La barbarie: guía del usuario

Eric Hobsbawm

(Historiador británico de origen judío)                                                       

          

 Conferencia en una reunión de Amnistía en el Sheldonian Theatre de Oxford en 1994. Publicada en New Left Review


No he dado a mi conferencia el título de La barbarie: guía del usuario porque desee instruirles sobre cómo ser bárbaros. Ninguno de nosotros, por desgracia, lo necesita.  La barbarie no es algo como la danza sobre hielo, una técnica que hay que aprender -a menos que deseen convertirse en torturadores o especialistas en actividades inhumanas. Es más bien un producto derivado de la vida en un entorno social e histórico, algo relacionado con un territorio, como decía Arthur Miller en La muerte de un viajante. El término "astuto" (street-wise) expresa lo que quiero decir mejor que ninguno porque indica cómo es la actual adaptación de la gente que vive en una sociedad sin las reglas de la civilización. Entendiendo esta expresión, todos nos hemos adaptado a una sociedad que es, para los estándares de nuestros padres o abuelos -e incluso para alguien tan viejo como yo-, incivilizada. Nos hemos acostumbrado a ella. Y no quiero decir que no experimentemos un shock por algunas cosas que pasan. Al contrario, sentirnos sacudidos por algo inusualmente desagradable de vez en cuando es parte de la experiencia. Ayuda a encubrir cómo nos hemos acostumbrado a una normalidad que nuestros padres considerarían vivir en condiciones inhumanas. Tengo la esperanza de que mi guía del usuario ayude a entender cómo se ha llegado a esta situación.

El argumento central de esta conferencia es que, luego de 150 años de declive, la barbarie se ha incrementado en la mayor parte del siglo XX, sin signos de que este incremento haya llegado a su fin. En este contexto, entiendo que la palabra "barbarie" tiene dos significados. En primer término, el desglose y la ruptura de los sistemas de reglas y comportamientos morales a través de los cuales las sociedades regulan las relaciones entre sus miembros y, en un contexto mayor, entre sus miembros y los de otras sociedades. En segundo lugar, para ser más específico, la inversión de de lo que podríamos llamar el proyecto de la Ilustración del siglo XVIII, a saber, el establecimiento de un sistema universal cuyas reglas y estándares de comportamiento moral encarnados en las instituciones de estados dedicados al progreso racional de la humanidad: a la Vida, Libertad y la Búsqueda de la Felicidad, a la Igualdad, Libertad y Fraternidad o a lo que sea. Ambos aspectos están teniendo lugar y refuerzan sus efectos negativos en nuestras vidas. La relación de mi tema con los derechos humanos debería ser obvia.

Permítanme aclarar la primer forma de barbarización, que es lo que pasa cuando el control tradicional desaparece. Michael Ignatieff, en su reciente libro Blood and Belonging señala la diferencia entre los pistoleros de la guerrilla kurda en 1993 y la de los puestos de control bosnios. Con gran percepción constata que en la sociedad sin estado de Kurdistán cada niño cercano a la adolescencia consigue un arma. Llevarla quiere decir que ha dejado de ser un niño y debe ser tratado como un hombre. "El acento del significado, por lo tanto, refuerza la responsabilidad, la sobriedad, el sentido trágico". Las armas son disparadas cuando es necesario hacerlo. Por el contrario, la mayoría de  europeos desde 1945, incluidos los balcánicos, han vivido en sociedades donde el estado disfruta del monopolio de la violencia legítima. A medida que los estados se derrumbaban, lo hacía ese monopolio. "Para algunos jóvenes europeos, el caos que vino como resultado (el colapso)... ofreció la oportunidad de acceder a un erótico paraíso donde todo está permitido. De ahí la semisexual, semipornográfica cultura armada de los puestos de control. Para los jóvenes había una irresistible carga erótica en llevar armas letales en sus manos y usarlas para aterrorizar a los indefensos". (1)

Sospecho que una buena parte de las atrocidades cometidas ahora en las guerras civiles de tres continentes reflejan esta clase de ruptura, con las características propias del mundo de la última parte del siglo XX. Pero espero decir sobre esto algunas palabras más adelante.