la que ella se niega a que él la recomiende para una beca Guggenheim y discuten sobre el tema en buenos términos, pero desde posiciones opuestas.<br /><br />La historia sigue abierta. La justicia debe dilucidar si la venta de los papeles que marcharon al extranjero fue ilegal, si se contravino o no la voluntad de la poeta manifestada en su testamento. y la Comisión de Patrimonio habrá de pronunciarse sobre si esos papeles podían salir del país, si se han transgredido o no sus leyes y normas. De sus pronunciamientos depende el futuro. Esa fue también la posición que me trasmitieron las autoridades de la Firestone Library: toda decisión depende de un pronunciamiento legal en el país de origen.<br /><br />Si la situación actual no se revierte, el archivo de esta gran poeta quedará desmembrado, repartido en distintos repositorios y diferentes países. Si no aparecen las piezas que faltan, quedará incompleto, una colección mermada, pobre en relación con lo que debió ser el legado de esta acopiadora, que pudo decir: “Yo que nunca tiré un papelito”, e infiel a su memoria.<br /><br />Durante mucho tiempo he padecido –en soledad– la incertidumbre por el destino de estos papeles. Es hora de compartir públicamente esta gran pérdida, esta gran alarma. El tema convoca también a una responsabilidad común, a una deuda pendiente que tiene la sociedad con los archivos de sus escritores.4 No es el asunto central de este artículo, pero es parte del problema. Si Uruguay ha logrado retener la mayoría de los archivos de sus escritores, ha sido más por la lúcida previsión de estos y, en muchos casos, la generosidad de sus deudos que por el celo estatal por preservarlos y destinar un presupuesto adecuado y personal técnico que cuide ese tesoro.<br /><br />Es grave que Uruguay haya perdido la posesión y la tenencia de un patrimonio tan valioso, tan simbólico, tan necesario para ser lo que fuimos, para ser mejores, para ser. Es grave que el archivo de una gran escritora quede fragmentado y disperso. Moralmente, lo imperdonable es la traición no sólo a su voluntad, sino también a sus principios.<br /><br />En los años noventa, cantaba Leo Maslíah que la deuda externa de Uruguay podría pagarse con su cultura; decía uno de los versos –muchos podrán restituir la música, como de marcha, que remataba–: “Pa-ga-rá con I-dea Vi-la-riii-ño”. Hoy, a diez años de su muerte y uno de su centenario, ese verso regresa con una ironía amarga.<br /><br />1. http://www.fhuce.edu.uy/index.php/letras/seccion-de-archivo-y-documentacion-del-instituto-de-letras/acervo-documental/colecciones/77-sadil/sadil-informacion-estructural (22-IV-19).<br /><br />2. Proyectos que incluyen la transcripción diplomática de los textos y que fueron realizados por un equipo de profesores y estudiantes de letras, dirigidos, respectivamente, por las profesoras Carina Blixen y Elena Romiti, investigadoras del Departamento de Investigaciones de la Bnu.<br /><br />3. Princeton Library Research Grant.<br /><br />4. Brecha dedicó, a fines del año pasado, un extenso artículo de Mariana Abreu sobre archivos en peligro y políticas estatales, en el que trató los casos de las colecciones de Aharonián, Levrero y Zitarrosa. “Peces de plata”, en Brecha, 14-XII-18.<br /><br /> </span><br />
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</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-35827609237361083522019-03-19T02:34:00.002-07:002019-03-19T02:34:48.444-07:00Nuccio Ordine<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
La Utilidad de lo inútil en nuestra vida</div>
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</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-84453966486276054292019-01-16T02:01:00.000-08:002019-02-18T07:49:20.617-08:00Visiones y agonías<span class="fullpost">
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<a data-saferedirecturl="https://www.google.com/url?q=https://www.palabravirtual.com/pdf/visiones.pdf&source=gmail&ust=1550591287351000&usg=AFQjCNHVsCwaq05W4oFxegmM40arw-ZcLw" href="https://www.palabravirtual.com/pdf/visiones.pdf" style="background-color: white; color: #1155cc; font-family: "Courier New"; font-size: 14.6667px;" target="_blank">https://www.palabravirtual.<wbr></wbr>com/pdf/visiones.pdf</a><br />
En la primera semana de enero recibimos un mensaje colectivo de Héctor Rosales, recordando que en 2019 se cumplen cuatro décadas de la publicación de su primer libro, “Visiones y agonías”.<br />
