El Premio Nobel y la decadencia europea

Nick Ravangel


La literatura norteamericana es una de las más brillantes de Occidente. En los dos breves siglos de existencia del país, los autores de calidad han ido amontonándose hasta formar legión. Sería ocioso y cansino nombrarlos, pero para quien guste informarse Revista Malabia ha nombrado a varios en sus Lecturas necesarias para entender el siglo XX núm. 61. Todavía hoy, esos ejemplos de brillantez siguen llegándonos. Sin embargo, el Premio Nobel de Literatura de este año, otorgado por la Academia sueca ha ido a parar al músico Bob Dylan.
No es mi intención quitar méritos a tan tremendo personaje, pero darle un premio así me parece una tomadura de pelo. ¿Por qué? Porque este premio, antes prestigioso, no lo consiguieron literatos como Proust, Nabokov, Kafka, Borges, Roa Bastos, Cortázar, Tolstoi, Zola, Ibsen, Valèry o Pérez Galdós entre otros. La comparación con el ganador actual es incluso ofensiva.

Desmontando coartadas

Bernardo Kliksberg *


Las 85 personas más ricas del mundo tienen hoy más que los 3600 millones de menores ingresos. El uno por ciento más rico tiene ya casi la mitad del producto bruto mundial. Esto contradice la ética más elemental. Cómo justificar lo injustificable. Han crecido las coartadas inverosímiles para legitimarlo. También, con la desigualdad, el peso del uno por ciento sobre las decisiones del Estado. Sin embargo, hay salida.

La Contracultura: Vigencia de una rebelión

                                                                    Bernat Muniesa


                                           Si el conocimiento y su derivada que es la cultura no conducen a la rebelión, entonces no son nada  Friedrich Nietzsche
                                                                                                                                                                       

         

La llamada Contracultura como movimiento rebelde surgió inicialmente en USA como respuesta de una generación de jóvenes contra el Liberalismo o Capitalismo (en adelante el Sistema) y lo que Herbert Marcuse, filósofo y sociólogo alemán allí exiliado, venía anunciando en los centros universitarios  (New York y Berkeley, en California) acerca de la aparición, como producto del Sistema, de un ente al que denominó como el hombre plano o unidimensional (en el Imperio Romano, la aristocracia les llamaba la plebe; Marx se refería a la masa, y Nietzsche a la chusma).
      Marcuse había formado parte de la Escuela de Frankfurt, junto a Max Horkheimer, Eric Fromm y Theodor Adorno (Walter Benjamin también formó parte de esta élite intelectual, pero murió en Port Bou cuando intentaba exiliarse, en septiembre de 1940), todos huidos de la Alemania nazificada. Especialmente Marcuse sería uno de los referentes de las rebeliones juveniles iniciadas en los USA, antes de regresar a Europa por haber sido expulsado de la Universidad de Berkeley a instancias del entonces gobernador de California, el ultraliberal Ronald Reagan, que le acusaba de instigar a los estudiantes contra el Sistema con sus críticas sociológicas. Fue acusado de “comunista”, aunque no lo era, pues no debe olvidarse que una de sus obras llevaba por título El final de la utopía, un diagnóstico acerca del fracaso del comunismo stalinizado de la URSS. De hecho, en la epistemología marcusiana se combinan elementos del freudismo, del marxismo  y del anarquismo (ligado al bakuninismo).

Por una soberanía idiomática

 Irene Agoff / Susana Aguad / Jorge Alemán / Fernando Alfón / Germán Alvarez / María Teresa Andruetto / Julián Axat / Martín Baigorria / Cristina Banegas / Silvia Battle / Diana Bellessi / Gabriel Bellomo / Carlos Bernatek / Emilio Bernini / Esteban Bér


El lema actual de la Real Academia Española (RAE) es “Unidad en la diversidad”. Lejos del purista“Limpia, fija y da esplendor”, el de hoy anuncia la mirada globalizadora sobre el conjunto del área idiomática. Podría entenderse como enunciado referido al carácter pluricéntrico del español, pero como al mismo tiempo la RAE define políticas explícitas en la conformación de diccionarios, gramáticas y ortografías, el matiz de “diversidad” que propone termina perdiéndose en el marco de decisiones normativas y reguladoras que responden a su tradicional espíritu centralista.