Difundimos hoy dicho correo y el enlace para una edición de acceso libre al título en internet.FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-53392270321368330122019-01-02T04:04:00.000-08:002019-01-02T04:04:04.170-08:00Jesus Quintero (El loco de la colina)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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</span>FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6001377012109622081.post-89496495249401005762018-12-07T04:56:00.000-08:002018-12-07T04:57:16.027-08:00El final del neoliberalismo "progresista"<div style="background: white; line-height: 150%; margin-bottom: 12.0pt; margin-left: 0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 12.0pt;">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeAAVoC_HZFDMlwSHCyycWVP7PSiPT2xiA6fWoIsVZ4UlXJ_t2NnWxL3mo5siqcVQru_VnSubtiIXiYkK1eov5QP2EWS1hddKU53bh0gHfJxvA0QVLgP2Eouk1dXEFYreRV5gP9zPwMYY/s1600/nancy-fraser-1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="269" data-original-width="440" height="121" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeAAVoC_HZFDMlwSHCyycWVP7PSiPT2xiA6fWoIsVZ4UlXJ_t2NnWxL3mo5siqcVQru_VnSubtiIXiYkK1eov5QP2EWS1hddKU53bh0gHfJxvA0QVLgP2Eouk1dXEFYreRV5gP9zPwMYY/s200/nancy-fraser-1.jpg" width="200" /></a></div>
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<span style="background-color: transparent;">Nancy Fraser (Publicado en 2017)</span></div>
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La elección de Donald Trump es una más de una serie de insubordinaciones políticas espectaculares que, en conjunto, apuntan a un colapso de la hegemonía neoliberal. Entre esas insubordinaciones, podemos mencionar, entre otras, el voto del Brexit en el Reino Unido, el rechazo de las reformas de Renzi en Italia, la campaña de Bernie Sanders para la nominación Demócrata en los EEUU y el apoyo creciente cosechado por el Frente Nacional en Francia. Aun cuando difieren en ideología y objetivos, esos motines electorales comparten un blanco común: rechazan la globalización gran-empresarial, el neoliberalismo y al establishment político que los ha promovido. En todos los casos, los votantes dicen “¡No!” a la letal combinación de austeridad, libre comercio, deuda predatoria y trabajo precario y mal pagado que resulta característica del actual capitalismo financiarizado. Sus votos son una respuesta a la crisis estructural de esta forma de capitalismo, crisis que saltó por primera vez a la vista de todos con la casi fusión del orden financiero global en 2008.<br />
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<a name='more'></a>Sin embargo, hasta hace poco, la repuesta más común a esta crisis era la protesta social: espectacular y vívida, desde luego, pero de carácter harto efímero. Los sistemas políticos, en cambio, parecían relativamente inmunes, todavía controlados por funcionarios de partido y elites del establishment, al menos en los estados capitalistas poderosos como los EEUU, el Reino Unido y Alemania. Pero ahora las ondas electorales de choque reverberan por todo el planeta, incluidas las ciudadelas de las finanzas globales. Quienes votaron por Trump, como quienes votaron por el Brexit o contra las reformas italianas, se han levantado contra sus amos políticos. Burlándose de las direcciones de los partidos, han repudiado el sistema que ha erosionado sus condiciones de vida en los últimos treinta años. Los sorprendente no es que lo hayan hecho, sino que hayan tardado tanto. <br />
No obstante, la victoria de Trump no es solamente una revuelta contra las finanzas globales. Lo que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin más, sino el neoliberalismo progresista. Esto puede sonar como un oxímoron, pero se trata de un alineamiento, aunque perverso, muy real: es la clave para entender los resultados electorales en los EEUU y acaso también para comprender la evolución de los acontecimientos en otras partes. En la forma que ha cobrado en los EEUU, el neoliberalismo progresista es una alianza de las corrientes principales de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos de los LGBTQ), por un lado, y, por el otro, sectores de negocios de gama alta “simbólica” y sectores de servicios (Wall Street, Silicon Valley y Hollywood). En esta alianza, las fuerzas progresistas se han unido efectivamente con las fuerzas del capitalismo cognitivo, especialmente la financiarización. Aunque maldita sea la gracia, lo cierto es que las primeras prestan su carisma a este último. Ideales como la diversidad y el “empoderamiento” que, en principio podrían servir a diferentes propósitos, ahora dan lustre a políticas que han resultado devastadoras para la industria manufacturera y para las vidas de lo que otrora era la clase media. <br />
El neoliberalismo progresista se desarrolló en los EEUU durante estas tres últimas décadas y fue ratificado por el triunfo electoral de Bill Clinton en 1992. Clinton fue el principal ingeniero y portaestandarte de los “Nuevos Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair. En vez de la coalición del New Deal entre obreros industriales sindicalizados, afroamericanos y clases medias urbanas, Clinton forjó una nueva alianza de empresarios, suburbanitas, nuevos movimientos sociales y juventud: todos proclamando orgullosos su bonafides moderna y progresista, amante de la diversidad, el multiculturalismo y los derechos de las mujeres. Aun cuando la administración Clinton hizo suyas esas ideas progresistas, cortejó a Wall Street. Pasando el mando de la economía a Goldman Sachs, desreguló el sistema bancario y negoció tratados de libre comercio que aceleraron la desindustrialización. Lo que se perdió por el camino fue el Cinturón del Óxido, otrora bastión de la democracia social del New Deal y ahora la región que ha entregado el Colegio Electoral a Donald Trump. Esa región, junto con nuevos centros industriales en el Sur, recibió un duro revés cuando la financiarización más desatada campó a sus anchas en el curso de las pasadas dos décadas. Continuadas por sus sucesores, incluido Barak Obama, las políticas de Clinton degradaron las condiciones de vida de todo el pueblo trabajador, pero especialmente de los empleados en la producción industrial. Para decirlo sumariamente: Clinton tiene una pesada responsabilidad en el debilitamiento de las uniones sindicales, en el declive de los salarios reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el auge de las familias con dos ingresos que vino a substituir al difunto salario familiar. <br />
Como sugiere esto último, al asalto a la seguridad social le dio lustre un barniz de carisma emancipatorio prestado por los nuevos movimientos sociales. Durante todos los años en los que los se abría un cráter tras otro en su industria manufacturera, el país estaba animado y entretenido por una faramalla de “diversidad”, “empoderamiento” y “no-discriminación”. Identificando “progreso” con meritocracia en vez de igualdad, con esos términos se equiparaba la “emancipación” con el ascenso de una pequeña elite de mujeres “talentosas”, minorías y gays en la jerarquía empresarial del quien-gana-se-queda-con-todo, en vez de con la abolición de esta última. Esa comprensión liberal-individualista del “progreso” vino gradualmente a reemplazar a la comprensión anticapitalista –más abarcadora, antijerárquica, igualitaria y sensible a la clase social— de la emancipación que había florecido en los años 60 y 70. Cuando la Nueva Izquierda menguó, su crítica estructural de la sociedad capitalista se marchitó, y el esquema mental liberal-individualista tradicional del país se reafirmó a sí mismo al tiempo que se contraían las aspiraciones de los “progresistas” y de los sedicentes izquierdistas. Pero lo que selló el acuerdo fue la coincidencia de esta evolución con el auge del neoliberalismo. Un partido inclinado a liberalizar la economía capitalista encontró su compañero perfecto en un feminismo empresarial centrado en la “voluntad de dirigir” del <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Lean_In">leaning in</a> o en “romper el techo de cristal”. <br />
El resultado fue un “neoliberalismo progresista”, amalgama de truncados ideales de emancipación y formas letales de financiarización. Fue esa amalgama la que desecharon in toto los votantes de Trump. Prominentes entre los dejados atrás en este bravo mundo cosmopolita eran los obreros industriales, desde luego, pero también ejecutivos, pequeños empresarios y todos quienes dependían de la industria en el Cinturón Oxidado y en el Sur, así como las poblaciones rurales devastadas por el desempleo y la droga. Para esas poblaciones, al daño de la desindustrialización se añadió el insulto del moralismo progresista, que se acostumbró a considerarlos culturalmente atrasados. Rechazando la globalización, los votantes de Trump repudiaban también el liberalismo cosmopolita identificado con ella. Algunos –no, desde luego, todos, ni mucho menos— quedaron a un paso muy corto de culpar del empeoramiento de sus condiciones de vida a la corrección política, a las gentes de color, a los inmigrantes y los musulmanes. A sus ojos, las feministas y Wall Street eran aves de un mismo plumaje, perfectamente unidas en la persona de Hillary Clinton. <br />
Lo que hizo posible esa combinación fue la ausencia de cualquier izquierda genuina. A pesar de arrebatos periódicos como Occupy Wall Street, que se rebeló efímero, no ha habido una presencia sostenida de la izquierda en los EEUU desde hace varias décadas. Ni se ha dado aquí una narrativa abarcadora de izquierda que pudiera vincular los legítimos agravios de los votantes de Trump con una crítica efectiva de la financiarización, por un lado, y con la visión antirracista, antisexista y antijerárquica de la emancipación, por el otro. Igualmente devastador resultó que se dejaran languidecer los potenciales vínculos entre el mundo del trabajo y los nuevos movimientos sociales. Divorciados el uno del otro, estos indispensables polos de cualquier izquierda viable se alejaron indefinidamente hasta llegar a parecer antitéticos. <br />
Al menos hasta la notable campaña de Bernie Sanders en las primarias, que bregó por unirlos luego del relativo pinchazo de la consigna “Las Vidas Negras Cuentan”. Haciendo estallar el sentido común neoliberal reinante, la revuelta de Sanders fue, en el lado Demócrata, el paralelo de Trump. Así como Trump logró dar el vuelco al establishment Republicano, Sanders estuvo a un pelo de derrotar a la sucesora ungida por Obama, cuyos apparatchiks controlaban todos y cada uno de los resortes del poder en el Partido Demócrata. Entre ambos, Sanders y Trump, galvanizaron una enorme mayoría del voto norteamericano. Pero sólo el populismo reaccionario de Trump sobrevivió. Mientras que él consiguió deshacerse fácilmente de sus rivales Republicanos, incluidos los predilectos de los grandes donantes de campaña y de los jefes del Partido, la insurrección de Sanders fue frenada eficazmente por un Partido Demócrata mucho menos democrático. En el momento de la elección general, la alternativa de izquierda ya había sido suprimida. La opción que quedaba era un tómalo o déjalo entre el populismo reaccionario y el neoliberalismo progresista: elijan el color que quieran, mientras sea negro. Cuando la sedicente izquierda cerró filas con Hillary, la suerte estaba echada. <br />
Sin embargo, y de ahora en más, este es un dilema que la izquierda debería rechazar. En vez de aceptar los términos en que las clases políticas nos presentan el dilema que opone emancipación a protección social, lo que deberíamos hacer es trabajar para redefinir esos términos partiendo del vasto y creciente fondo de revulsión social contra el presente orden. En vez de ponernos del lado de la financiarización-cum-emancipación contra la protección social, lo que deberíamos hacer es construir una nueva alianza de emancipación y protección social contra la financiarización. En ese proyecto, que construiría sobre terreno preparado por Sanders, emancipación no significa diversificar la jerarquía empresarial, sino abolirla. Y prosperidad no significa incrementar el valor de las acciones o el beneficios empresariales, sino la base de partida de una buena vida para todos. Esa combinación sigue siendo la única respuesta de principios y ganadora en la presente coyuntura. <br />
En lo que a mí hace, no derramé ninguna lágrima por la derrota del neoliberalismo progresista. Es verdad: hay mucho que temer de una administración Trump racista, antiinmigrante y antiecológica. Pero no deberíamos lamentar ni la implosión de la hegemonía neoliberal ni la demolición del clintonismo y su tenaza de hierro sobre el Partido Demócrata. La victoria de Trump significa una derrota de la alianza entre emancipación y financiarización. Pero esta presidencia no ofrece solución ninguna a la presente crisis, no trae consigo la promesa de un nuevo régimen ni de una hegemonía segura. A lo que nos enfrentamos más bien es a un interregno, a una situación abierta e inestable en la que los corazones y las mentes están en juego. En esta situación, no sólo hay peligros, también oportunidades: la posibilidad de construir una Nueva Izquierda. <br />
Mucho dependerá en parte de que los progresistas que apoyaron la campaña de Hillary sean capaces de hacer un serio examen de conciencia. Necesitarán librarse del mito, confortable pero falso, de que perdieron contra una “panda deplorable” (racistas, misóginos, islamófobos y homófobos) auxiliados por Vladimir Putin y el FBI. Necesitarán reconocer su propia parte de culpa al sacrificar la protección social, el bienestar material y la dignidad de la clase obrera a una falsa interpretación de la emancipación entendida en términos de meritocracia, diversidad y empoderamiento. Necesitarán pensar a fondo en cómo podemos transformar la economía política del capitalismo financiarizado reviviendo el lema de campaña de Sanders –“socialismo democrático”— e imaginando qué podría ese lema significar en el siglo XXI. Necesitarán, sobre todo, llegar a la masa de votantes de Trump que no son racistas ni próximos a la ultraderecha, sino víctimas de un “sistema fraudulento” que pueden y deben ser reclutadas para el proyecto antineoliberal de una izquierda rejuvenecida. <br />
Eso no quiere decir olvidarse de preocupaciones acuciantes sobre el racismo y el sexismo. Pero significa molestarse en mostrar de qué modo esas inveteradas opresiones históricas hallan nuevas expresiones y nuevos fundamentos en el capitalismo financiarizado de nuestros días. Rechazando la idea falsa, de suma cero, que dominó la campaña electoral, deberíamos vincular los daños sufridos por las mujeres y las gentes de color con los experimentados por los muchos que votaron a Trump. Por esa senda, una izquierda revitalizada podría sentar los fundamentos de una nueva y potente coalición comprometida a luchar por todos. <br />
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Nancy Fraser es una profesora de filosofía y política en la New School for Social Research de Nueva York. Su último libro: Fortunes of Feminism: From State-Managed Capitalism to Neoliberal Crisis (Londres, Verso, 2013). <br />
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FEDERICO NOGARAhttp://www.blogger.com/profile/09420987568526226703noreply@blogger.com0